Comentarios sobre la actualidad, reflexiones sobre la deriva histórica que nos conduce hacia viejas pesadillas y cualquier otra cosa que considere de interés.
28 octubre, 2017
Cataluña: el triunfo pírrico de la voluntad
Por 70 votos a favor, por sólo 70 diputados de los 135 que integran el Parlament, Cataluña es desde ayer teóricamente independiente de España. Un triunfo pírrico e irreal que es consecuencia de una sola cosa: la voluntad, o, mejor dicho, el voluntarismo de un núcleo duro de 'irredentos' que, pese a su fracaso en unas elecciones que ellos mismos habían declarado plebiscitarias, han estado trabajando con ahínco en la movilización popular para convocar finalmente un referéndum secesionista, previsto desde el primer momento.
Tres fuerzas disímiles y en el fondo inconciliables son las que han logrado esta victoria que, en definitiva, es una derrota, no sólo para ellos sino también para quienes, previsiblemente, tendrán que pagar más pronto que tarde las consecuencias del empecinamiento de 70 políticos 'aventureros'. Sólo los miembros del PDeCat, Esquerra Republicana y la CUP conocen en detalle las diferencias que les separan y han causado tensiones internas que han rozado la ruptura. A nosotros nos queda intrerpretarlas a la luz de la ideología, trayectoria y prácticas de cada uno de ellos. La política y los políticos españoles no son - por más que los catalanes lo aseguren - peores que ellos, vistas las evidencias.
Sólo ellos, también, saben por qué ahora y por qué así. Otra cosa es que quieran y puedan explicarlo, y más difícil aún sería justificar el alto coste social y político de una 'operación' abiertamente ilegal y provocadora que convirtió las sesiones parlamentarias del 6 y 7 de Septiembre en sendas vergüenzas para los anales de la democracia. El 'apisonamiento' y desprecio de la oposición y la marginación de los órganos jurídicos de la Cámara constituyeron en dichas jornadas indicios candentes y bochornosos del desprecio a la legalidad vigente que había de imponerse como táctica. Así, en apenas dos meses, los independentistas han provocado una fractura social y una crispación inéditas en Cataluña.
La aplicación del artículo 155 de la Constitución, aprobada por el Senado en la misma jornada, suspende 'de facto' el autogobierno al destituir a la totalidad del Govern y disolver el Parlament, poniendo en manos del Gobierno central la responsabilidad de la gestión de la comunidad, que debe conducir a unas elecciones el 21 de Diciembre, una vez 'restablecida la normalidad'. Si el desafío independentista ha creado incertidumbres y zozobras tanto en Cataluña como en el resto del Estado, las medidas del 155 no aligeran precisamente esa carga, sino que pueden acentuarla.
Puigdemont, que no parece haberse dado por aludido de su defenestración, ha dicho que a la intervención del Estado ('tutela' lo llama 'Le Monde') se debe oponer una reacción independentista 'pacífica'. El problema es que, de la mano de la fractura social que se ha producido, han empezado a registrarse ciertas acciones de violencia verbal y física que tal vez se acentuen del lado secesionista (o de ambos lados) una vez aprobada la Declaración Unilateral de Independencia, que para ellos es irreversible a pesar de su génesis irregular y antidemocrática. Quienes violentan las leyes no es fácil que renuncien a ejercer otras violencias.
Esa es la incertidumbre fundamental: si la aplicación del artículo 155 se podrá realizar pacíficamente y si de un modo igualmente pacífico se podrá llegar a las elecciones del 21-D. Dados los precedentes, en los que los independentistas han evidenciado su gusto por las tácticas generadas mediante la secuencia acción-represión-acción y por la creación de situaciones propicias al victimismo, podríamos volver a encontrarnos con imágenes como las del 1-O.
Es lamentable el recurso al 155 (por primera y esperemos que última vez) porque, independientemente de las causas que provoquen su aplicación, el daño que se puede infligir a la democracia, y las heridas y ofensas que puede dejar en la memoria colectiva, seguramente no van a contribuir a la paz social ni facilitar una aproximación dialogante entre las partes. Que Rajoy, el inmóvil y cínico presidente del Gobierno, deje de serlo una vez que se supere esta crisis, si se logra superarla, es sumamente deseable. Su singular especialidad en no atender ningún tipo de demandas y dejar que los problemas se pudran hasta estallar es nefasta e indigna de un presidente democrático.
