31 enero, 2005

"... Y sé todos los cuentos"

Yo sé muy pocas cosas, es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos...
Y sé todos los cuentos.

LEÓN FELIPE

Decíamos ayer... Pero hoy se puede ver mucho más claro que una cosa es vencer y otra muy diferente (y mucho más difícil y necesaria) es convencer. El elocuente vendemotos y trapisondista Tony Blair -con la generosa ayuda del juez Hutton- es el vencedor oficial en el "caso Kelly", pero los sondeos revelan que la población británica alberga severas dudas sobre su inocencia y honestidad. Así pues, la suya ha sido una victoria pírrica e incluso ridícula.

Las verdades oficiales no son nunca la verdad sobre las cosas a las que se refieren. Eso la gente, aunque no pueda afirmarlo y mucho menos demostrarlo, lo intuye. Por eso busca iluminación y contraste en los medios informativos, ¿pero qué ocurre cuando los medios se transforman en meros transmisores de las "verdades" oficiales (concepto en el que incluyo toda mentira, manipulación o intoxicación que cualquier poder, no necesariamente político, pretenda imponer como verdad incuestionable)? Que antes o después cae en el descrédito y cosecha el efecto contrario al pretendido.

Lamentablemente, ese descrédito no es sólo un daño que reciban los medios que se han hecho acreedores a él, sino que también hay que apuntarlo en el déficit de la democracia, en el capítulo de pérdidas de la sociedad. Se trata, pura y simplemente, de una mutilación esencial, una desgracia colectiva. Algún teórico de patio de vecindad gusta de decir que a la gente no le interesa conocer la verdad, sino que le digan aquello que coincide con sus prejuicios e intereses y que entre esos intereses prima el de pasarlo bien, sentirse a gusto, evadirse. ¿Por qué abrumarle con realidades que le sobrepasan?

Prejuzgar la postura y los intereses de la gente, considerada como un todo orgánico, es típicamente fascista, como lo es lo que se deduce de ese axioma con aromas aristocratizantes que gusta de ver a los pueblos como máquinas sin conciencia ni objetivos, porque esa es la premisa a partir de la cual se les instrumenta al servicio de cualquier aberración que decida el instrumentador y que generalmente es ajena en absoluto -cuando no contraria- a los intereses del "instrumento".

También es característico de la perversión fascista de la lógica confundir las consecuencias con sus causas. Que las masas estén alienadas no es nunca la consecuencia de una elección personal de cada individuo ni de un irreversible condicionamento genético. La indiferencia y el hedonismo no forman parte de la naturaleza intrínseca de los pueblos. Por el contrario, ese síndrome es consecuencia de una realidad nada casual en la que la gente se siente ajena al destino de la sociedad, de cuya gestión ha sido marginada y de cuyas realidades se sabe desinformada.

La experiencia de España, devuelta a la democracia hace 25 años tras 40 de secuestro dictatorial, es reveladora al respecto. Entre los años 75 y 84 la gente, en su mayoría, leía ansiosamente cada información que circulaba y la debatía con su familia, con sus amigos, con sus compañeros de trabajo. Se hablaba de política y de problemas sociales. La tirada de diarios y revistas creció notablemente. Los debates políticos en la televisión o las retransmisiones de los plenos del Congreso batían récords de audiencia. ¿Que ha pasado para que aquél pueblo apasionado y políticamente activo se haya convertido en apático, escéptico y, aparentemente, se interese sólo en consumir y divertirse?

Muy simple. Se le ha defraudado. Y el fraude no procede únicamente de la órbita política, judicial o laboral, sino también de la informativa. Cuando el llamado "cuarto poder" se transforma en una excrecencia servil de los poderes políticos y económicos desaparece la última esperanza. Y eso es lo que ha sucedido. Antes, por supuesto, ya había ocurrido en todos los países democráticos occidentales, a los que cada vez nos parecemos más, especialmente en sus lacras y defectos. Hay tarados que venden esa coincidencia como un éxito y lo peor es que hay quien les cree.

Volviendo al tema de la BBC, para concluir por hoy, es preciso subrayar, además de la victoria-derrota de Blair, la digna reacción de los trabajadores de la cadena pública británica, conscientes de que el golpe recibido quizás sólo sea el preludio de males mayores. Miles de trabajadores, que ya habían protagonizado varias manifestaciones de protesta, han publicado hoy un anuncio en el "Daily Telegraph" en defensa del dimisionario director general, Greg Dyke. En él aseguran que mantienen la filosofía de éste y que lucharán por una BBC "que sirva a los ciudadanos por encima de todo".

He ahí la madre del cordero.

