25 febrero, 2008

Sarkozy, en picado


Un reciente sondeo, publicado ayer por el semanario galo 'Journal du Dimanche' , no deja lugar a dudas acerca de una realidad que, aunque intuida, no era conocida en sus proporciones reales: la popularidad de Nicolas Sarkozy está cayendo en picado nueve meses después de su clamorosa elección. Ahora está fijada en el 38%, tras una bajada vertiginosa de nueve puntos.

Mientras tanto, la popularidad del primer ministro, Fillon, sin duda beneficiado por el eclipse que sobre su figura proyecta el omnipresente 'rey sol' de la república (humorísticamente calificado como 'omnipresidente'), crece siete puntos, hasta situarse veinte por encima de su 'patrón'. ¿Se imaginan a dónde podría conducir esa situación en un caso -no infrecuente en Francia- de cohabitación política?

El supuesto carisma de Sarkozy se ha hecho añicos, pero nadie podrá atribuir tal hecho a los hados adversos y tampoco -contra lo que su partido, la UMP, aduce- a una conspiración de sus rivales políticos. El presidente galo no tiene peor enemigo que él mismo. Y todo indica que no le habita el más mínimo propósito de enmendarse.

So pretexto de romper el 'magnífico aislamiento' que -se supone- caracteriza a los presidentes de la V República, 'Sarkoyes' va de acá para allá provocando incendios y desatando cóleras en su declarado y fallido propósito de lograr lo contrario.

Cuanto más se acerca a los ciudadanos con el propósito de seducirlos más probabilidades hay de que estalle contra ellos su cólera aristocrática. Sucedió en su día con los pescadores bretones, con los que intercambió insultos, y ha vuelto a suceder cuando, ante el rechazo de una persona a estrechar su mano "porque le manchaba", le espetó "pues vete a la mierda, pobre mamón".

No es ese el talante que cabe esperar de la más alta institución de la república francesa, pero tampoco cuadran con la imagen que el presidente debería proyectar sus veleidades de supermillonario asociado a la jet set, en la que se integran sus principales amigos. Menos de recibo son todavía sus devaneos amorosos, que le han convertido en carne habitual del papel couché cotilleril, por mucho que eso le indigne. Si no te respetas no te respetan. Esa es la cuestión. Si actúas como un playboy cincuentón y exhibicionista, no esperes que te tomen en serio quienes piensas que deberían hacerlo.

Sólo lo enumerado sería bastante para explicar un descenso importante en la popularidad del presidente galo, pero hay más. Y más importante. Francia va mal. Su economía está estancada y los precios están subiendo como la espuma sin que los salarios puedan darles caza. En ese contexto, la propuesta electoral de Sarkozy de "trabajar más para ganar más" se convierte en una cruel ironía. Las huelgas se extienden en el sector público y privado y eso no es precisamente bueno para la economía.

La campaña electoral del actual presidente de la república estuvo cuajada de anuncios de reformas que a muchos les parecieron interesantes. Buena parte de esas reformas suponían alguna renuncia social -que alcanzaba incluso a libertades y derechos consolidados- a cambio de un hipotético progreso. Hoy es el tuétano mismo de esa filosofía reformista lo que ha empezado a oler a podrido, ante los signos de que sólo lleva camino de ejecutarse la parte correspondiente a las renuncias.

Sarkozy empieza a tomar el perfil de Berlusconi, un 'chevalier' nada caballeroso que odia todo aquello que obstaculiza sus propósitos y busca los caminos menos frecuentados o nunca hollados de la política democrática para llegar a su objetivo. Su presión al presidente del Tribunal Supremo para que actúe frente a las correcciones que el Constitucional cree necesario hacer a la ley por la que su Gobierno pretende encerrar de por vida a quienes sean declarados socialmente peligrosos es elocuente acerca de su desprecio a las instituciones y por ende a la Constitución. Lo que propone, simplemente, no es legal.

