26 julio, 2006

Por la paz y contra Bush, toca el claxon








Al cineasta Michael Moore, constituido por derecho y méritos propios en una pesadilla para el gobierno Bush, se le ha ocurrido poner a la totalidad de internet a tocar la bocina con un doble y saludable objetivo: defender la paz y lograr que el peor presidente de Estados Unidos deje de serlo (no porque mejore, sino porque se vaya, claro).

No he podido resistirme a tan filantrópicos planteamientos, considerando no sólo la pesadilla en que se ha convertido Irak (el país al que Bush iba a salvar de un tirano, ¿recuerdan?) sino también la nueva exhibición de arrogancia y abuso impune que está realizando Israel con la patente de corso expedida por Washington.

Ojalá que internet se convierta en un clamor de bocinazos.

20 julio, 2006

Microsoft, Yahoo, Google... y las libertades


Decir que la avaricia empresarial no responde a otros principios que los representados por el color del dinero es una obviedad. Constatar que las multinacionales 'punto com' norteamericanas son capaces de adoptar cualquier 'moral', incluída la más carente de escrúpulos, con tal de acrecentar la 'sagrada' cuenta de resultados no es novedoso. Asumir que dichas corporaciones comparten con su estado de origen el más pragmático cinismo en su 'política exterior' es ineludible. Pero hay que decirlo y subrayarlo. Amnistía Internacional lo ha hecho hoy:

JOE McDONALD
Associated Press

PEKIN - Amnistía Internacional acusó el jueves a Yahoo, Microsoft y Google de violar principios de los derechos humanos al cooperar con las autoridades de China para censurar la internet y les pidió excarcelar a disidentes detenidos por usar la red.

El grupo defensor de los derechos humanos con sede en Londres pidió a las empresas de internet que se opongan públicamente a los pedidos del gobierno chino que violen las normas de los derechos humanos.

"La internet debería promover la libertad de expresión, no restringirla. Debemos evitar la creación de dos internets, una para la expresión y otra para la represión", afirmó el director ejecutivo de la rama estadounidense de Amnistía Internacional, Larry Cox, en una declaración.

Las empresas "han violado sus reconocidos principios y valores corporativos" para poder aprovechar el creciente mercado cibernético chino, indicó la declaración y les pidió que "soliciten la liberación de los 'ciberdisidentes'".

Google Inc. y el socio chino que regenta las operaciones chinas de Yahoo Inc., Alibaba.com, defendieron sus actividades e insistieron que su presencia beneficia al público de China.

Google dijo en una declaración escrita que su buscador publica cuándo han sido retirado los resultados "en respuesta a las leyes y regulaciones locales", y reconoció que la empresa evita ofrecer servicios en los que no puede garantizar la privacidad de los usuarios.

Alibaba.com no respondió directamente a las denuncias de Amnistía pero dijo que está dedicada al comercio de en la internet, no a la difusión de noticias o información general.


Otra versión de la noticia:

Londres.- La organización defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI) acusó hoy a las empresas estadounidenses Microsoft, Google y Yahoo de colaborar con la censura que las autoriades chinas aplican a internet.

Un informe de AI, que reproduce la agencia DPA, señaló que esas empresas cedieron por motivos comerciales a las presiones de las autoridades chinas, contribuyendo de esa manera a la violación de los derechos humanos en el país asiático.

Los buscadores de Internet han sido criticados por haber bloqueado el acceso de los usuarios chinos de Internet a páginas en las que se expresan críticas al gobierno de Pekín.

AI acusó a las tres empresas de ser "especialmente sumisas" en su relación con las autoridades chinas. Sostuvo que "ellos sostienen que respetan las leyes locales, cuando en realidad están cediendo a la presión política".


AI llamó a enviar mails a las tres empresas para protestar. (Télam).

Pues ya lo sabes.

La información original (en inglés).

