23 marzo, 2005

UE: Sueños 'retocados'

Tal vez porque los referendos para la aprobación de la Constitución Europea están en el horizonte inminente, tal vez porque el rumbo económico está siendo severamente alterado por la inclusión de nuevos países en el furgón de cola y por el encarecimiento del euro en relación con el dólar, quizás por todo ello, el caso es que la UE está revisando a fondo aspectos esenciales de las que en épocas de mayor bonanza fueron definidas como metas irrenunciables de su política económica, que es la única política que, en un sentido estricto, se hace en el marco comunitario.

En poco tiempo se han tomado decisiones tan transcendentales como la flexibilización del Plan de Estabilidad, que ya habían incumplido impunemente sus principales promotores (Francia y Alemania), y la renuncia ‘de facto’ al sueño del pleno empleo en 2010, so capa también de la ‘necesaria’ flexibilidad.

Esa es la palabra mágica con la que la UE pretende afrontar los retos económicos de los próximos años: flexibilidad. Se trata de un término inquietante, pese a las connotaciones de racionalidad y suavidad que conlleva. Tras él se suele ocultar la ley de la selva, el sálvese quien pueda y el ande yo caliente..., cosas que no fomentan precisamente la unión, europea o no.

En el caso de la flexibilización del Plan de Estabilidad, el Banco Central Europeo (BCE) advirtió inmediatamente -y estérilmente- de los riesgos. La renuncia a limitar el déficit público de cada país al 3 por 100 del Producto Interior Bruto, como se exigía antes, amenaza con aumentar la inflación y ésta sería seguida de inmediato e irremediablemente por el aumento de los tipos de interés. Tal medida favorece, en principio, muy especialmente los intereses de Alemania, Francia y los nuevos socios, pero puede ser un desastre para España, donde el nivel de endeudamiento privado, al amparo de la bonanza económica, ha llegado a un extremo que podría ser suicida si se imponen las “vacas flacas”. El Gobierno español parece no tener nada que decir al respecto, o tal vez asume que sería inútil lo que dijera y prefiere guardar silencio para no despertar la inquietud interna.

En lo que concierne al empleo, el “retoque” del sueño del pleno empleo para 2010 implica una “flexibilidad” en cierta medida paradójica si comparamos su ‘filosofía’ con la que se aplica al Plan de Estabilidad. Si en éste se impone con firmeza inflexible la flexibilización, en lo que respecta al empleo se deja en libertad a cada país para que, con un horizonte de tres años, diseñe su propio programa para alcanzar tal objetivo. Tal medida se pretende compatibilizar (eso se afirma) con un plan a nivel comunitario. Ellos sabrán cómo pretenden alcanzar tal compatibilidad, pero a lo que suena es a renuncia. Como la zorra ante las uvas, la UE se dice a sí misma y sólo a sí misma que “no están maduras” mientras finge mantener el utópico objetivo. Como es bien sabido, la Europa social puede esperar. Lo primero es la económica.

Por supuesto, si algún país de la UE logra el pleno empleo en 2010 -cosa sumamente dudosa- no será España. Aquí el paro está asumido como algo estructural, una experiencia familiar y aparentemente ineluctable que nunca ha sido afrontada con un mínimo de seriedad, pese a que lesiona de modo gravísimo a la sociedad española y genera prácticas tan escandalosas como impunes.

La prueba de que España no va en serio contra el desempleo la dan los propios enunciados del ‘diálogo social’ que ahora se inicia bajo la inspiración y tutela del Gobierno. Se pretende que sindicatos y empresarios se pongan de acuerdo para lograr una cosa sumamente deseable, la reducción severa del desproporcionado volumen de contratos temporales (muy superior al de la UE), y otra extremadamente contestable, además de paradójica: la flexibilización de los contratos indefinidos. Tal ‘desideratum’, dados los precedentes 'pasteleros' y la domesticidad de unos sindicatos institucionalizados, cuya representatividad hace tiempo que es meramente virtual, puede convertirse fácilmente en una reducción mínima de los contratos temporales y en el final de los contratos indefinidos tal como han sido entendidos hasta ahora.

