22 enero, 2009

Algo huele a podrido en... Madrid

A la vista de la evolución que viene teniendo el asunto del espionaje presuntamente ordenado por “algún responsable” de la Comunidad de Madrid sobre otros cargos del Partido Popular en el gobierno regional y en el ayuntamiento de la capital de España es de temer que, una vez más, no se llegará a esclarecer nada.

Ya ocurrió con los motivos reales de la defección de dos miembros del PSOE en la Asamblea madrileña, que entregaron el gobierno de la comunidad a Esperanza Aguirre. Nunca más se supo de los motivos reales que empujaron a dos oscuros personajes a traicionar a su partido bajo argumentos 'políticos' que nadie creyó.

Aquello fue uno de los mayores escándalos políticos de España y no es gratuito evocarlo aquí y ahora porque de los polvos de aquella aparente impunidad podrían venir los lodos de los usos y costumbres que parecen ser de curso corriente en este 'taifa' mesetario dominado por las ambiciones personales de Esperanza Aguirre, crecientemente ansiosa porque se le está pasando el arroz para hacerse con el partido y llegar a la presidencia del Gobierno de la nación, que es su sueño apenas inconfeso.

Tiene razón González Pons en pedir responsabilidades al Ministerio del Interior, en la medida que ciertas tareas de los presuntos 'fontaneros' de Granados, como la identificación de los propietarios de ciertos vehículos, requieren la colaboración de funcionarios del ministerio. Hasta ahí llega su razón, que pierde cuando intenta implicar a los altos responsables del ministerio en un asunto para el que basta la amistad del ex policía y los ex guardias civiles implicados con ex compañeros que siguen en activo.

En la 'república independiente y bananera' de Madrid el Kraken ya está proyectando toneladas de tinta por el fondo del proceloso océano. La 'omertá' se impone. Va a ser otra tempestad en un vaso de agua, otro caso nunca aclarado. Al tiempo.

Foto: Tamayo y Sáez, los 'judas' del PSOE madrileño.


20 enero, 2009

El País da primero


Quien da primero... da dos veces. Eso es lo que anuncia hoy 'El País', que va a dar primero en la fusión de las redacciones del periódico y de la web; que se va a convertir en una empresa de producción de contenidos de cara a ambos soportes y también a los teléfonos móviles; que el futuro, en fin, ya está aquí. Un futuro en el que los periódicos de papel habrán pasado a la historia o habrán cambiado esencialmente.

El consejero delegado de PRISA, Juan Luis Cebrián, le da un plazo máximo de quince años a la imposición de esa realidad, que tantos se vienen negando a aceptar por comodidad y por el simple hecho de que el cambio va a requerir tanta lucidez profesional como imaginación y creatividad, cosas de las que las empresas informativas no están especialmente sobradas. Cebrián no es un precursor iluminado. Hace casi dos años que 'The New York Times', un periódico de referencia mundial, anunció el inicio de ese rumbo.

En febrero de 2007, Arthur Sultzberger, editor y propietario del NYT, llegaba a afirmar que no sabía si dentro de cinco años estarían imprimiendo el diario. "¿Y saben una cosa?", añadía. "No me preocupa". "Internet es un lugar maravilloso y estamos dirigiéndonos ahí". "Nuestra meta es gestionar la transición de la imprenta a Internet", afirmó en aquellas declaraciones, que muchos atribuyeron al descenso considerable de los beneficios en los cuatro años anteriores.

También 'El País', ahora, responde más a las devastadoras consecuencias de una grave recesión económica (que ha llegado seguramente para quedarse más tiempo del que todos quisiéramos) que a la urgencia asumida de proceder a un cambio ("reinvención" lo llaman) que probablemente proyectaban hacer más tarde y de modo más meditado. No se trata sólo de que descienda la difusión de los diarios (que también) sino que -más específicamente- se trata de que la fuerte contracción del consumo redunda en una reducción drástica de la publicidad y en un replanteamiento de sus tácticas para llegar al comprador potencial con menor gasto y esfuerzo.

Nuevamente 'El País' protagoniza la innovación periodística en España. No olvido cuando, en su aparición, el diseño del diario era calificado como 'un horror' (y un error) en todas las redacciones. Meses después el 'horroroso' diseño era copiado masivamente. Entonces el diario de PRISA abría una brecha en una muralla de desinformación que todos consideraban impenetrable. Ahora, 32 años después, bastante más conservador pero no peor como medio de información, afronta la aventura de reinventarse, "la única forma viable para que dentro de 10 años siga existiendo", asegura Cebrián.

Llevo bastante tiempo sosteniendo que el fin de la 'Galaxia Gutenberg' (*) es algo más que una pesadilla indeseable. Lo he sostenido frente a periodistas bastante más jóvenes que yo, que siempre argumentan con el 'ejemplo' de la radio y la TV, medios que se vieron en su momento como una amenaza que resultó finalmente irreal. Y lo he sostenido aquí, en 'La Espiral', en diversas ocasiones pero especialmente en la serie "¿Hacia el fin de la 'Galaxia Gutenberg'?, título eufemísticamente envuelto en signos de interrogación.

No me produce satisfacción especial -y mucho menos alegría- tener razón. La cuestión es que la historia no se detiene por el hecho de que no nos guste su rumbo o porque seamos incapaces de preverla ni siquiera cuando ya está encima. Saber eso, asumirlo y ser coherente con ello es básico para ser un periodista digno de tal nombre, alguien que no engaña a nadie en la misma medida que evita engañarse a sí mismo.

(*) Hacia el fin de la Galaxia Gutenberg (I) (II) (III) (IV) (V) (y VI)