02 noviembre, 2012
Kosovo, por ejemplo
Ignoro lo que dice realmente la letra del fallo (no vinculante, por otra parte), pero Kosovo no es precisamente un ejemplo válido de cumplimiento de esas condiciones. La pequeña provincia albano-kosovar existe gracias a una guerra, que ganó contra Serbia la aviación de la OTAN, no la guerrilla de mafiosos y ultraderechistas que se beneficiaron de ella. El procedimiento democrático y el diálogo brillaron por su ausencia.
Kosovo existe porque a Estados Unidos - que armó y alentó la guerrilla - le interesaba especialmente su existencia. Allí, en el corazón de los Balcanes, estableció una gran base militar con capacidad para acoger a 7.000 soldados y que ha sido calificada como "un Guantánamo europeo".
Hoy, cuatro años después de la declaración de independencia y dos después del veredicto de La Haya, 101 de los 193 países de la ONU siguen sin reconocer a esa pequeña república bananera, cuya población de origen serbio goza de autonomía. No hay ejemplo menos idóneo que Kosovo para hablar de independencia.
Foto: Vista aérea de la base estadounidense de Bondsteel, en Kosovo.
03 octubre, 2007
Desventuras de un burro de noria llamado España
A medida que se aproxima la fecha electoral asistimos a un delirio progresivo, en el que, además del cansino juego de las ofertas y contraofertas programáticas, regresan los viejos fantasmas en torno a los cuales giramos permanentemente (nos hacen girar, para ser más preciso), cual burro de noria: la unidad de España y la forma de estado.
Paradójicamente, ni la unidad supuestamente amenazada ni el dilema monarquía/república les quitan el sueño a los españoles. Al menos, no todavía. De modo acaso intuitivo, o por simple sentido común, los ciudadanos, en su día a día, ignoran estas 'dramáticas' cuestiones y las sitúan en el terreno de las especulaciones políticas a las que tan dados son los profesionales de la representatividad y sus corifeos mediáticos, sin por ello representarnos de modo verosímil; ni a nosotros ni a nuestros problemas más reales y urgentes.
Si la ínfima minoría de acémilas que quema retratos de los reyes me causa una enorme repugnancia instintiva (me recuerdan a la incendiaria Inquisición, que a falta de reo lo quemaba en efigie), la untuosa beatería de algunos fiscales y de ciertos medios informativos en relación con esos gestos iconoclastas y simbólicos me provoca perplejidad y desasosiego. Son ellos los que dan a hechos irrelevantes e inscribibles en el marco de la libertad de expresión la dimensión transcendental que ansían quienes los patrocinan. ¿Se puede ser más estúpido?
El problema, sin embargo, es que en esa actitud, generalmente, no hay tanta estupidez (que la hay) como cinismo. Cuando personas con más de dos dedos de frente sobredimensionan hasta la caricatura realidades casi insignificantes están alentando deliberadamente el voto del miedo, el voto al PP, que es quien a lo largo de toda esta legislatura está empeñado en dibujar un cuadro tan caótico como irreal. Se trata de crear alarma de modo artificial, de afirmar que todo va muy mal, que España se rompe, que volvemos a las andadas (Aznar dixit) y que la causa es el Gobierno complaciente y errático de Zapatero.
Cuando Rajoy atribuye a la ‘frivolidad’ de Zapatero la insistencia de Ibarretxe en convocar referendos; cuando insiste en que se imponga a como dé lugar que la bandera de España ondee en todas las instituciones; cuando anuncia que propondrá una letra para el himno nacional que hable de la Monarquía queda claro en qué terreno se pretende deteriorar y derrotar al PSOE. Aparentemente, los anecdóticos ataques a la Corona también tendrían su origen en la nunca probada ‘debilidad’ del Gobierno. ¿El nacimiento del ‘plan Ibarretxe’ bajo un gobierno del PP se debía a la debilidad de estos incuestionables patriotas? La cosa sería de risa si no fuera tan penosa.
Ese es el juego diseñado. Miente que algo queda. Ya sólo faltaba el hierático bufón llamado Zaplana afirmando que la situación es tan grave como el 23-F para que el cuadro de patrioterismo delirante e indecente adquiera caracteres surrealistas. No cabe concebir un electoralismo de más baja estofa.