Para España el escenario puede ser de pesadilla a medio plazo, con una población castigada en su capacidad de consumo y ahorro por el engrosamiento de sus deudas, una competitividad reducida (si cabe más) por el encarecimiento de los costes productivos y la oferta extracomunitaria, el drástico recorte del ‘maná’ de los fondos comunitarios y un aumento notable de la precariedad laboral en términos reales.

Tal vez ha llegado el momento de que Zapatero descienda a la arena de la vida real y nos cuente qué es lo que ha soñado para evitar que en unos pocos años nos veamos con el agua al cuello. Cuando la UE retoca sus sueños y las nubes comienzan a hacer acto de presencia sobre esta Arcadia supuestamente feliz hay que meterse en la propia casa, arreglar los tejados para que no haya goteras y fortalecer paredes y cimientos para resistir cualquier riada. Todos hemos percibido el regreso al ‘corazón Europa’, muchos compartimos la conveniencia de una alianza de civilizaciones frente al “choque” que otros se empeñan en practicar. A no pocos nos gustaría, asimismo, una reforma constitucional que ponga fin a los pleitos territoriales... ¿Pero qué tal si empezamos a tomar medidas para minimizar los daños que, sin necesidad de ninguna bola mágica, son previsibles en un próximo futuro? ¿Qué habría de malo en decir: “señores, se avecinan malos tiempos y es el momento de tomar medidas”?

La economía y sus consecuencias sociales y no las sistemáticas insidias e intoxicaciones del PP pueden ser la Némesis de este Gobierno. Tiempo al tiempo. En economía, que no es precisamente su fuerte, nuestro presidente está en la línea Blair más que dentro de la ortodoxia socialdemócrata y éste, a su vez, en la de Thatcher, de triste recuerdo para los trabajadores de Gran Bretaña. Ya se sabe que los ‘socialistas’ están para lidiar con las crisis cíclicas mientras la derecha rentabiliza las bonanzas a favor de 'los suyos'.

Me pregunto qué futuro tendrán la sonrisa y el 'buen rollito' de nuestro presidente, que tanto obsesionan a Rajoy y Cia, cuando haya que coger el toro por los cuernos y tratar de salir triunfante e indemne, sin perder el favor del público.

18 marzo, 2005

Hasta... las narices

J'aimerais tenir l’enfant de salaud
Qui a fait graver sous ma statue
" Il est mort comme un héros
Il est mort comme on ne meurt plus".
Moi qui suis parti faire la guerre
Parce que je m'ennuyais tellement...
(*)

La statue. Jacques Brel

Hasta las narices, por no ser grosero, estoy de las dos españas, de su resurrección artificial y de los efectos negativos que ese ‘revival’ pueda ejercer sobre nuestra sociedad civil, que, al paso que vamos, parece condenada a una eterna inmadurez, anclada en una paralizante simplificación maniquea. Este personal estado anímico no es reciente, por supuesto, pero tal vez no escribiría específicamente sobre ello -aunque he aludido al asunto en otros artículos- si no se hubiera montado la que se ha montado con ocasión de la retirada de la estatua de Franco en Madrid, en coincidencia -que muchos no consideran casual- con un homenaje al ex líder ex comunista Santiago Carrillo.

Vaya por delante que soy radicalmente iconoclasta y que comparto la visión sarcástica que Brel expresa en ‘La statue’ sobre la imaginería pública, cualquiera que sea el motivo o el personaje al que se pretende inmortalizar o rendir culto u homenaje. El fetichismo es una desviación. Y no sólo sexual. Como consecuencia de mi iconoclastia no sólo no siento ningún dolor cuando retiran algún icono, sino que lo interpreto como un alentador síntoma de salud. Si no se erigieran nadie tendría nada contra ellos y la especie se evitaría irracionalismos simbólicos tales como “fusilar” al Sagrado Corazón o dinamitar a Buda.

Dando por sentado que el ser humano permanece en una fase de su teórica evolución que podríamos denominar infancia post-tribal habrá que asumir que el culto icónico y su contrapartida iconoclasta no van a desaparecer en un futuro próximo. Lamentablemente tampoco desaparece, salvo en casos muy concretos, el espíritu que algunos iconos simbolizan. Ese es el caso de la estatua de Franco, de la cual, por cierto, aún queda en pie un ejemplar en la somnolienta y reaccionaria Vetusta en la que habito y que, visto lo visto, podría convertirse en destino de peregrinaciones nostálgicas y meta de encendidos desagravios.