Leer online: www.tierradenadie.cc

11 julio, 2006

De fútbol (pero no sólo), con perdón

Algunas precisiones probablemente necesarias antes de entrar en materia:

- Aunque en mi adolescencia jugué al futbol en la liga playera, disto mucho de ser un apasionado del balompié, que, por otra parte, me parece un inquietante trasunto de la milicia. No es casual que a la selección italiana se le denomine 'squadra azzurra'. Tampoco lo es el pueril fetichismo de las enseñas.

- Sólo ocasionalmente veo fútbol y siempre por TV. El balance más frecuente de tal experiencia suele ser el aburrimiento y ocasionalmente la indignación.

- He seguido el mundial de Alemania más de lo que suelo hacer en oportunidades similares, aunque no he llegado a ver un partido completo.

- Los equipos italianos y su selección siempre -desde que tengo memoria- me han parecido lo más sucio y marrullero que pueda verse, un claro ejemplo de antideportividad de alto rendimiento.

- Considero a Zinedine Zidane uno de los mejores futbolistas que ha dado la historia y un ejemplo de honestidad personal y profesional y de pundonor.

- Marco Materazzi es una bestia parda de 1,93 de estatura que ha convertido el abuso físico y el juego sucio hasta el ensañamiento en un paradigma insuperable.

Según los diario británicos The Times y Daily Mail esto es lo que le dijo Materazzi a Zidane(aparte de todo lo que le hizo):

- Aguanta, espera, esta no es para un negro como tú (mientras le sujetaba).

- Todos sabemos que eres el hijo de una puta terrorista, así que jódete.

No es mi intención justificar la violencia ni disculpar la que ejerció Zidane en este caso, pero sospecho que a veces, ante ciertas agresiones reiteradas, cualquiera -insisto, cualquiera- puede perder los nervios. Bajo las críticas feroces que se le hacen a 'Zizou' no resulta difícil detectar los signos de un racismo apenas inconsciente.

Y ahora vean y consideren quién es y cómo 'juega' 'il figlio di puttana' que logró que, para su vergüenza y dolor, Zidane perdiera los estribos. Por sus obras les conocereis.




Puedes ver la ventana con opción de ampliación en Youtube

04 julio, 2006

¿De qué va Google.es?

Anoche el compadre J. M. estaba mosqueado y llegó al pub con una pregunta quemándole en los labios.

- ¿Alguien sabe de qué va una web que se llama “Libertad Digital”? ¿Son fachas, no?

- Es de Jiménez Losantos, así que juzga tu mismo.

-¡Coño, claro! Es que ves las palabras Libertad Digital y te crees que es otra cosa...

Olvidé preguntarle a J. M., firme republicano y de izquierdas, cómo había ido a dar con la ‘liberal’ web del mayor insultador del reino, pero creo que ya sé cómo ocurrió.

Gmail, un servicio gratuito de correo creado por Google que en la actualidad ofrece más de dos 'gigas' de espacio para que uno guarde allí todo lo que se le ocurra, ha empezado a situar encima de la pantalla principal de ese servicio una serie de enlaces a webs o blogs en diversos apartados (Noticias, Empresa, Estilo de vida, Deportes, Tecnología y Diversión). El primero que uno se encuentra, inevitablemente es el de ‘Libertad Digital’.

Si se entra en el apartado de configuración de lo que Gmail (Google) califica como ‘clips’ se encuentra con un GIF supuestamente ejemplificador del servicio -en realidad perfectamente ocioso- y que (¿casualmente?) publicita de nuevo a la web 'ultra’.


La sorpresa aumenta cuando se constata que en el apartado de noticias Gmail (Google) sólo ha incluido cuatro referencias mediáticas entre todas las posibles y que, al parecer, el engendro de Jiménez Losantos les merece el mismo crédito o goza de la misma popularidad que cabeceras tan serias y veteranas como ABC, La Vanguardia y El País. ¿De qué pie cojea Google España?

“Los clips –explican- incluyen vínculos patrocinados por Google, sugerencias sobre Gmail y contenido personalizado”.

¿Patrocinados quiere decir de pago? Si no es así, ¿qué justifica la preferencia por Libertad Digital? Y si es así, ¿cuánto paga Jiménez Losantos por la inclusión del ‘clip’ y el aparentemente “casual” GIF que publicitan su web con tanto éxito como para hacer llegar a ella a quienes nunca se lo habrían planteado?