30 enero, 2005

La cabeza del mensajero

Lo sucedido a la BBC a raíz de la difusión del informe Hutton sobre el "caso Kelly", que también podría ser el "caso Blair" o el "caso armas de destrucción masiva", es muy revelador acerca de la deriva que lleva en el Occidente "democrático" la libertad de información. Matar al mensajero sigue siendo la bárbara "solución" para borrar del mapa las malas noticias que afectan al poder, que en este caso es un poder global, aunque nuestra historia se centre, por el momento, en Gran Bretaña.

El juez Hutton, por supuesto, no entra en el fondo de la cuestión. Hacerlo tal vez hubiera equivalido a excederse en sus competencias, pero al abstenerse de considerar el contexto ha concluido lo previsible: en la medida en que no hay pruebas y el testigo de cargo se suicidó (o eso parece) fue una acusación irresponsable la que difundió la BBC afirmando que el Gobierno británico exageró deliberadamente su informe sobre la existencia de armas de destrucción masiva en el Irak de la preguerra y de su supuesta capacidad para desatar un ataque en muy poco tiempo. Consecuentemente, Hutton, tal vez temeroso de no ser suficientemente claro o leal, arremete contra la BBC, empresa estatal de información con un estatuto de autonomía hasta ahora ejemplar, y una trayectoria de servicio a la sociedad envidiable.

Y es de temer que las consecuencias de tan "ejemplar" contundencia no se van a limitar a las dimisiones ya conocidas de los más altos responsables de la BBC. Lo que se deduce del singular informe, que no parece cumplir otra función que la de exculpar a Blair y a sus fontaneros y ofrecer un chivo expiatorio alternativo, es que los medios informativos sólo deben difundir verdades absolutas, realidades escrupulosamente contrastadas y contrastables; que las fuentes no pueden ser secretas y que es mejor pensárselo setenta veces siete antes de difundir algo que perjudique al poder y sus intereses.

¿En qué lugar deja eso a los medios informativos en relación con el poder? En el de simples gacetilleros, serviles transcriptores de ruedas de prensa y notas informativas, lacayos descerebrados, extensiones acríticas de las manipulaciones y sesgos de la fuente que proyecta toda la luz con ausencia total de sombras.

¿Quien necesita una información que sólo sirve a quien está en su origen? Estamos ante la antítesis del periodismo, o sea de la libertad de información y del derecho a ser informado libremente. Y por lo tanto nos hallamos ante algo mucho más grave de lo que parece a primera vista: un atentado nada anecdótico contra la democracia, ya que ésta es inconcebible sin las libertades necesariamente complementarias de información y expresión.

Dada la cantidad de tela que hay que cortar en este transcendental asunto de la libertad de información y, por ende, de expresión y puesto que llevo mucho tiempo planteándome afrontarlo a fondo, sirva este artículo como breve introducción. Continuará.

28 enero, 2005

Lasciate ogni speranza...

La crisis de la Generalitat, más allá de evidenciar el inquietante narcisismo de su principal protagonista, Carod-Rovira, ha arrojado nueva e inequívoca luz sobre la falta de liderazgo en el PSOE. A Rodríguez Zapatero -como diría mi madre- le falta un hervor. Y a estas alturas de la historia todo indica que esa no es una situación provisional, sino definitiva. Sencillamente, no está a la altura, no da la talla.

El secretario general del PSOE ha perdido totalmente los papeles en esta crisis. Dejar por la mañana la pelota en el tejado de Maragall para intentar rematarla de un "firme" punterazo apenas caída la noche es una prueba irrefutable de su falta de capacidad política, de su ausencia de criterio e incluso de carácter. Su entorno inmediato, por otra parte, sufre del mismo mal. El triunvirato formado por Zapatero, Jesús Caldera y José Blanco me hace evocar la dirección de alguna institución religioso-pedagógica de los oscuros primeros 60. El superior, el prefecto y el ecónomo: un trío de meapilas con una tarea que les supera ampliamente a la menor prueba.

Eso explica por qué se ha vuelto crecientemente decisivo el papel de los "barones" (alguno de ellos, camino de la eternidad en el poder y, en consecuencia, con un encallecido conservadurismo de fondo que poco tiene que envidiar al de sus oponentes conservadores) así como el influjo de una serie de "notables" heterogéneos que no saben muy bien qué se espera de ellos. La consecuencia de esta situación es la "estrategia del bandazo", la incoherencia y, en definitiva, la confusión; la suya y la del electorado. Pese a todo, el Gobierno y su partido no parecen tener muy clara la victoria en el 14 de marzo, o bien necesitan que su mayoría absoluta sea arrolladora para seguir con su monólogo autista y autoritario.