Quedan muchos que consideran al dictador un ser providencial y soportan malamente las "incertidumbres" de la democracia, a no ser que gobiernen los suyos, que, naturalmente, no tienen nada contra tan 'respetables' símbolos históricos ni van a poner en cuestión sus ancestrales 'valores'. La que se ha montado con ocasión de la retirada de la estatua de Franco en Madrid, con los agravantes -según las voces más montaraces- de la nocturnidad y la alevosía del coincidente homenaje a “Santi Paracuellos”, como ‘ellos’ denominan a Carrillo, evidencia que la tarea de reafirmación que el autocrático Aznar se impuso ha alcanzado un éxito pleno. Y lamentable, en cuanto a la recuperación de la idea de las dos españas irreconciliables. Incluso Peces-Barba parece contagiado de la herejía maniquea, a juzgar por su alusión a ‘buenos’ y ‘malos’ en el mencionado homenaje.

¿Aún no había dicho que estoy tambien contra los homenajes? Pues sí, lo estoy con tanto o mayor fervor que contra los iconos porque tales actos no son otra cosa que estatuas metafóricas. Esas reuniones de sonrientes palmeadores de espaldas siempre me han parecido un refinado ejemplo de hipocresía. Concilios de mentirosos más o menos ebrios, competición de hipérboles farsantes, sirven también en ocasiones para vagas o precisas reivindicaciones. Ese debe ser el caso del homenaje a Carrillo, pero me temo que no se me alcanza mucho su significado.

¿Era acaso un homenaje de la clase política a sí misma a partir de la paradigmática capacidad del homenajeado para traicionarse a sí mismo y a los suyos sin sucesión de continuidad desde su ya remota juventud? Eso es lo que me temo. Si Carrillo fuera ejemplo de algo lo sería del pragmatismo más cínico y rastrero. El ex líder casi vitalicio del PCE es una especie de Talleyrand de vía estrecha, un ejemplo inimitable de todo lo malo (y es mucho) que conlleva el concepto de “político profesional”.

Pero volvamos al tema central. La retirada de la estatua de Franco ha sido calificada de “provocación” y ha motivado que el inefable Zaplana apostrofe de “radical” al Gobierno. La ultraderecha ha alterado el orden público, como corresponde a su naturaleza. Mientras, el fino y sibilino Rajoy ha acusado al Gobierno precisamente de lo que se acusa a su partido, es decir: de resucitar el pasado y fomentar la división. Y los ideólogos de la ‘Brunete mediática’ desbarran a gusto una vez más contra el Ejecutivo con argumentos que darían risa sino dieran más pena.

Afortunadamente, el pueblo soberano, en su silenciosa mayoría, no parece dejarse impresionar por el delirio del teatro político. Especialmente los jóvenes contemplan el espectáculo fantasmagórico de las dos españas con la misma actitud que si fuera un ‘talk show’ demasiado reiterativo. Ponen un poco de atención a las diatribas, alucinan brevemente y a continuación se dicen “apaga y vámonos”.

Lo que a ellos les preocupa es saber qué España les va a proporcionar un empleo estable y con un sueldo razonable, y, en el colmo de la ambición, en qué década del siglo podrán tener un piso en propiedad sin por ello renunciar necesariamente a ese derecho que todos tenemos a una vida digna.

También ellos, sobre todo ellos, están hasta... las narices.

(*) “Me gustaría pillar al hijo de hijoputa/ que ha hecho grabar bajo mi estatua/ 'Ha muerto como un héroe/ ha muerto como ya no se muere'/ Yo, que me marché a hacer la guerra/ porque me aburría de tal manera...”.


