30 abril, 2015

PIB: Menos lobos, Caperucita

Rajoy y sus turiferarios se presentan como a punto de levitar tras conocerse el aumento del 0,9 por 100 del PIB en el primer trimestre de este año. Es posible que tengan razón al revisar al alza la previsión de crecimiento del 2,4 al 2,9 en 2015, pero echar las campanas al vuelo no sólo es prematuro, sino también injustificado.

Ciertamente el consumo privado y la inversión están aumentando como consecuencia de un cambio en el estado de ánimo de quienes pueden permitírselo, pero también ha crecido, imprudentemente, el endeudamiento público, que podría superar el 100 por 100 este año.

Esa pesada hipoteca, que se tardará quizás décadas en reducir a un niviel razonable, no es la única ni la más grave. El desempleo, del 50,7 por 100 entre los más jóvenes y del 23,8 en total, es una rémora socioeconómica de primera magnitud. Se publicita mucho el aumento de las contrataciones y el descenso del paro, pero las estadísticas son tramposas, en la medida en que sólo la décima parte de los empleos responden a contratos fijos e incluso en éstos se están permitiendo situaciones de explotación intolerables.

Reconsiderar a corto plazo las reformas realizadas exclusivamente en favor de los empresarios y muy lesivas para los trabajadores es un requisito imprescindible para aumentar el consumo interno, sin el cual la economía española seguirá estando enferma y los índices macroeconómicos de crecimiento se estancarán a medio plazo. Esta es también una condición previa para posibilitar el retorno de los cientos de miles de jóvenes -muchos de ellos con un alto grado de preparación- que han emigrado en los últimos años y para evitar que sigan abandonando el país quienes más y mejor pueden contribuir a su reconstrucción.

Son tantas, tan importantes y urgentes las metas a alcanzar que un crecimiento del 0,9 por 100 del PIB resulta casi ridículo, especialmente si se tiene en cuenta que se debe más a factores externos (devaluación del euro, abaratamiento del petróleo, adquisición de activos tóxicos por parte del BCE) que a las políticas socioeconómicas de este Gobierno, Así que menos lobos, Caperucita, que la cosa (y la casa de la abuelita) está que arde.