Google España se cura hábilmente en salud y adjunta una nota: “Dado que muchos de estos feeds no provienen de Google, no podemos hacernos responsables de sus contenidos”. Excusatio non petita...

La casa madre ya ha demostrado que las libertades no le preocupan demasiado cuando es el gobierno del gigante chino el que presiona para mantener a sus ciudadanos convenientemente desinformados. ¿Es posible que en España la dirección tenga un sesgo ultra-neo-conservador?

Si pregunto (y me pregunto) de qué pie cojea Google España es porque me constan precedentes inquietantes. Hace dos meses por lo menos que no utilizo el buscador de blogs del nuevo dinosaurio informático, pero cuando lo hacía, en español y sobre temas políticos, los “hallazgos” que se me devolvían eran una sucesión redundante, casi clónica, de blogocarcundia.

Dado que la opción por defecto del buscador era “por relevancia” (la otra es por fecha), uno se pregunta qué criterios se utilizan para determinar la relevancia y acabar dando en lo irrelevante, reiterativo e intelectualmente miserable. ¿Sería porque el buscador estaba (y sigue) en fase beta o porque alguien filtraba los resultados según sus particulares afinidades?

Sea cual sea la razón, en lo sucesivo me propongo mirar con cien ojos a Google. Ya he desempolvado el viejo “Copernic” (programa buscador de buscadores que empleaba cuando todavía Google no era ´la solución’) para contrastar resultados en la medida en que sea posible.

Leer online: www.tierradenadie.cc

01 julio, 2006

¿Hacia el fin de la 'Galaxia Gutenberg'? (y VI)

Muchas veces he querido parar de hablar y descubrir lo que creía.
Walter Lippman

La cita del mítico columnista estadounidense, aparte de ser una muestra depurada de su sentido del humor no exento de cáustico cínismo, tiene también un fondo de justificación y de autoexculpación. Quien habla es un periodista de éxito que ha habitado toda su vida una burbuja tan privilegiada como absorbente y señala la trágica paradoja que vive la mayor parte de la profesión periodística. La pregunta -oportuna- sería: ¿En qué cree el periodista y por ende el periodismo?

De la respuesta a esa cuestión se deduciría toda una secuela de respuestas a cosas mucho menos abstractas: en definitiva, las bases de una praxis. Pero tan crucial pregunta no llega nunca a formularse. El periodismo está tan absorto haciéndose que no tiene tiempo de pensarse. En la prensa ha tenido que llegar una crisis que amenaza su propia existencia para que comiencen a formularse interpelaciones inéditas y a plantearse intentos de modificar actitudes seculares de arrogancia, autocomplacencia indiferencia e inercia rutinaria.

Es demasiado tarde, sentencian muchos. Y yo creo también que ha pasado el tiempo en que se podía rectificar con posibilidades de éxito, con viabilidad de supervivencia. La respuesta a la pregunta que ha venido sirviendo de título a estas reflexiones es contundentemente positiva. Sí, vamos hacia el fin de la ‘Galaxia Gutenberg’. Ese destino, que se cumplirá en fecha impredecible pero no remota, antes en occidente que en oriente y en el norte que en el sur, no es sólo la consecuencia del mayor y más rápido salto tecnológico en la historia de las comunicaciones, sino del mal entendimiento (la traición, más claramente) de una misión que es crucial para toda sociedad, para la civilización.

Los viejos manuales, las viejas escuelas establecían tres objetivos clave de la profesión periodística, ordenados jerárquicamente: informar, formar y entretener. En todos ellos se ha fracasado.