Es de temer que nos queda mucho por ver a lo largo de los cinco años en que Sarkozy ocupará el Eliseo. Mucho que, probablemente, nos llevará a no envidiar en absoluto la suerte de los franceses.

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19 febrero, 2008

¿Quiere usted que gobierne la demagogia?

Donde no hay democracia la demagogia prospera y prevalece. El Partido Popular es paradigmático en este sentido. Por tradición inveterada, sus líderes no son elegidos por las bases, sino designados por el 'jefe', su presidente -habitualmente designado por su predecesor-, que se constituye en una autoridad omnímoda e indiscutible (si exceptuamos los casos singulares de Hernández Mancha –un error de Fraga- y Mariano Rajoy –un error de Aznar-, sustituido de hecho por el triunvirato que forma junto a Acebes y Zaplana).

En la medida en que no hay una línea ideológica clara -se rehuye sistemáticamente definirla- ni un liderazgo incuestionable, en el PP se improvisa constantemente. Ahora, en la precampaña, del mismo modo que se ha venido haciendo a lo largo de toda la legislatura a la hora de ejercer su papel de desleal oposición. Hasta ahora se improvisaban intoxicaciones, insidias y alarmas desproporcionadas cada día, especialmente tras la lectura y consideración de los contenidos de los medios ‘informativos’ afines.

La demagogia es ahora aún más chirriante y colorista. Lo que se improvisa, además de lo habitual, son promesas. Algunas contestan a las que hace el Gobierno y otras surgen de algún 'brainstorming' mañanero de esos que, con denominación netamente conventual, han dado en denominar 'maitines'.

La desaceleración económica, que afecta prácticamente a todos los países del mundo en estos momentos, ha sido objeto de una de las demagogias más falsarias en las que ha incurrido el PP. Todo sería culpa del Gobierno, que -faltaría más- se ha beneficiado de los réditos positivos del Gobierno del PP y los ha echado a perder. A ellos, que tanto admiran a Sarkozy, maestro de la improvisación -entre otros magisterios aún más inquietantes- , habría que preguntarles a qué atribuyen el fracaso económico de Francia, de consecuencias mucho más graves que las españolas, y si piensan copiar las recetas económicas, como han hecho con las relativas a la inmigración.

Algunos análisis estiman que ha sido precisamente el posicionamiento antiinmigración, demagógico por excelencia, el que ha motivado el aumento de la expectativa de voto al PP que registran los sondeos más recientes. La manipulación de este tema, tan caro a la ultraderecha xenófoba, es algo absolutamente indecente para un partido ‘de orden’ que aspira a gobernar, pero el PP no duda en utilizar el discurso más impresentable cuando se trata de sacar el voto allí donde habitan la ignorancia, el prejuicio e incluso el odio.

No obstante, Rajoy se resiste a explicar qué va a hacer con el millón de inmigrantes irregulares que, según él, hay en España. Se limita a asegurar que no los regularizará, como si eso fuera una solución en lugar del origen potencial de graves problemas. Tal vez están dispuestos a asumir explosiones socio-étnicas como las que detonaron bajo los muelles asientos de su Gobierno hace ocho años en El Ejido. Nadie ignora que la táctica del avestruz es una estupidez y una irresponsabilidad, pero ellos, aparentemente, aún no lo han aprendido.

A tres días de que comience la campaña electoral, este ‘post’ es lo único que voy a escribir sobre el tema. Tengo alergia a las campañas electorales y, considerando que el PP lleva en precampaña desde el 15 de marzo de 2004, hace mucho tiempo que he alcanzado la saturación. A quienes no tengan suficientemente claro aún por qué no deberían votar al PP les remito a la serie ‘Génesis y desarrollo de la crispación’ (I), (II) y (III). Hay mucho más, pero con eso pienso que es más que suficiente.


