28 junio, 2006

¿Hacia el fin de la 'Galaxia Gutenberg'? (V)

Internet, como soporte informativo, no sólo constituye un desafío mortal para la prensa escrita, sino también un serio rival para la radio y la TV, con las que puede competir en inmediatez y precisión, utilizando, además, sus propios medios. Audio y vídeo son instrumentos con una presencia creciente en las webs informativas, al menos como opción complementaria.

Ahora mismo, por un precio casi risible, un suscriptor de elpais.es tiene acceso a seis canales de radio, uno de televisión, la edición digital de “Le Monde” sin restricciones, un suplemento de “The New York Times” en castellano, todo el archivo del diario desde su nacimiento, las noticias de la agencia EFE en tiempo real (aún antes de que la web las edite), la información más importante hasta el momento en 12 páginas de formato PDF listas para imprimir... ¿Quién da más?

Por supuesto, se trata de una oferta basada en el valor añadido y exclusiva para suscriptores, tras un intento fallido de hacer de pago elpais.es, pero en cualquier caso es elocuente acerca de la potencialidad de sumar contenido multimedia a la tipografía y las fotografías que la versión digital, como la de papel, ofrece a sus lectores en la actualidad.

El futuro es multimedia. Eso parece indiscutible. Pero por ahora nos hallamos en un tiempo de transición, de sinergias prudentemente calculadas por parte de la industria mediática. Se trata de apostar a todo compitiendo en la menor medida posible consigo mismo y tratando de utilizar cada medio en apoyo de los restantes. Es la única estrategia plausible para los grandes grupos, que tienen considerables gastos y sufragan con los beneficios de unos medios (generalmente los escritos) las pérdidas de los otros.

Lo más singular de la actual situación de transición es que, pese a tanto esfuerzo, no está tan claro como debería que la 'galaxia digital', en su vertiente informativa, vaya a ser patrimonio exclusivo de los grandes medios periodísticos. Hay demasiada competencia en su terreno, el de la información generalista, y empieza a ser difícil cobrar por ella. Si en el área de la prensa convencional la oferta de los gratuitos se está convirtiendo en una pesadilla, en la digital los grandes portales, con sus secciones de noticias, en algunos casos muy bien seleccionadas y organizadas, no dejan de serlo para las cabeceras digitales convencionales.

Si nos planteamos el grado de lectura del contenido de un diario por parte de un lector habitual descubriremos que en pocos casos llega al 30 por 100. La lectura de los titulares basta generalmente, e incluso hay secciones que un lector concreto ignora en su totalidad. Se supone, sin embargo, que ha pagado por la totalidad del contenido del periódico. ¿Admitiríamos ese desperdicio de dos tercios en un melón o en una chuleta de ternera? La paradoja está clara. Va contra las leyes más elementales del mercado pagar por lo que no se consume y ahora empieza a ser posible no hacerlo.

La conclusión (necesariamente parcial y provisional) parece evidente. La guerra en la 'galaxia digital' que se anuncia para un futuro inminente no va a desarrollarse tanto en el área saturada de la información general y superficial (aunque imprescindible) como en el de la especializada y analítica. Nadie puede, por falta de tiempo, ni quiere, por ausencia de interés, saberlo todo de todo, pero son muchos los que quieren conocer todo lo posible sobre determinadas cuestiones y contar con los elementos necesarios para formarse una opinión sólida.

Es ahí donde los medios tradicionales, en su inevitable transición, pueden fácilmente errar el camino y enfrentarse a una seria competencia por parte de iniciativas mucho más modestas en lo económico, pero más ágiles y abiertas en lo informativo y opinativo. La 'blogosfera', pese a las rémoras que para su evolución suponen la fragmentación individualista y la sospecha o evidencia de falta de fiabilidad, está indicando desde hace tiempo cuál puede ser la dirección al futuro.

La buena escritura, la capacidad de síntesis, la amenidad, la intertextualidad, la independencia y la apertura a las aportaciones de los lectores son algunos de esos elementos de un nuevo periodismo que está extendiendo y diversificando la oferta hasta extremos ayer imprevisibles. Son signos prometedores de un futuro informativo más plural y vital, más próximo a la gente, a sus intereses e inquietudes reales, y críticamente distanciado del discurso proliferante del poder, de los poderosos. Una respuesta, en fin, al pensamiento único y una invitación a la profundización de la obsoleta democracia que se nos vende como el mejor de los mundos posibles.

Continuará.