El paisaje nacional, sin embargo, no estaría completo si en él faltasen el risible Ibarretxe con su nuevo plan electorero y la falsa convicción de que la consulta que proyecta es legítima o la rampante demagogia que habitualmente exhibe ERC. Son gentes como ellos, con sus calculados delirios de economía electoral, los que contribuyen a alimentar las estrategias de tres al cuarto de quienes añoran aquella poética entelequia de la “unidad de destino en lo universal”, construida sobre el forzado silencio y el lavado de cerebro (el miedo, siempre el miedo) de la inmensa mayoría. Flaco favor le hacen a su propia causa, ¿pero quién se lo demandará?
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13 septiembre, 2007
El adiós de Imaz, el triunfo de los fariseos

Siempre he creído que el famoso 'plan' no era otra cosa que un cebo electoralista, tendido oportunistamente en busca del voto del electorado radical en circunstancias en las que éste no podía (como ahora mismo) votar a los suyos por razones legales. La insistencia no prueba otra cosa que el empecinamiento en el error por parte de Ibarretxe y sus secuaces. Un error que es triple: primero porque no alcanza sus objetivos en las urnas; segundo, porque da aliento a ETA y a quienes la apoyan y tercero porque insistir en el derecho de autodeterminación es dar coces contra el aguijón constitucional y beneficia el discurso de los más intransigentes, de los menos dispuestos al diálogo, es decir, al PP.
El anuncio de despedida que ahora hace el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, evidencia no sólo la derrota del sentido común sino también la de la sinceridad, la de la honradez. Es la demagogia autodeterminista la que se impuso el lunes pasado en la aprobación de la ponencia polìtica del partido, que insiste en el derecho de los vascos a decidir en referéndum sean cuales fueren las circunstancias, contra el criterio del sucesor de Arzalluz.
Tan contundente desautorización no podía ser ignorada por Imaz ni por nadie decente y coherente. De ahí que no sólo haya anunciado que no se presentará a la reelección a la presidencia del PNV, sino también que abandona la política, tras trece años de dedicación, para regresar a su actividad profesional (es doctorado en Ciencias Químicas). Pone así término a cuatro años de acoso por parte del búnker peneuvista, todavía férreamente encarnado en las sombras por Arzalluz y sostenido por su 'hijo' ideológico Egíbar, pero no menos por Ibarretxe, cuya cooptación a la candidatura de lehendakari fue obra personal del ex jesuita.
El abandono de Imaz, presentado por él mismo como necesario para superar la división del partido, supone el éxito de la línea demagógica y bifronte del PNV, especialista en decir una cosa y hacer otra diferente y dispuesto a pactar con el propio diablo para mantener lo que siempre han tenido: el poder. No hay un discurso político sincero, abierto y posibilista en el PNV. Quien podía y quería desarrolarlo ha decidido irse. Los fariseos han vencido.
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29 mayo, 2007
Mercedes Sosa, un corazón libre
Su voz ha llegado a todos los rincones del mundo no sólo porque es un instrumento amplio y hermoso, sino tambien y sobre todo porque el mensaje que transmite tiene validez universal y se envuelve en una calidad literaria nada común en el folklore. La vida de los humildes y la defensa de la paz, la justicia y los derechos humanos constituyen, junto con el canto al amor, el ‘leit motiv’ de sus canciones.
Las que he seleccionado para este resumido homenaje tienen en común la reivindicación de la libertad y la exaltación de la resistencia. “Como la cigarra” es una poema musicado de la escritora María Helena Walsh. “A Víctor” es un homenaje a Víctor Jara, cuya voz y creatividad fueron brutalmente abortadas por el fascismo pinochetista, obra de Otilio Galíndez y Roberto Todd. “Chacarera del olvidao” es una composición de Duende Garnica. Finalmente, “Corazón Libre” tiene como autor a Rafael Amor, que ha hecho buena parte de su carrera en España enarbolando siempre la bandera de su independencia artística y logrando llegar al público con sus directos en solitario, plenos de fuerza y poesía. El disco de Mercedes Sosa, que lleva precisamente por título el de la canción de Rafael, ha logrado un Grammy del que el cantautor irreductible se siente justamente copartícipe.
Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aqui
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la única vez,
y volví cantando.
Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
tantas noches pasarás
desesperando.
A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.
No puede borrarse el canto
con sangre del buen cantor
después que ha silbado el aire
los tonos de su canción.
Los pájaros llevan notas
a casa del trovador;
tendrán que matar al viento
que dice lucha y amor.
Tendrán que callar el río,
tendrán que secar el mar
que inspiran y dan al hombre
motivos para cantar.
No puede borrarse el canto
con sangre del buen cantor,
tendrán que matar al viento
que dice lucha y amor.