Parece claro que la revelación de los contactos entre ese chisgarabís llamado Carod-Rovira y la dirección de ETA no es un "scoop" periodístico forjado a base de paciente investigación por la aguerrida plantilla de ABC, sino un regalo del CNI que no puede haber sido hecho por algún "Mortadelo" insignificante de la 'Casa', si no ordenado desde las alturas del Estado y del Gobierno. El objetivo no puede ser más claro: dinamitar el pacto de Gobierno en Cataluña y, last but not least, volar en pedazos la renqueante sala de máquinas del PSOE. ¿Son éstos objetivos legítimos de unos servicios de inteligencia que se supone que sirven a la seguridad del Estado -o sea de todos- y no al éxito de un partido o un Gobierno? Digan conmigo NO.

Si realmente, como se está contando, el CNI llegó a grabar el encuentro de Carod-Rovira con Josu Ternera y Mikel Antza está claro que pudo detener a ambos, reclamados por la Justicia. ¿Por qué no lo hizo? Si hubo órdenes de no actuar, la tesis de quienes afirman que el PP está interesado en mantener viva la amenaza de ETA porque le beneficia políticamente estaría confirmada. Y si se pudiera demostrar -que no se puede, me temo-, al PP le quedarían muy pocos telediarios en el poder.

Otra posibilidad bastante verosímil es que el CNI haya infiltrado a ETA hasta un nivel notablemente elevado de su hoy frágil estructura. La "kale borroka", con sus jovenzuelos destrozando alegremente -la litrona en una mano y el cóctel molotov en la otra-, fue una ocasión "de libro" para hacerlo y no creo que se haya despreciado. Eso explicaría la rápida identificación y caída de los reducidos comandos que han intentado operar en los últimos años. ¿Pero no se pone en peligro la identidad del "topo" filtrando una información tan delicada como la que glosamos? Por supuesto que sí. Y sería una irresponsabilidad criminal.

"Lasciate ogni speranza" ("abandonad toda esperanza") rezaba sobre las puertas del infierno que describió Dante Alighieri. Pues eso, ahí estamos. Y encima, para aumentar la confusión, aparecen falsos mesías.


27 enero, 2005

De mesías a tonto ecuménico

Hay gente con un elevadísimo concepto de sí mismos, tan alto que se puede calificar sin hipérbole de mesiánico. No son pocos, aunque casi todos lo disimulen prudentemente. Los más mundanos de esta especie suelen dedicarse a la política mientras los casos más patológicos se vuelcan en la religión, donde lo mesiánico adquiere su auténtica dimensión mística.

Todo indica que Josep Lluis Carod-Rovira pertenece a esta especie (Aznar también, pero no es el caso de hablar de este personaje "providencial" que, afortunadamente, tiene la virtud -quizás la única- de cumplir su palabra y se va, aunque es de temer que no lo suficientemente lejos). El líder de Esquerra Republicana de Catalunya, que dice haber pesado decisivamente en su día para que Terra Lliure abandonase las armas, parecía pretender lo mismo de ETA, decidido a pasar a la historia como el "mesías" que trajo la paz.

Él ha dicho que su propuesta de tregua no se limitaba sólo a Cataluña, pero dado el clima que se ha creado tras la revelación hecha por "ABC", diario en el que alguien parece mantener excelentes relaciones con los servicios de inteligencia, nadie quiere creerselo. También se ha dicho que la entrevista estaba solicitada desde bastante tiempo antes y que ETA aceptó el encuentro sólo cuando Carod-Rovira alcanzó la alta posición de "conseller en cap" de la Generalitat. Obviamente, si el "mesías" catalán no fuera el patético vanidoso que es, su ahora discutible inteligencia le habría hecho responder a la invitación con la frasecita que gusta de soltar el otro "mesías", el mesetario: "Ahora no toca".

Y no se trata de que no se pueda o deba dialogar con ETA, y menos con tan constructivos propósitos, sino de que hacerlo en el momento en que lo hizo el consejero jefe, sin comunicarselo al presidente de la Generalitat y pretendiendo, con esquizofrénico desparpajo, que participó en la reunión como representante de ERC y no del gobierno catalán no sólo es una venial deslealtad, sino una mortal estupidez.

No podía ni debía ignorar Carod-Rovira todo lo que llovía desde el partido del Gobierno, en un país que llevaba meses en una feroz campaña electoral no declarada, contra el pacto "antiespañol" del PSC en Cataluña. El "gol de oro" que este tonto ecuménico ha servido al enemigo de su amigo y a su propio enemigo mediante su reunión con los terroristas le cualifica más que sobradamente para desaparecer del Gobierno de Cataluña.

No por loco, no por desleal. Simplemente por idiota.

Mañana más, porque hay mucho más que hablar: la torpeza insuperable de Zapatero (que no tiene nada de mesías pero sí de vergonzante catecúmeno), la infiltración de ETA y el papel de los servicios de inteligencia en la campaña electoral, la herencia endemoniada de Aznar... En fin.