16 marzo, 2005

"Irak va bien", dicen

‘Il cavaliere’ Silvio Berlusconi anunció ayer que ha decidido iniciar en septiembre la retirada de las tropas italianas de Irak. El anuncio no fue realizado en el Parlamento, como hubiera sido de esperar, sino ante las cámaras de televisión, escenario por el que el plutócrata siente predilección -sin duda porque lo controla aún más que a la Cámara- y al que pudo mostrar orgulloso su nueva pelambre, aportación más reciente del peculiar líder a su rediseño rejuvenecedor.

Estados Unidos se ha apresurado a matizar que tal decisión no obedece a la muerte de un agente secreto italiano por sus tropas con ocasión de la puesta en libertad de la periodista izquierdista italiana Giuliana Sgrena, asunto, por cierto, que es de temer que no se aclarará jamás. Ociosa matización, en cualquier caso. La causa de la decisión del líder de “Forza Italia” tiene una motivación mucho más electoralista que moral o puramente política.

A un año de las elecciones, el superempresario y emperador de los medios de comunicación tiene muy claro que si no retira las tropas le espera un voto de castigo que ríase usted del 14-M español. El ‘suceso Sgrena’ sólo ha sido la gota que colma el vaso de la paciencia y la frustración del pueblo italiano ante la particular aventura iraquí del curioso personaje que rige sus destinos. Italia ha estado en vilo demasiadas veces como consecuencia de la ‘porca guerra’ a la que Berlusconi le apuntó.

El líder italiano ha visto el cielo abierto con el optimismo propagandístico que se ha extendido en Occidente tras la ‘exitosa’ celebración de las elecciones en Irak. “Bueno, esto está prácticamente resuelto”, ha debido decirles con su desparpajo característico a sus amiguetes yanquis. “Entonces casi que nos vamos, ¿eh?”. Blair tiene un problema electoral similar y lo comprende. Bush, que, con una complicidad mediática inédita, ha superado la prueba electoral con éxito, seguramente lo comprende menos. Pero Bush comprende muy pocas cosas, como es sabido.

Es probable, incluso, que el propio Bush crea lo que dice, que “Irak va bien”. La prensa y los sondeos le son favorables tras las elecciones iraquíes, la distensión entre Israel y Palestina y el inicio de la retirada siria de Líbano (*). Pero lo cierto es que la “iraquización” (en Vietnam se le llamó ‘vietnamización’ al inicio de la derrota) tiene un semblante fatal. Los atentados y las acciones guerrilleras impunes y ubicuas no cesan. Ni la coalición ni el 'neoejército' iraquí controlan el territorio. El miedo y el asqueo dominan el ánimo de las tropas de la coalición ocupante, convencidas de que la paz empieza nunca en ese país hostil que sólo les permite una cierta sensación de seguridad en los cuarteles (su residencia habitual). Irak va bien de culo y contra el viento, resumiendo castizamente.

Hoy se ha reunido el mutilado Parlamento iraquí, por primera vez tras las elecciones. Lo ha hecho bajo extremas medidas de seguridad en el área más segura de Bagdad, la denominada "zona verde", en cuyo interior se han registrado algunas explosiones, que -se dice- no han causado víctimas. La sesión ha sido rigurosamente protocolaria. Ni se han elegido los cargos de la Asamblea ni se ha tratado de la formación del Gobierno, que sin duda será cooptado digitalmente por el “amigo americano”. Pese a todo, me juego el bigote a que la noticia y la foto serán extensamente publicitadas en casi todo el orbe como signo de la progresiva “normalización” de Irak. Por cierto, ¿qué se sabe de los suníes? ¿Han sido declarados apátridas?

Pero tranquilos: Irak Va bien. ¿Y el mundo? Para qué te voy a contar.

(*) Y a todo esto, ¿quién mató a Hariri? ¿Lo sabremos alguna vez? A Siria no le beneficiaba en absoluto tal acción, como la prueban las consecuencias, y el difunto no era ningún acérrimo enemigo suyo. Como en cualquier investigación criminal, en este caso hay que prenguntarse a quien beneficia. Lo cierto es que las tropas sirias abandonan Líbano mientras las israelíes siguen en los Altos del Golán. Otro signo de “normalización”. ¿O no?