19 junio, 2006

Estatut: El sentido del silencio

De los resultados del referéndum sobre el Estatut hay tantas lecturas como partidos. Todas ellas son interesadas, muchas hipócritas e incluso cínicas y algunas deprimentemente falsarias. No voy a tratar sobre ellas, sino sobre el sonido atronador del silencio, sobre el sentido de la abstención, que a fin de cuentas ha sido la gran protagonista.

Este examen no lo ha aprobado nadie. Todos han sido suspendidos por un pueblo harto de que jueguen con él. Si algo más de la mitad de los catalanes con derecho a voto no ha ejercido su derecho no es por que pase de la política, sino porque pasa de ‘sus’ políticos.

La partitocracia atraviesa sus horas más bajas, pero no a causa de la abulia ciudadana, como sentencian tantos, sino por el hastío, el hartazgo y la indignación de una parte considerable de la población catalana contra quienes dicen representarla.

Si repasamos la génesis y evolución del proyecto de Estatut podremos constatar que ha sido como un vulgar vodevil o una bufa comedia de enredo a la que algunos se han empeñado en dar aires de tragedia. Mucha intriga, mucho ruido, muchas puertas por las que entran y salen personajes, ora vociferantes ora sonrientes, intrusos bajo la cama o en los armarios... Y al final el público, que se sabe el argumento, no acude al estreno.

El personaje principal de esta comedia, que no es Zapatero, como sistemáticamente quiere el PP, sino Maragall, no estuvo a la altura de las circunstancias. Prisionero de sus socios de gobierno, concedió en la redacción del proyecto todo lo imaginable e incluso lo que no lo era. Retener el poder era lo primero. Evidente.

El segundo protagonista, que no es Carod-Rovira, como quisieran él mismo y el PP, sino CiU, actuó maquiavélicamente para hacer estallar las contradicciones del tripartito catalán, introduciendo más y más exigencias en el texto del proyecto estatutario hasta convertirlo en una explosiva carta a los reyes magos. Su cinismo es paradigmático en este caso.

El tercer protagonista, que es un Piqué patética presa de sus propias ambiciones y contradicciones y marioneta del centralismo feroz que su partido representa, osciló entre un posibilismo inicial, fulminantemente desautorizado, y la lectura impuesta del guión apocalíptico escrito en Madrid. España se rompe, ya se sabe. Volvemos a las andadas. Esto va camino de ser los Balcanes. El prejuicio y el miedo como cartel electoral. Más de lo mismo, pero sostenido por un actor que no se 'cree' su personaje.

Finalmente, la patata caliente resultante del delirio partidista catalán queda en manos del Congreso, que, coherente con la promesa hecha por el presidente del Gobierno cuando aún no lo era, la acepta a debate. Zapatero apela al PP para pactar de común acuerdo la corrección del texto, pero recibe la respuesta esperable de quienes practican con fruición el gamberrismo político: tu la has liado, es tu problema. Hasta en el carné de identidad le han dado con el texto del Estatuto que iba a 'romper el Estado'.

Finalmente Artur Mas y Zapatero hacen la escena del sofá en La Moncloa y desactivan la bomba a cuya virulencia CiU había contribuido esencialmente (¿cinismo dije?). El Estatut que finalmente sale del Parlamento está limpio de polvo y paja anticonstitucional, “cepillado” como dijo el inefable superviviente Alfonso Guerra.

El cuarto protagonista, esa ERC a la que todavía se le nota el pelo de la dehesa, se queda en un sinvivir. Si rechazan ese Estatut tendrán que romper su alianza con el Gobierno central y salir del tripartito. Perderán las poltronas, la influencia y... quién sabe lo que pueda ser de ellos en las próximas elecciones. La dirección apuesta por el voto nulo en un intento de salvar los muebles, pero las bases (asamblearios que son) reclaman el no, igual que el PP. Más sarcasmo.

¿Alquien se pregunta todavía por el sentido de la abstención, por el abrumador sonido del silencio?

Ese silencio es un grito y quienes lo provocan deberían tomar buena nota y no insistir en sus prácticas lamentables. Por su propio bien y por el de todos. El descrédito de la política es la desesperanza de la sociedad.

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17 junio, 2006

Hacia el fin de la 'Galaxia Gutenberg' (IV)


Hay quien ha fijado ya la fecha de defunción de la ‘Galaxia Gutenberg’. Philip Meyer, profesor de periodismo en la Universidad de Carolina del Norte, prevé en su libro 'Vanishing Newspaper' que la ‘especie en extinción’ que hoy constituyen los lectores de diarios se habrá desvanecido en 2043. Sea antes o después, lo cierto es que la perspectiva del final de los diarios es cada vez más compartida en los medios académicos estadounidenses, aunque bastante contestada aún -por obvias razones- en los medios profesionales.