Se informa mal, de modo insuficiente, sesgado y con frecuencia servil a intereses ajenos -cuando no contrarios- a los del lector, los del ciudadano. No se forma, sino que se deforma, del mismo modo que se altera la verdad al informar y por las mismas razones. No se entretiene, se aburre con una prosa casi notarial, con pretensiones de objetividad que en la mayor parte de los casos no resisten el examen más indulgente

Lejos de ser un contrapeso del sistema (lo que en momentos históricos de euforia y de mayor cercanía a la misión le concedió el pomposo título de ‘cuarto poder’) la prensa se ha convertido en una exudación de éste. Sea desde la derecha o desde la izquierda -si asumimos términos que a estas alturas significan poco más que nada-; sea con vinculación directa o indirecta a intereses financieros específicos o con los intereses propios de conseguir regalías del poder (canales de televisión, frecuencias de radio o campañas de publicidad, por ejemplo), la prensa nunca ha estado más alejada que ahora de sus supuestos objetivos. Nada más lógico que su decadencia, pocas cosas tan probables como su muerte.

Nadie debe creer, sin embargo, que la galaxia informativa digital está a salvo de los pecados de la prensa. Y no me refiero sólo a las webs de los diarios, que pecan de los mismos defectos que las cabeceras de papel. En la red hay ya ejemplos reveladores de que la historia se repite, de lo fácil que es morir (periodísticamente) de éxito y de avaricia. La galaxia digital no es una panacea ni puede serlo porque son personas y no ángeles quienes la habitan, porque son gentes con deseos de éxito y de dinero y no filántropos, porque son sujetos y por lo tanto subjetivos.

Ese, no obstante, es el menor de los males, al menos mientras subsistan las posibilidades de contraste. La pregunta crucial es, justamente si van a poder sobrevivir la democracia y la igualdad de oportunidades que caracterizan actualmente a la red. Tal cuestión no es retórica en absoluto si se tiene en cuenta que en Estados Unidos, lugar de origen de internet y escenario de su mayor crecimiento, ya ha aparecido la primera amenaza a esa situación.

El intento de acabar con el principio vigente de ‘net neutrality’ (literalmente, neutralidad de la red) por parte de empresas de comunicaciones tan poderosas como AT&T, Verizon o Comcast es sumamente revelador. Dichas compañias pretenden establecer una jerarquización de sus tarifas y prestaciones a los proveedores de servicios y contenidos, de modo que cada cual pague en función del uso y reciba mayor o menor calidad (hablamos fundamentalmente de ancho de banda) en razón a lo que paga. Alegan el riesgo de colapso de la red por insuficiencia de los canales actuales y el coste de las inversiones necesarias para impedirlo, lo que no oculta en cualquier caso que el objetivo es el de siempre: ganar más dinero mediante el control absoluto del tráfico de lo que hasta ahora viene circulando libremente y en igualdad de condiciones para todos.

Tal pretensión choca no sólo con la oposición de todos los consumidores sino también con la de casi la totalidad de los proveedores de servicios y contenidos, algunos tan importantes como Google o Ebay, y también con pesos pesados del software, como Microsoft, o del hardware, como Intel. Es probable que los esfuerzos de las compañías telefónicas se vean frustrados, pese a los millones de dólares invertidos en presionar políticamente para conseguir sus fines, pero éste puede ser tan solo el primer ataque de una guerra interminable en la que los ‘agresores’ no deberían obtener ni siquiera una victoria parcial

Para cerrar el camino definitivamente los defensores del actual ‘status quo’ pretenden que el gobierno estadounidense convierta en ley el principio de neutralidad de la red. Si no lo logran, y es de temer que así sea, quedará permanentemente abierta la vía hacia una reproducción del pasado: que la libertad y el pluralismo de la galaxia digital se frustren finalmente del mismo modo que le ocurrió a la prensa, paradójicamente de la mano ‘salvadora’ de la industrialización. Lamentablemente -aunque por razones bien distintas- el poder político (en Estados Unidos y en el resto del mundo) comparte en gran medida con las telefónicas el objetivo de regular la red.

La avaricia y el miedo a la libertad siempre han ido de la mano. Tal vez ha llegado la hora de luchar contra ambas con las armas que aún tenemos. Son demasiadas cosas las que están en juego. Y demasiado transcendentales. Es importante saberlo, pero es mucho más importante aún actuar en consecuencia.

El silencio no es una opción. La pasividad es culpable.