10 marzo, 2005

'Tangentópolis' a la catalana

Quiere la tradición popular que se denomine ‘justicia catalana’ a la que se ejerce sin dilación ni miramiento especial de las reglas procesales y, en última instancia, el término alude a la vindicación que se practica por la propia mano y en caliente. Tal expresión tendría su origen en un remoto alcalde catalán que, tras sorprender a un homicida “in fraganti”, lo mandó ahorcar sin mayores trámites. “Justicia catalana no entiende de cuentos” fue la lapidaria sentencia que surgió de esta historia, supongo que verídica.

Ignoro si la Justicia catalana entiende a estas alturas de cuentos, aunque me da a mi que sí y que no poco, pero de lo que sin duda debería entender más es de cuentas. Concretamente, de las cuentas (secretas, claro) que presuntamente vinculan desde su origen al liderazgo de la Generalitat y a la coalición nacionalista (CiU) que la ha gobernado hasta ayer con el trasiego irregular de fondos con los más variados destinos y orígenes. Carlos Jiménez Villarejo, que fuera fiscal jefe de la Audiencia de Barcelona, podría hablar largo y tendido de lo que pudo ser y no fue, de lo que la Justicia catalana debió hacer y no hizo. El corrupto juez Estevill, que llegó de la mano de CiU hasta el Consejo General del Poder Judicial, sabe aún más, pues no en vano se hundió hasta los ojos en el hedor de la pomada, pero no cabe esperar que escriba sus memorias ni formule denuncia alguna quien llevó la prevaricación y la extorsión a niveles nunca hozados por juez alguno.

Hay mar de fondo en el generalmente apacible Mar Muerto de la política catalana desde que Maragall soltase inopinadamente la bomba en el Parlament. “Ustedes lo que tienen es un problema del tres por ciento”, le espetó el president al líder de la inédita oposición convergente-y-unida. “Usted acaba de mandar a hacer puñetas le legislatura”, le respondió un indignado y perplejo Artur Mas, exigiéndole una inmediata rectificación... Y Maragall dejó boquiabiertos a propios y extraños retirando lo dicho. Ya era demasiado tarde, por supuesto. No se lleva el viento lo que se dice en una asamblea pública con luces y taquígrafos y -lo que es peor- con la televisión como testigo.

Ignoro si la legislatura catalana se irá a hacer puñetas, pero lo que sí se fue desde ese día al garete fue el famoso ‘seny’ catalán, objeto de tanto panegírico. Los políticos catalanes, tan cordiales, elegantes e irónicos ellos, parecen haberse dado de común acuerdo a la dipsomanía. Maragall anda haciendo metáforas impropias a base de soufflés, vaselina y violencia de genero, como un delirante Dalí de la cosa pública. Mas parece poseído por un ataque de rabia y, cual kamikaze con barretina, ha puesto irresponsablemente en marcha el ventilador. Y no el de la inocua técnica guitarrera de la rumba catalana, sino el que proyecta la mierda en todas direcciones y lo deja todo hecho un asco.

A la Justicia catalana no le va a faltar trabajo si sigue todas las pistas que están surgiendo, incluída la alusión de Mas a la financiación irregular de ERC. El líder de CiU, notoriamente desbordado por la sospechosa herencia de Pujol, ha llegado a afirmar que si dijera todo lo que ha llegado a saber sobre las anomalías financieras de los republicanos la política catalana se convertiría en “un vertedero”. Estruendosa pérdida de papeles. Con tal afirmación no ha hecho sino confirmar lo que supuestamente no quiere decir. O sea, lo que gracias a unos y a otros ya sabemos todos: que el vertedero catalán es una realidad. Lo que me pregunto es por qué ningún fiscal ha llamado a Mas para que informe de lo que sabe sobre ERC. Me lo pregunto retóricamente, claro.

El ojo de la Justicia investiga ya la 'tangentópolis' catalana, pero, independientemente de la voluntad y determinación de los defensores de la ley, me temo que no cabe esperar mucho de su acción. Hay una no escrita y antiquísima ley del silencio en los tratos entre empresas y políticos. La connivencia y la no agresión son la regla de oro. Los únicos que han abierto la boca en este sonoro caso son un par de empresarios de medio pelo a los que el relevo del poder en la Generalitat les ha dejado con trabajos impagados de los que nadie se responsabiliza. Y ellos no hablan de un tres por ciento de comisión, sino de un veinte.

