Comentarios sobre la actualidad, reflexiones sobre la deriva histórica que nos conduce hacia viejas pesadillas y cualquier otra cosa que considere de interés.
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11 julio, 2014
UE: Un nazi en la Comisión de libertades
Udo Voigt, ingeniero aeronáutico y ex capitán del ejército alemán, se sienta en la Comisión de Libertades de la UE en representación del nenoazi NPD (Partido Nacional.Demócrata), del que ha sido presidente. La cruel paradoja ha causado gran indignación, ya que a nadie se le ocurre nada tan alejado de las libertades como el nazismo, del que Voigt es un nostálgico impenitente.
Entre las joyas que han salido de la boca de este espécimen, paradigma de un pasado nacional-racista repugnante, se cuentan una relativización de las dimensiones del holocausto, que, según sus estimaciones, no superó las 340.000 víctimas; un elogio encendido de las SS, y la propuesta de concesión del Nobel de la Paz, a título póstumo, para Rudolph Hess, lugarteniente de Hitler.
Aparentemente, para vergüenza de la UE y de la inmensa mayor parte de los ciudadanos de la Unión, la elección de Voigt es irreversible. Lo peor, si se tiene en cuenta la actividad de demolición de las democracias que está practicando la 'troika' so pretexto de arreglar la crisis económica, es que ese hecho lamentable quizás no es tan no es tan incoherente como puede parecer.
12 octubre, 2012
Breve
La UE, ¡Premio Nobel de la Paz! - Algunas de las decisiones adoptadas a lo
largo de su historia por los jurados que deciden los premios más
famosos y cotizados del mundo parecen presididas, a veces, por un criterio
tan particular como discutible (véase el otorgado en Literatura al
ignorado Mo yang, o el que en su día distinguió al hiperminoritario y
mediocre Isaac Bashevis Singer). Otras veces lo que
destella tiene más que ver con un humor sarcástico muy difícil de
compartir. Los motivos que justifican la concesión del Nobel de la Paz a
la UE son tan peculiares como el acercamiento entre Francia y Alemania
-que fue obra personal de Adenauer y De Gaulle, si no recuerdo mal-;
otro es la contribución a la democracia y la paz en el sur y el este del
continente (mejor olvidamos Yugoslavia).
La paz no es sólo la
ausencia de guerra, como nadie ignora, sino un estado de cosas que se
refleja en todos los órdenes de la realidad. Ignorar en estos momentos
la grave alteración de la paz social que se está produciendo en el seno
de la 'filantrópica' Unión, como consecuencia de las divergencias, los egoísmos
nacionales y la priorización exclusiva de lo económico, para premiar
discutibles méritos pasados es algo más que un cruel sarcasmo; es una
estupidez y una provocación.
26 diciembre, 2008
Adiós y hasta siempre a Harold Pinter

Hace tres años y algunos días 'La Espiral' homenajeaba a Harold Pinter con ocasión del Nobel de Literatura y la oportunidad de su discurso de recepción, que, aquejado ya de la enfermedad que le ha causado la muerte, envió grabado. Hoy no quisiera añadir más a lo escrito entonces. Pinter quedará y su obra volverá a nosotros periódicamente porque habla del hombre y al hombre eterno con una vocación de esclarecimiento y verdad tan raras como necesarias en tiempos de escapismos, mentiras e indignidad.
¡Salvad al hombre!
Preguntaréis ¿por qué su poesía
no nos habla del suelo, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
¡Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles!
Pablo Neruda
Harold Pinter (Londres, 1930) no pudo acudir ayer a la entrega del Premio Nobel de Literatura 2005 que con tanta justicia como oportunidad se le ha concedido. Su salud es tan precaria que tal vez el video en el que envió su discurso de recepción sea su última obra. Será, en cualquier caso, una obra que le resume, mostrándonoslo al final de su vida, y ya para siempre, más airado que nunca contra una realidad global caracterizada por el horror y por la impunidad de quienes lo imponen como instrumento de una voluntad de dominación regida por la avaricia y el desprecio de cualquier consideración moral o ética.
La elección de los versos de “España en el corazón” de Pablo Neruda para enfilar la conclusión de su discurso fue explicada por Pinter porque “en ningún lugar de la poesía contemporánea he leído una descripción tan poderosamente visceral del bombardeo de civiles”. Aquí, precisamente en España, durante la Guerra Civil (que tantos pretenden ahora, interesadamente, borrar de la memoria), comenzó una forma inédita de horror, expresada con insuperable elocuencia mediante los bombardeos de la población civil, algo que poco después, en la segunda guerra mundial, llegó al extremo de lo abominable y alcanzó su máxima y más execrable expresión en el uso del arma atómica contra los habitantes de Hiroshima y Nagasaki.
Del horror de la Guerra Civil española surgió el posicionamiento ideológico irreversible del Neruda que escribió los conmovedores versos de “Explico algunas cosas” que Pinter evocó. De ahí procede también el compromiso de Picasso, que expresó aquel horror y aquella inhumanidad en su “Guernica”. Pinter viene de entonces y de después, del largo e insufrible 'durante' que ha sido el siglo XX y el inicio del XXI, de los que ha sido crítico testigo. Su opción, frente a la muda complicidad de tantos intelectuales y artistas, no es la inhibición, ni el silencio, ni la asunción de la propia impotencia, sino la indignada denuncia de un tiempo en el que “la dignidad del hombre está casi perdida”.
Frente a ello se alza su voz para afirmar que “como ciudanos, la resuelta, insobornable, fiera determinación intelectual de definir la auténtica verdad de nuestras vidas y nuestras sociedades es una crucial obligación que recae sobre nosotros. De hecho es obligatorio”.
Es un grito de alarma y una angustiada llamada de socorro ‘in extremis’ lo que lanza este autor teatral al borde de su adiós a la vida. Un grito que debería despertarnos a cuantos yacemos enajenados en la cuna del hombre, que, como escribió León Felipe, “la mecen con cuentos”.
Nunca ha habido más cuentos que ahora, ni tan populares, ni tan acríticamente aceptados por las sociedades a las que se dirigen y que, paradójicamente, se describen como avanzadas.
Resulta consolador, por más que se tema estéril, que, frente a tanto bufón y juglar mercenario, sentado indiferente y gozoso a la mesa del poder cuya vocación destructora Pinter denuncia, quede una voz que habla en nombre del hombre real y posible para denunciar que lo más esencial de la especie, la dignidad, está a punto de perecer.
Ojalá su grito transcienda, que una y movilice a la dispersa legión de los disconformes, que vomitan en solitario por todas las esquinas del planeta. Es obligatorio, como él dice. Despertarse y despertar a los demás es obligatorio. Hay que salvar al hombre.
P. S.: Olvidaba decir que la esencia del discurso de Pinter se centró en una crítica demoledora de la política de Estados Unidos y de su presidente, George W. Bush. ¿Hacía falta que yo lo señalase?
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