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17 febrero, 2008

La independencia de Kosovo, o la no independencia de la UE

El Parlamento kosovar estará a punto de declarar la independencia total del pequeño país cuando estas líneas vean la luz. Será una gran ocasión para el desbordamiento de la alegría de los albano-kosovares, un motivo de íntima satisfacción para los políticos de Washington, la hora del llanto para los serbios de Kosovo y de la ira para los serbios de Serbia. Para todos los demás, España especialmente incluida, es la ocasión idónea para preguntarse a dónde va esta Europa, fracasada en la empresa de darse una Constitución e incapaz de definir una política común. A dónde va de la mano de Estados Unidos, cuyo juego en este continente ha sido siempre dividir para imperar.

El colapso de la Unión Soviética y la consecuente liberación de los países europeos que cayeron bajo su influencia tras la segunda guerra mundial nunca ha sido visto desde Washington como una oportunidad para alentar a la Unión Europea y fortalecerla, sino para extender su propia influencia hasta las fronteras con Rusia (que sigue tácitamente declarada como país enemigo por obvias razones de interés estratégico particular) y utilizar a los países de la 'Nueva Europa' como contrapeso a lo que Rumsfeld llamó la "vieja Europa", integrada por países menos frágiles, más celosos de su independencia y con una tradición democrática que dificulta, aunque no impide, el entreguismo.

La voladura controlada de Yugoslavia ya constituyó en su día un indicio más que ferviente de lo que luego se ha hecho práctica común. Yerra quien le atribuya la más mínima espontaneidad a la declaración de independencia de Eslovenia (el territorio más alejado de Serbia) que fue el detonante de la escisión y de una de las guerras más crueles, un conflicto que todos creíamos imposible en este continente. Estados Unidos estaba detrás de aquella 'liberación', aunque púdicamente dejó (si no sugirió) que la Alemania de Kohl fuese el primer país en reconocer la independencia eslovena. La provincia serbia de Kosovo, con una mayoría de albanoparlantes musulmanes que ya habían planteado dificultades en vida de Tito, fue pronto vista por Estados Unidos como el lugar adecuado para plantar sus reales en los Balcanes, un sueño estratégico largamente acariciado, fallido en la segunda guerra mundial e imposibilitado luego por la neutralidad equidistante de Tito.

La política de intoxicación acerca de la brutalidad serbia en Kosovo, con paralela y deliberada ocultación de la violencia y la 'limpieza étnica' ejercida por el UCK contra los no albanoparlantes (serbios, gitanos y turcos, fundamentalmente), facilitó bombardeos arbitrarios y excesivos de la OTAN en supuesta defensa de la integridad de los kosovares y propició que los guerrilleros (otros les llaman terroristas) se convirtieran en el principal referente político para los albanokosovares. Hoy, su líder, Hashem Thaci, primer ministro, héroe de la independencia para unos y criminal de guerra para otros, es el gran protagonista de la declaración de independencia.

Hashem Thaci tiene pendiente una orden de arresto de la Interpol -si aún no ha sido anulada- y es que no sólo se le atribuyen crímenes de guerra sino también el asesinato de rivales políticos kosovares entre los que destaca el de Ahmet Krasnici, calificado en su momento como "ministro de Defensa de la República de Kosovo", y líder de las FARK, organización paramilitar próxima a Ibrahim Rugova, reconocido hasta su muerte en enero de 2006 como presidente 'de facto' de Kosovo. Tanto Thaci como su grupo guerrillero, tristemente célebre por sus actividades propias del gangsterismo o la mafia, son universalmente reconocidos como una obra de los servicios de inteligencia estadounidenses.

Nadie mejor que los independentistas albano-kosovares sabe hasta qué punto deben su 'imposible' secesión a los designios estadounidenses. Probablemente no existe ni ha existido nunca un país tan pro-USA en el mundo como lo es en estos momentos Kosovo, donde las manifestaciones son salpicadas por pancartas que dan las gracias a Washington y que, en el colmo del absurdo, celebra el Día de Acción de Gracias como propio (ver foto).