¿Se puede llegar a través de ese frágil hilo al ovillo dorado? En el caso de la “tangentópolis” italiana así fue. Una minucia casi insignificante y el locuaz “arrepentimiento” de un pequeño canalla que sabía demasiado dio lugar a la operación judicial “manos limpias”, con el justiciero magistrado Di Pietro al frente. El resultado de la minuciosa operación de limpieza practicada por el poder judicial fue que, como diría Mas, se fue a hacer puñetas toda la partitocracia de la república y surgió el sonriente tiburón plutócrata llamado Berlusconi, formó un partido con nombre de asociación de ‘tiffosi’ (Forza Italia), y, por vía parlamentaria, se regaló a sí mismo toda la impunidad judicial que le convino, que era mucha. De Guatemala a Guatepeor.

Nadie debe haber más contrito a estas horas por haber abierto la caja de Pandora sin encomendarse ni a dios ni al diablo que el propio Maragall. Ni su partido está contento, ni La Moncloa lo está y no digamos CiU, abiertamente dispuesta a morir matando si las cosas le van aún peor. Ahora se pretende minimizar los daños y serenar las aguas. El debate, hoy, de la moción de censura contra Maragall, presentada oportunistamente por Piqué (¿recuerdan el caso Ertoil?), será la prueba de fuego. Pero aunque los políticos se aplaquen queda por saber lo que hará esa teórica variable independiente que es la Justicia, la catalana y la española.

Yo tengo escasas dudas al respecto. Todo se quedará en una tempestad en un vaso de agua, en un “calentón” (así se calificó en su día la sorprendente denuncia de Maragall) circunstancial y pasajero. Alguien caerá, claro. La cuestión es si ese ‘alguien’ se va a resignar a pagar el pato en solitario o va a poner sobre la mesa judicial datos ante los que no se puede hacer la vista gorda. Esperemos y veamos.

En el interregno se podría hacer una reflexión sobre un iluminador artículo que -supongo que no por azar- publicó el pasado domingo José Vidal Beneyto en “El País”. Tiene el sugerente título “¿Viva la corrupción?” y, naturalmente, no habla para nada de la ‘tangentópolis’ catalana. Glosa su autor el último hallazgo de Moisés Naim, un respetado “ideólogo” estadounidense, editor de la influyente publicación “Foreign Policy” (“Política Exterior”). Con perdón del autor -y confío en que con su tácito permiso- reproduzco un fragmento elocuente del artículo:

En línea con el supuesto básico del liberalismo radical de que no hay estímulo más eficaz para la transgresión que la prohibición, el autor nos propone la secuencia argumental clásica en este tipo de demostraciones: la corrupción es consustancial a la humanidad y por eso es tan antigua como ella, con lo que es imposible de determinar y de medir, y oponerse a ella no sólo es inútil sino perverso por los efectos negativos que esa oposición genera. Las leyes anticorrupción, los códigos de conducta empresarial, la acción de las ONGs que luchan por mantener comportamientos éticos en la actividad económica -Transparencia Internacional, etc.- son para Moisés Naim, que los cita explícitamente, causantes de múltiples daños colaterales pues "pretender restringir la cultura del soborno y la codicia... es una ilusión paralizante". O como escribe de forma aún más lapidaria: "La guerra contra la corrupción esta minando la democracia".

Tomen nota porque no hay virus nacido en Washington que no se extienda rápidamente por el mundo. ¿Acabaremos teniendo leyes anti-anticorrupción por el bien y la prosperidad de un concepto pervertido de democracia? Esperemos que no. Sería un descaro insufrible para los sufridos ciudadanos. Este país tiene una dilatada experiencia en la práctica cómplice y complaciente de hacer la vista gorda. Con eso basta y sobra. Y no es por el bien de la democracia, como a nadie se le oculta.

¿Comprenden mi radical escepticismo? Muchas gracias.


