12 diciembre, 2006

Elogio de una periodista y vituperio de un dictador y de su herencia



Tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡Mudo!

León Felipe

María José Ramudo, corresponsal de RTVE en Chile, dio la pasada madrugada (5,35 hora española, según el reloj que aparece en el video y poco más de medianoche en Santiago) una extraordinaria lección de profesionalidad en las peores circunstancias. Con serenidad, equilibrio y admirable sangre fría soportó reiteradas agresiones, que no fueron impedidas por las fuerzas policiales que, según ella misma subrayó, se encontraban a escasa distancia.

Espero y deseo que se le conceda un premio porque es un ejemplo para todos.

Las agresiones a periodistas, especialmente si son españoles, están siendo el pan de cada día en el excitado ambiente creado por los seguidores de “mi general” (así le llaman los fascistas chilenos al crápula recién fallecido). El rencor de la carcundia a España es irracional (hijos de puta, huevones, culeaos, nos llaman los tarados).

Se refieren, sin duda, a la España que celebra la desaparición del dictador solidariamente con la mayoría de los chilenos, no a la que se esfuerza en encontrar lo positivo en el mandato de un militar cínico, ambicioso, cruel, ignorante y falto de escrúpulos que dividió a los ciudadanos en buenos y malos, condenando a los ‘réprobos’ a muerte o a prisión, o forzándoles al exilio y al silencio, a la inexistencia civil y política.

Hace unos días el fiscal del Tribunal Supremo español Carlos Castresana, en entrevista concedida a una cadena de radio mexicana, dejaba claro el papel decisivo de Aznar en la evitación del procesamiento de Pinochet en España por el asesinato de opositores políticos y evasión fiscal. Corresponsables de la impunidad fueron también Tony Blair y el ex presidente chileno Eduardo Frei, según Castresana. Yo, personalmente, no puedo olvidar al fiscal Fungairiño, otro “buen español”, y su obstrucción sistemática a las acciones del juez Garzón.

Lo que está sucediendo en Chile estos días, bajo la presidencia de la socialista Michelle Bachelet, que sufrió la cárcel y el exilio en la ‘época dorada’ de Pinochet, es sumamente entristecedor. Pone de relieve para qué sirven en última instancia los tiranos: para dividir radicalmente a los pueblos.

Como un Estado dentro del Estado, sólo el ejército que le tuvo como comandante en jefe le rinde honores. Y paradoja de las paradojas, fue el presidente Salvador Allende quien le dio ese puesto, la posición privilegiada que el taimado difunto utilizaría para traicionarle a él y al pueblo que le había elegido.

Así se escribe la historia. A veces de la mano de siniestros salvapatrias vendepatrias a los que sus beneficiarios veneran y envuelven en incienso. ¿Por qué todo esto me recuerda al pasado y el presente de España?

Vosotros lo sabéis. Sé que no soy el único en ver las obvias semejanzas entre dos dictaduras, dos transiciones, dos nostalgias, dos rencores, dos farsas.

Qué pena.



















Sí, son jóvenes fascistas chilenos. La herencia del dictador.

Leer online: La Espiral

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