Tendrán que callar el río,
tendrán que secar el mar
que inspiran y dan al hombre
motivos para cantar.
Tendrán que parar la lluvia,
tendrán que apagar el sol,
tendrán que matar el canto
para que olviden tu voz.
De tu palo soy,
hijo de tu cuero.
Soy el olvidao
en la alcancía del tiempo,
el que se quedó
de pie poniéndote el pecho.
Flor obrera soy
silvestre de espuma.
Cuando el tren se va
miro en las vías la luna
pensando: tal vez
mi pueblo encuentre fortuna.
Mi bofe se hinchó
cuando repartieron.
De mi no se acuerdan,
dicen que nunca me vieron,
que no soy de aquí,
que ya no tengo remedio.
Soy el olvidao,
el mismo que un día
se puso de pie
tragando tierra y saliva
camino hacia el sol,
para curar las heridas.
Una herida soy
buscando el salario.
Maestros de pie
cuidando pichones blancos
que madurarán
iluminando este pago.
Soy el que quedó
en medio e'los ranchos,
guacho del fiao
a un mate y guiso inventado.
Hambre y rebelión
fueron creciendo en mis manos.
No quiero de más,
quiero lo que es mío.
Al maso trampeao
quiero torcerle un destino.
Levántate cagón
que aquí canta un argentino.
Te han sitiado, corazón, y esperan tu renuncia.
Los únicos vencidos, corazón, son los que no luchan.
No los dejes, corazón, que maten la alegría.
Remienda con un sueño, corazón, tus alas malheridas.
No te entregues corazón libre, no te entregues.
No te entregues corazón libre, no te entregues.
Y recuerda, corazón, la infancia sin fronteras,
el tacto de la vida, corazón, carne de primaveras.
Se equivocan, corazón, con frágiles cadenas,
más viento que raíces corazón, destrózalas y vuela.
No te entregues corazón libre...
No los oigas, corazón, que sus voces no te aturdan.
Serás cómplice y esclavo corazón, si es que los escuchas.
No te entregues corazón libre...
Adelante, corazón, sin miedo a la derrota.
Durar, no es estar vivo, corazón, vivir es otra cosa.
No te entregues corazón libre...
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06 febrero, 2007
Por la 'resurrección' de Montesquieu
En su momento, el jactancioso y pedante Alfonso Guerra (el mismo que, travestido en Evita, afirmó que su partido era el de los ‘descamisados’) sentenció “Montesquieu ha muerto”. Con ello aludía inequívocamente a la eliminación de la separación de poderes sin pararse a considerar -al parecer- que una democracia sin una separación de poderes verosímil es, cuando menos, una democracia discutible.
Ahora nos hallamos de nuevo ante una de las consecuencias lamentables de la ‘muerte de Montesquieu’: la recusación del juez del Tribunal Constitucional Pablo Pérez Tremps para intervenir en la votación sobre la constitucionalidad del Estatuto de Cataluña, exigida por el PP y aprobada anoche por el TC, donde los representantes conservadores están empatados con los progubernamentales. Al no poder votar el propio recusado se consumó la recusación.
El argumento para cuestionar la independencia de Pérez Tremps no puede ser más frágil. En su momento (año 2003) la Generalitat le encargó un informe académico (o pericial) sobre la política exterior autonómica a la luz de la Constitución. El estudio se dilató en el tiempo y finalmente lo pagó quien no lo encargó: el tripartito catalán. He ahí la ‘prueba del delito’.
¿Si un órgano de la transcendencia del Tribunal Constitucional concluye la falta de independencia de uno de sus miembros en una cuestión concreta no está cuestionando su independencia a todos los efectos? ¿Puede ese mismo Tribunal seguir afirmando su propia independencia y exigiendo fe a los ciudadanos?
¿Puede la ciudadanía confiar en la independencia partidista del Tribunal Supremo cuando sus jueces son elegidos por el Consejo General del Poder Judicial, cuyos miembros son elegidos -como los del TC- de acuerdo con los resultados en las urnas? Que lo haga quien tenga fe ciega, total desinformación o partidismo absoluto.
La cúpula judicial española sigue controlada por los miembros que deben su presencia en ella a la mayoría absoluta del Partido Popular y éste hace cuanto puede para dificultar su renovación y conservar ese decisivo reducto de poder. Dado el enrocamiento del PP en una oposición sucia y desleal, de noes sistemáticos, gratuitos alarmismos y rotundas mentiras, lo que toda esta situación está poniendo en cuestión ante los ojos crecientemente escépticos de los ciudadanos es la credibilidad de nuestra democracia.