En Kosovo tiene Estados Unidos -no casualmente- una de sus mayores bases en todo el mundo. Camp Bondsteel, cuartel general de la KFOR, tiene 380.000 metros cuadrados, un perímetro de 10,5 kilómetros y 250 barracones. En Noviembre de 2005, el español Alvaro Gil-Robles, comisario de la UE para los Derechos Humanos giró una visita al campamento, que calificó como "una versión de Guantánamo más pequeña". No se sabe cuales son las actividades actuales en Camp Bondsteel, pero hay constancia de que en el pasado sirvió para alojar a sospechosos detenidos no sólo en Kosovo, sino también en Turquía, Irak y Afganistán.


Respecto a la posición de la UE en el vidrioso tema de la independencia de Kosovo, merece la pena considerar el contenido de un acuerdo tejido durante las pasadas navidades, que, pese a su difusión minoritaria -o precisamente a causa de ella-, es especialmente digno de tener en cuenta. Durante una reunión mantenida en Washington entre el Departamento de Estado y el ministerio de Exteriores de Eslovenia, Estados Unidos puso los puntos sobre las íes respecto a Kosovo al primer país de la 'Nueva Europa' que ocupa la presidencia de la UE, país que (¿casualmente?) fue el primero en abandonar la federación yugoslava, como ya hemos recordado.

He aquí algunas de las "sugerencias" formuladas por el 'imperio' a su consulado esloveno en vísperas de que éste ocupase la presidencia de la UE:

- La reunión del Parlamento kosovar que apruebe la declaración de independencia debe celebrarse en domingo, lo que impedirá a Rusia pedir de inmediato una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Tendrá que esperar al lunes.
- Las quejas y propuestas de Rusia y Serbia deberán ser ignoradas por la Unión Europea, para lo cual es de crucial importancia el apoyo de la presidencia eslovena a esa inhibición, en la medida en que se sabe que hay países de la UE reticentes a esa declaración unilateral de independencia.
- Estados Unidos juzga de importanca capital convencer al mayor número posible de países del mundo de lal conveniencia de reconocer a Kosovo y para ello ha realizado un despliegue diplomático intensivo, consiguiendo el apoyo de algunos estados tibios. No habrá declaraciones públicas estadounidenses sobre el estatus futuro de Kosovo, cuya Constitución está "ayudando" a redactar, pero estará entre los primeros países en reconocer a la pequeña república.

Dentro del contexto descrito, ¿en qué lugar queda la independencia de la UE? ¿Dónde su autonomía estratégica?

Es muy simple responder: en ninguna parte. No existe. Y la independencia de Kosovo, ordenada por Estados Unidos en su propio beneficio, es un nuevo clavo en el ataúd de un sueño que nunca ha encontrado hombres a su medida.

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09 febrero, 2008

'Es la economía, estúpido', pero... (y II)

Capitalismo es la asombrosa creencia de que los hombres más perversos harán las cosas más perversas por el mayor bien de todos.
John M. Keynes

Si en la cita que encabezaba el anterior post Galbraith recurría a la ironía para desautorizar a los augures económicos, comparados con desventaja a los charlatanes astrológicos, en la que encabeza esta entrega quien es identificado como su maestro nos muestra el lado más cruelmente sarcástico -y no por ello inexacto- de la actividad económica en un sistema de libre mercado. Ambos eran economistas lúcidos, conscientes de que el juego económico es radicalmente ajeno a todo móvil filantrópico. Son individuos poseidos por una avaricia que en muchos casos podría ser calificada como patológica quienes 'mueven' la economía con indiferencia absoluta respecto a las consecuencias sociales de sus decisiones.

Siguiendo a Keynes podría afirmarse que el extraordinario progreso de los intereses egoistas al que asistimos -especialmente en esta era de la globalización- es posible merced al 'buenismo' que practican de hecho el poder político y el conjunto de las sociedades en las que se escenifica la 'ley de la selva' económica. No deja de ser paradójico que sean precisamente políticos neoconservadores y ultraliberales (entiéndase en lo económico) quienes critiquen esa 'ingenuidad política' de la que ellos y sus socios capitalistas se benefician.