Meyer cree en la salvación del periodismo y propugna soluciones para que éste mantenga la influencia social que le ha caracterizado, pero previene contra la inclinación a creer que la prensa en su soporte de papel vaya a sobrevivir. “Si vamos a preservar el periodismo y sus funciones de servicio social -escribe-, quizás lo inteligente sería no centrarnos demasiado en los media tradicionales. La espiral de muerte puede ser irreversible”.

No es la muerte de la prensa lo que inquieta a Meyer, sino la del periodismo serio, sólido, socialmente influyente. De cara a esa supervivencia ha elaborado una teoría bastante respetada profesionalmente, aunque no exenta de polémica, que se denomina ‘periodismo de precisión’ (libro online, en inglés), que nos retrotrae a la idea del periodismo de análisis de mi viejo profesor.

El periodista que debe salvar a la profesión sería, según Meyer, alguien capaz de emplear técnicas de investigación social y de informática que le permitan filtrar, contrastar, analizar y exponer con nitidez y autoridad realidades habitualmente ocultas, no sólo para el gran público, sino incluso para las élites. De ese modo, el llamado periodismo de ‘cejas altas’ se situaría a la altura de los tiempos, en lugar de ir a la zaga de los acontecimientos y utilizar para el análisis de éstos y de sus consecuencias voluntariosos instrumentos decimonónicos.

Nada más lejos de mis propósitos que internarme en el 'jardín' de las previsiones sobre la fecha de caducidad de la prensa escrita o sobre la forma en que la información pueda o deba evolucionar para mantener o incrementar su influencia social, o simplemente su penetración. En el horizonte de la información digital las posibilidades son extraordinarias y en buena medida imprevisibles, ya que estarán condicionadas por los avances tecnológicos, pero seguramente también por una creciente regulación y control, cuyas sombras ya han comenzado a proliferar.

El ritmo del relevo podría ser incluso más rápido que el que Meyer ha previsto, pero parece claro que también internet va a evolucionar y muy probablemente en un sentido no deseado por la inmensa mayoría. Suponer que la gratuidad que impera en buena parte de la red se va a mantener 'sine die' no parece muy realista, pero para ello las empresas tendrán que tomar decisiones delicadas y complejas y asumir riesgos que en un momento dado podrían ser el equivalente a una moneda al aire para su destino.

Son muchas las variables en juego y la de mayor peso es la rentabilidad. Actualmente los medios convencionales tratan de fortalecer su posición en la red y explotar toda la variedad de posibilidades que ofrecen las conexiones de banda ancha: audio, vídeo, infografía animada, aumento de la interactividad, apertura a la participación de los lectores... El objetivo es captar y fidelizar a los jóvenes. Los medios ensayan su potencial digital de cara a un futuro en el que sus beneficios deberán proceder fundamentalmente de la red. Generar adicción y familiaridad, demostrando fiabilidad, amenidad y facilidad de uso parece ser por ahora su estrategia.

Nadie cuestiona ya en serio que el futuro ha comenzado y hay que tener una buena posición en la línea de salida. Quienes no hace mucho se encastillaban en la defensa de la prensa y exhibían la portabilidad del diario como el último territorio en el que era imbatible han de asumir ahora que los PDAs tienen esa misma virtud y otras muchas añadidas. El tacto del papel y el olor de la tinta seguramente son sensaciones a las que a nadie le será difícil renunciar.

En el periodo de transición que sin duda se ha iniciado, tanto en el medio tradicional como en el digital se están generando iniciativas destinadas a prolongar cuanto sea posible la vida del diario sobre papel mientras se rectifica y afianza la oferta digital. Los diarios no pueden entrar en bancarrota antes de que internet sea rentable. Esa es la cuestión. Todos se espían y se copian entre sí a poco que una determinada innovación tenga éxito, pero la improvisación y el ánimo experimental parecen dominar la escena.

Nada tiene de extraño si se tiene en cuenta que se precisa redefinir y descubrir la forma más adecuada y eficiente de informar en un contexto totalmente nuevo y además en permanente evolución y progreso.

Continuará.

13 junio, 2006

Acebes (por una vez) tiene razón


Nunca estaré más de acuerdo que hoy mismo con el ex ministro del Interior Ángel Acebes. El prognato expendedor de títulos de ‘miserable’; el que no descartó, ni descarta ni descartará la participación de ETA en los atentados del 11-M porque sería tanto como admitir que hizo lo inadmisible (mentir); el que no se para en barras al equiparar la política del Gobierno con la de la banda terrorista; el ‘popular’ más querido y jaleado por la extrema derecha ha dicho hoy, al fin, algo razonable.