En ese contexto no es sorprendente que la vicepresidenta del Gobierno, que procede de altas responsabilidades en la judicatura y siempre ha expresado su respeto a las decisiones que de ella proceden, haga una denuncia tan contundente como la que hoy ha formulado contra el Partido Popular. Fernández de la Vega ha denunciado la insistencia de los ‘populares’ en “pervertir” el funcionamiento del Estado de Derecho, en poner en duda a las instituciones con fines partidistas y en resucitar la “estrategia del ruido” para confundir a los ciudadanos.
Todo indica que al juez Pérez Tremps no le queda otra salida coherente que dimitir, a la vista del gravísimo cuestionamiento de su independencia que han formulado, junto al principal partido de la oposición, seis de sus compañeros en el TC. Dado que su puesto es uno de los dos que decide directamente el Gobierno, éste quedará así en libertad para nombrar otro.
Frente a esa posibilidad más que razonable el inefable Zaplana, que considera la recusación como un triunfo de la democracia, se ha precipitado a decir que no cree que el Ejecutivo “se atreva a tanto” porque sería impropio de un sistema democrático. Como diría su no menos inefable compañero Trillo, ¡manda huevos!
Volviendo al principio: lo que está sucediendo es muy grave, tan grave que exigiría la urgente resurrección de Montesquieu, el restablecimiento de la división de poderes que precisa la credibilidad democrática. Sólo hay un problema y no pequeño. Tal reforma requeriría un consenso general del que no podría estar ausente el Partido Popular.
Apaga y vámonos.
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26 enero, 2007
El embudo
La resolución adoptada ayer por el Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, tras quitar de las manos el caso a los jueces que emitieron la última condena contra el etarra, partidarios de concederle la prisión atenuada, no habla en favor de la vigencia y el respeto al Estado de Derecho.
Las características del Estado de Derecho, más allá de la validez universal e indiscriminada de sus leyes, exigen de un lado una total ecuanimidad y del otro deben mostrar la superioridad moral y la ausencia de prejuicios de los jueces respecto al reo.
Los jueces representan y actúan en nombre de la sociedad, lo que no ha de implicar nunca que se dejen llevar por estados de opinión emocionales o cínicamente partidistas cuando ignoran deliberadamente las reglas de juego legales. Justicia no es venganza. Cuando se olvida esto el descrédito es inevitable.
Hace años ya que se ha impuesto una línea de condicionamiento político del orden jurídico que roza gravemente lo antidemocrático, si no incurre de pleno en ello.
Hacer leyes específicas para producir efectos terminantes sobre situaciones políticas concretas establece un peligroso precedente.
Asociar orgánicamente a los terroristas con un determinado entorno político hasta considerarlos lo mismo es una gratuidad jurídica insostenible.
Interpretar con rigor extremo las leyes según qué y/o quién sea juzgado, sin otro sostén que la mera presunción, supone una perversión que hace temer por las garantías constitucionales de cualquier ciudadano, según las circunstancias.
Ciertamente De Juana es el mayor asesino de ETA. Ciertamente no ha dado muestras de arrepentimiento. Ciertamente es él quien está arriesgando su vida voluntariamente.
Pero es igualmente cierto que, de acuerdo con las normas legales que le afectan, ha cumplido su condena. También lo es que un castigo de doce años de prisión por dos artículos cuya publicación no provocó ninguna reacción hasta que se consideró ‘necesario’ constituye una exageración y que considerar integrado en banda armada a quien se halla en prisión desafía toda lógica.
El Estado de Derecho, de acuerdo con el axioma de que “todo es defendible”, puede permitir que De Juana se deje morir en prisión, pero el día que esa muerte se produzca será triste para todos. Lo será para un sistema que establece el derecho a la vida como primordial entre todos, pero también para cuantos sabemos que la Justicia debe alzar su independencia y su respeto a los derechos esenciales por encima y más allá de cualquier consideración circunstancial.
También será un día triste desde el punto de vista político porque se habrá regalado al terrorismo un mártir providencial, una baza justificatoria de la que está muy necesitado en estos momentos concretos y una capacidad movilizadora que está muy lejos de lo que ahora puede permitirse.
Nota nada marginal a considerar: Entre 1996 y 2004 ( las dos legislaturas del PP) 56 presos etarras en situación penal similar a la de De Juana (con condena de 30 años por acumulación de penas) fueron puestos en libertad. Vean el listado en el blog de Marc Vidal.
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