Keynes y su discípulo Galbraith no eran en absoluto 'buenistas' y precisamente por eso se decantaban por otorgar a los estados los instrumentos precisos para evitar que el libre juego económico degenerase en graves perjuicios sociales. Quienes, como ellos, asistieron a las desastrosas y duraderas consecuencias del 'crack' de 1929 tenían claro que había que poner los medios para que la catástrofe no se repitiese. La posterior euforia provocada por la bonanza económica que siguió al final de la segunda guerra mundial (téngase en cuenta que, por ahora, me refiero a Estados Unidos) condujo finalmente a que lo que se había calificado peyorativamente como 'intervencionismo' fuera decayendo.

Es difícil imaginar que un caso tan escandaloso como el de las hipotecas 'subprime' pudiera producirse en un contexto de mayor vigilancia e intervención del Estado. Ese 'producto' financiero de altísimo riesgo era un fraude objetivo y una bomba de relojería en el sistema económico estadounidense. Todo el que podía saberlo lo sabía, pero quienes podían impedirlo dejaron hacer, dejaron pasar. Ahora, tras el petardazo inicial provocado por el reconocimiento de la dramática situación, sigue el chorro constante de los impagos por parte de los afectados. La propia prensa económica se ve forzada a admitir que el problema no es sólo la falta de liquidez de las víctimas, sino la conciencia que estas comparten de que el valor de la casa que están comprando está muy por debajo del dinero que tienen que pagar.

Sin alcanzar el dramatismo de las 'subprime', en España puede llegar a ocurrir algo similar, aunque por diferentes motivos. Aquí ha sido preciso llegar a las evidencias del profetizado pinchazo de la 'burbuja' inmobiliaria' para que sea posible asistir a confesiones como la recientemente realizada por el Josep Donés, presidente de la comisión técnica de la APCE (Asociación de Promotores y Constructores de España), quien admite que en los últimos diez años se ha construido en nuestro país "el doble de las viviendas necesarias". Quienes han asistido al espectáculo del crecimiento de la burbuja y disponen de un mínimo de conocimientos eran inevitablemente conscientes de que existía un casi inconcebible sobredimiensionamiento de la demanda, pero tal vez ignoraban hasta qué punto es gigantesco e inquietante.

¿Cómo es posible un falseamiento tan extraodinario de los principios tradicionales de la ley de la oferta y la demanda? Donés argumenta que una buena parte de las compras se han hecho como inversión, dado que los supuestos ahorradores no hallaban "productos en el mercado que les asegurasen el poder adquisitivo de sus ahorros". Puede que ésto sea parcialmente cierto, pero suena a mentira piadosa. Abunda la gente que tiene una fe ciega en la permanente revalorización de los inmuebles, que se inquieta por los vaivenes de la bolsa y contempla con desconfianza cualquier otra alternativa de inversión, pero esa es una explicación manifiestamente insuficiente del sobredimensionamiento del sector inmobiliario.

Apenas veinte días después de las declaraciones de Donés el colectivo de Técnicos Financieros del Ministerio de Economía y Hacienda (Cuerpo Especial de Gestión de la Hacienda Pública) alertaba -demasiado tarde- de que, según los datos recogidos en un reciente estudio, el sector inmobibliario se ha convertido en "uno de los principales refugios del dinero negro en España", ya que oculta las rentas generadas en las distintas fases de recalificación de terrenos, urbanización, promoción, construcción y venta. El 60% de las agencias inmobiliarias -aseguraba- acepta dinero negro en sus pagos y muchas de ellas lo imponen como requisito para formalizar sus operaciones de compra-venta.

