28 enero, 2005

Lasciate ogni speranza...

La crisis de la Generalitat, más allá de evidenciar el inquietante narcisismo de su principal protagonista, Carod-Rovira, ha arrojado nueva e inequívoca luz sobre la falta de liderazgo en el PSOE. A Rodríguez Zapatero -como diría mi madre- le falta un hervor. Y a estas alturas de la historia todo indica que esa no es una situación provisional, sino definitiva. Sencillamente, no está a la altura, no da la talla.

El secretario general del PSOE ha perdido totalmente los papeles en esta crisis. Dejar por la mañana la pelota en el tejado de Maragall para intentar rematarla de un "firme" punterazo apenas caída la noche es una prueba irrefutable de su falta de capacidad política, de su ausencia de criterio e incluso de carácter. Su entorno inmediato, por otra parte, sufre del mismo mal. El triunvirato formado por Zapatero, Jesús Caldera y José Blanco me hace evocar la dirección de alguna institución religioso-pedagógica de los oscuros primeros 60. El superior, el prefecto y el ecónomo: un trío de meapilas con una tarea que les supera ampliamente a la menor prueba.

Eso explica por qué se ha vuelto crecientemente decisivo el papel de los "barones" (alguno de ellos, camino de la eternidad en el poder y, en consecuencia, con un encallecido conservadurismo de fondo que poco tiene que envidiar al de sus oponentes conservadores) así como el influjo de una serie de "notables" heterogéneos que no saben muy bien qué se espera de ellos. La consecuencia de esta situación es la "estrategia del bandazo", la incoherencia y, en definitiva, la confusión; la suya y la del electorado. Pese a todo, el Gobierno y su partido no parecen tener muy clara la victoria en el 14 de marzo, o bien necesitan que su mayoría absoluta sea arrolladora para seguir con su monólogo autista y autoritario.

Parece claro que la revelación de los contactos entre ese chisgarabís llamado Carod-Rovira y la dirección de ETA no es un "scoop" periodístico forjado a base de paciente investigación por la aguerrida plantilla de ABC, sino un regalo del CNI que no puede haber sido hecho por algún "Mortadelo" insignificante de la 'Casa', si no ordenado desde las alturas del Estado y del Gobierno. El objetivo no puede ser más claro: dinamitar el pacto de Gobierno en Cataluña y, last but not least, volar en pedazos la renqueante sala de máquinas del PSOE. ¿Son éstos objetivos legítimos de unos servicios de inteligencia que se supone que sirven a la seguridad del Estado -o sea de todos- y no al éxito de un partido o un Gobierno? Digan conmigo NO.

Si realmente, como se está contando, el CNI llegó a grabar el encuentro de Carod-Rovira con Josu Ternera y Mikel Antza está claro que pudo detener a ambos, reclamados por la Justicia. ¿Por qué no lo hizo? Si hubo órdenes de no actuar, la tesis de quienes afirman que el PP está interesado en mantener viva la amenaza de ETA porque le beneficia políticamente estaría confirmada. Y si se pudiera demostrar -que no se puede, me temo-, al PP le quedarían muy pocos telediarios en el poder.

Otra posibilidad bastante verosímil es que el CNI haya infiltrado a ETA hasta un nivel notablemente elevado de su hoy frágil estructura. La "kale borroka", con sus jovenzuelos destrozando alegremente -la litrona en una mano y el cóctel molotov en la otra-, fue una ocasión "de libro" para hacerlo y no creo que se haya despreciado. Eso explicaría la rápida identificación y caída de los reducidos comandos que han intentado operar en los últimos años. ¿Pero no se pone en peligro la identidad del "topo" filtrando una información tan delicada como la que glosamos? Por supuesto que sí. Y sería una irresponsabilidad criminal.

"Lasciate ogni speranza" ("abandonad toda esperanza") rezaba sobre las puertas del infierno que describió Dante Alighieri. Pues eso, ahí estamos. Y encima, para aumentar la confusión, aparecen falsos mesías.


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