09 marzo, 2005

El 14.M de la Iglesia

La noticia ha sido sorprendente y contiene un alto potencial significativo, por lo que hoy ocupa el lugar de honor en las portadas de todos los diarios. Los eclesiólogos se han quedado de palo, perplejos, desautorizados. Monseñor Blázquez no estaba en ninguna quiniela. Para empezar, es obispo y no arzobispo, como todos los que hasta ahora han presidido la Conferencia Episcopal en sus 40 años de existencia, y para continuar, se daba por sentado que Rouco iba a ser reelegido. La verdad es que faltó muy poco para que así fuera, pero la Iglesia es una institución compleja, sutil y no poco misteriosa.

La elección de Blázquez ha sido tan sorprendente como en su día lo fue la de Woityla como Papa, aunque -se cree- de signo opuesto. ¿Un polaco?, se decían. Ahora los especialistas, los curas y los fieles se pellizcan (a sí mismos, por supuesto) incrédulos: ¿El obispo de Bilbao? Sorpresas te da la vida, que cantaría Rubén Blades.

Pues sí, se diría que el vilipendiado talante zapateril es contagioso. Podría aventurarse que la Iglesia española tuvo ayer su particular 14-M. Incluso podría creerse que la Conferencia Episcopal es un órgano más permeable y menos esclerótico de lo que siempre -especialmente en la era Rouco- se ha venido creyendo. Exegetas tiene la santa madre...

Yo, ante todo cambio supuestamente significativo, evoco siempre el cinismo lampedusiano: “Cambiemos algo para que todo siga igual”. Esa es la filosofía profunda del poder temporal y, por supuesto, también de la Iglesia, que es el más antiguo de los poderes de la tierra. Conviene recordar que hubo una vez un Concilio Vaticano II, revolucionaria operación de “aggiornamento” (puesta al día), como se decía -en italiano- entonces. Conviene recordar también que la apisonadora Atila-Woityla no ha dejado piedra sobre piedra de aquellos frágiles cimientos de una ‘revolución’ tan tentadora como imposible.

La iglesia católica tiene una portentosa capacidad de adaptación, una cualidad pragmática que podría calificarse de mimética y que constituye la razón fundamental de su dilatada supervivencia. Del judaísmo reformado original, monoteista e iconoclasta, a la romanización trinitaria, politeísta (¿qué otra cosa son los santos sino pequeños dioses?) e iconófila. De las saturnales, a la Navidad. De las deidades femeninas imperantes en las religiones derrotadas, al paradigma sustitutivo de la virgen María. De los beligerantes estados pontificios y sus ejércitos, a la ínsula beatífica del “estado” Vaticano...

Resumiendo: la elección de Blázquez no va a cambiar nada esencial, lo mismo que el relevo de Aznar por Zapatero. Al autócrata y reaccionario Rouco/Aznar le sustituye el dialogante y moderado Blázquez/Zapatero. Eso sólo significa un cambio de talante, nada revolucionario. Pero no minimicemos la importancia de tal cambio. Que la iglesia española rectifique su rumbo de colisión con la sociedad y el Estado (eso es lo que se espera de Blázquez) no es grano de anís ni moco de pavo.

Entre la Iglesia y el PP han creado en los últimos tiempos un clima de permanente crispación que enrarece y tensa artificialmente el ambiente sociopolítico. El odio, el insulto, la mentira y la bronca se supone que no son precisamente cristianos. ¿Lo es la COPE? ¿Lo es la amenaza de sacar a la calle en manifestación a los padres católicos? ¿Lo es la arrogancia impositiva en nombre de un dios que no es el de todos? ¿Lo es la permanente injuria radiofónica o la intoxicación informativa sistemática? Y más allá de todo esto: ¿Es rentable para los intereses de la iglesia española su identificación incondicional con el PP? (*)

Pues eso, bienvenido sea el cambio de talante si se plasma en realidades palpables porque la sociedad española ya está harta de que la quieran llevar a una guerra que sólo una minoría asilvestrada siente como propia. No son tiempos de cruzadas, ni nacionales ni planetarias. Aunque digan lo contrario Bush, Woityla o el “sursum corda”. Que nos dejen en paz. Que nos dejen la paz.

(*) Sugiero la relectura de “La Espiral” del 25 de enero (Archivos/Enero) como complemento.