Sabíamos ya desde hace tiempo que la cuarta parte de los billetes de 500 euros disponibles en la Unión Europea se hallaban en España, lo que es un indicio más que ferviente de lo que sucede y debería haber sido una motivación para actuar, pero los gobiernos han adoptado siempre una extraordinaria indulgencia con el dinero negro. Y de modo aún más claro desde que el cambio al euro lo hizo aflorar de múltiples formas. Hay resistencia a matar a la 'gallina de los huevos de oro' de la economía sumergida, pese a sus efectos perversos, y se confía ingenuamente en que, poco a poco y por vías inevitablemente irregulares esa extraordinaria masa de dinero B se legalice. Los estudios realizados por los técnicos de Hacienda muestran justamente lo contrario. En los últimos años la demanda de billetes de 500 euros -tan prácticos para transportar discretamente grandes cantidades de dinero- ha estado creciendo por encima del 35 por 100.

Sí, 'es la economía, estúpido', pero... también es la política. Sobre todo la política. Su acción u omisión es determinante. El caso de la 'burbuja inmobiliaria' es elocuente al respecto. Ha sido fundamentalmente el dinero negro el que ha motivado el desproporcionado incremento de la construcción. La demanda inmobiliaria generada por él ha provocado artificialmente un aumento igualmente desproporcionado de los precios y dicho incremento tiene una incidencia social y económica sumamente negativa.

Una legión de españoles realmente necesitados de vivienda están pagando los platos rotos, sacrificando sus débiles economías familiares mediante hipotecas que van a condicionar negativamente sus vidas durante largos años. Y eso no sólo reduce el dinero circulante gracias a la reducción drástica de la capacidad adquisitiva en otros bienes, sino que, dada la instabilidad del mercado laboral, también puede conducir a la acumulación de impagados.

He ahí cómo la indulgencia fiscal que los gobiernos (no sólo éste, por más que insista el PP) practican con la economía sumergida acaba repercutiendo de modo absolutamente pernicioso en la sociedad y, a la larga, en los índices macroeconómicos que los gobiernos acostumbran a exhibir como mendaz baremo de la riqueza de la nación.

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06 febrero, 2008

'Es la economía, estúpido', pero... (I)

Decía John Kenneth Galbraith que "la única función de la predicción económica es hacer que la astrología parezca respetable". La demoledora ironía de este prestigioso economista, asesor de J. F. Kennedy que hoy es considerado poco menos que socialista por los defensores del providencialismo del libre mercado, iba dirigida a la legión de augures que entonces, ahora y siempre formulan previsiones sobre el rumbo de la economía.
Es cierto que la ciencia económica se rige por unas leyes cuya existencia está suficientemente probada. El problema, sin embargo, es que los actores económicos no son objetos ni meras magnitudes contabilizables, sino sujetos (subjetivos) que se mueven por una multitud variable de motivaciones de muy dificultosa computación.

Hay previsiones relativamente fáciles de hacer, sin embargo. Una de ellas es la proximidad del inicio o fin de un ciclo económico. La existencia fatal de dichos ciclos, que alternan expansión con estancamiento o retroceso (recesión), está fuera de toda discusión a estas alturas de la historia. Los ciclos existen. Punto. No hay manera de evitarlos, por lo mismo que no es abolible la ley de la gravedad. También en la economía todo lo que sube acaba bajando y esas oscilaciones son tanto más frecuentes y azarosas cuanto menor es el control que ejercen los estados, como sucede ahora mismo en todo el mundo.

¿Puede alguien asegurar que estamos en estos momentos en el inicio de una recesión (o de una depresión, como llegan a decir algunos) o si es una mera ralentización del crecimiento, o acaso un estancamiento? ¿Se atreve alguien a asegurar que se trata de un ciclo prolongado y no de algo transitorio? ¿Puede predecir su duración y extensión geográfica?

La respuesta a todas esas preguntas es negativa. Es cierto que la economía estadounidense está dando señales alarmantes y que cuando Estados Unidos se constipa el mundo entero estornuda, pero el fenómeno nefasto de las hipotecas 'subprime' no es una práctica universal y ahora mismo sólo Estados Unidos está enfangado en una nueva aventura bélica (en Irak) sin victoria posible, en una empresa que se anunciaba preñada de beneficios y que ha resultado ruinosa salvo para excepciones muy particulares. (*) Extrapolar al resto del mundo la crisis americana, que lo es en gran medida de descrédito y desconfianza hacia el peor gobierno de su historia no resulta razonable.

Cabe recordar, por ejemplo, que la recesión que se extendió por buena parte del mundo a finales de los 80 y los primeros 90 dejó prácticamente indemnes a Alemania y a Japón. Tampoco es ocioso señalar que tuvo corta duración allí donde golpeó, aunque bastó para frustrar la reelección de Bush padre, a pesar de su éxito en la liberación de Kuwait y en la primera guerra de Irak. ¿Podríamos estar ahora en una situación similar?

"Es la economía, estúpido", espetaban entonces los demócratas al viejo Bush. Ahora nuevamente es la economía, ¿pero cuanto, dónde y hasta cuando?.

(*) Exxon Mobil obtuvo en 2007 los mayores beneficios de su historia: 40.600 millones de dólares.

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02 febrero, 2008

El desafío integrista

TESIS: "La vida religiosa de los ciudadanos no es competencia de los gobiernos. Las autoridades civiles no pueden ser intervencionistas ni beligerantes en materia religiosa. En esto precisamente consiste la aconfesionalidad sancionada por la Constitución de 1978 y la laicidad de las instituciones civiles".
(Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal, punto 62, 23 de noviembre de 2006)

ANTÍTESIS: La vida política, social y privada de los ciudadanos no es competencia de las confesiones religiosas. Sus representantes no pueden ser intervencionistas ni beligerantes en materia política, social y privada. En esto precisamente consiste la aconfesionalidad sancionada por la Constitución de 1978 y la laicidad de las instituciones civiles.

SÍNTESIS: Imposible mientras haya confesiones que, de facto, niegan la autonomía de los ciudadanos y de sus representantes democráticos a través de una sistemática y beligerante intromisión en asuntos públicos que exceden su función espiritual y tratan de favorecer a opciones políticas concretas.

Cuando la síntesis es imposible parece prudente admitir que hay un conflicto abierto. Al igual que el islamismo radical, la jerarquía eclesial católica está anclada en un integrismo (ahora llamado fundamentalismo sólo en lo relativo al islam) que, a fin de cuentas, pretende que las sociedades se rijan de acuerdo con las reglas de una tradición y unos principios religiosos y morales anclados en el siglo XVII, cuando la autoridad política lo era "por la gracia de Dios".

Se equivocan Zapatero y el PSOE intentando quitar hierro y poner paños calientes a una confrontación que ni siquiera en los tiempos de la República fue tan abierta, descarada, visceral e hipócrita como ahora mismo. Si anunciasen para la próxima legislatura el fin de los privilegios de la Iglesia -desproporcionados en relación a otras confesiones- los crecidos jerarcas volverían al cínico posibilismo que siempre les ha caracterizado y los votos cantarían lo que los españoles piensan en realidad del prepotente chantaje que ejerce una religión sin vocaciones y con una legión de adheridos no practicantes, salvo cuando se trata de los fastos de lo que las orquestas denominan la BBC (bodas, bautizos y comuniones).

Vanidad de vanidades,
como la capa de Cañizares.

Véase una vez más el modelito con el que el purpurado Cañizares, uno de los más
caracterizados del 'bunker' eclesial presidió no hace mucho la ordenación
de dos sacerdotes de la congregación ultraconservadora italiana
‘Instituto de Cristo Sumo Sacerdote’. Todo un príncipe de la
Iglesia por la gracia de Dios, pero equivocado de siglo.



Nota de la Permanente episcopal ante las elecciones (texto íntegro)

La Iglesia, en 'La Espiral': 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

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