Lo he visto y oído en la televisión, con estos ojos y estos oídos a los que ya no sorprende nada, ni siquiera la improbable honradez de alguien, no la de Acebes precisamente.

El inefable secretario general del Partido Popular ha querido ‘interpretar’, llevando el agua a su molino, los incidentes que abochornaron a Rajoy en Granollers. Y lo ha hecho con una frase que, como implacable ‘boomerang’, se vuelve a toda velocidad contra el emisor y lo que representa.

“Quien siembra vientos al final recoge tempestades”, ha afirmado el pétreo líder.

Nada más cierto. Ellos y no el Gobierno son los autores de la crispación y en gran medida son y serán sus destinatarios. Ya desde su segunda legislatura en el poder, con mayoría absoluta, dejaron bien clara su capacidad para ignorar, despreciar y humillar a todo el resto del espectro político. A ellos cabe atribuirles la radicalización de los nacionalismos vasco y catalán, a cuyos representantes más moderados menospreciaron incluso a nivel protocolario.

Pero fue tras perder las elecciones cuando se destaparon y descararon como lo que son, ejerciendo la oposición más indecente que haya conocido la democracia española. Mentiras, intoxicaciones, alarmismos gratuitos, instrumentalización inescrupulosa de las víctimas del terrorismo y todo tipo o variedad de juego sucio y desleal y/o de provocación política han figurado en su repertorio de marrullerías.

A nadie debe sorprenderle, si se sitúa en un extremo, que se le ataque desde el extremo opuesto. Prentender ignorar que la crispación que se crea es una irresponsabilidad de ida y vuelta es simplemente estúpido.

Efectivamente, como bien dijo Acebes, quien siembra vientos recoge tempestades. Pero no sólo al final, como él afirma sin precisar a qué referencia temporal alude.

Dado que (aún, pese a quien pese) estamos en una democracia más o menos verosímil sólo cabe esperar que en la fecha puntual de las elecciones el Partido Popular coseche lo que ha sembrado: una tempestad de rechazo a su estrategia irresponsable y, pese a lo que afirman, antipatriótica; a una política irracional, sectaria y antidemocrática capaz de resucitar a los fantasmas del odio y de la confrontación que tantos creíamos superados.

Así sea.

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12 junio, 2006

Hacia el fin de la 'Galaxia Gutenberg' (III)


Fundamentalmente dos factores conspiran contra la posibilidad de que la prensa pueda reconducir la situación y mantener el favor del público: la tecnología y la demografía. El replanteamiento que, tímidamente, se está realizando en los tiempos más recientes debería haberse iniciado hace veinte años para poder llegar al presente en condiciones más sólidas de supervivencia. Las prospectivas ya apuntaban entonces hacia los peligros que ahora son evidentes.

La reacción de la prensa ante la revolución digital ha sido lenta, torpe e insuficiente. Inicialmente negó el riesgo y menospreció las inmensas posibilidades que habían comenzado a apuntarse en internet. Por si acaso, sin embargo, no tardó en tomar posiciones en ese mercado, pero cometió el error de convertir sus cabeceras digitales en una copia servil de los contenidos en papel y en una adaptación plana de los mismos planteamientos informativos, compitiendo consigo misma y perdiendo simultáneamente la batalla frente a contenidos más dispersos, pero más dinámicos, participativos y críticos. Perdió de ese modo la oportunidad de convertir sus webs en medios complementarios que sirvieran como anzuelo para captar nuevos lectores, en lugar de generar el efecto contrario.

La respuesta de la prensa al imperio de la televisión y a la amenaza creciente de internet sólo en los últimos tiempos -demasiado tarde- ha implicado una revisión de los conceptos ‘históricos’ del oficio. Al desafío televisivo se responde fundamentalmente a través de rediseños que acentúan la presencia gráfica en perjuicio del contenido textual (y hay que decir que raramente se dispone de una fotografía tan buena que lo justifique) y enfatizan las infografías, que si están bien concebidas hacen casi inútil el texto y si no, son rellenos gratuitos. El uso del color y la inserción de cuadros de datos y tablas estadísticas es otro de los recursos que se están generalizando. El énfasis en lo visual, cuando es equilibrado, puede ser útil, pero es manifiestamente insuficiente, cuando no contradictorio.

En cuanto a lo conceptual, se trata -con éxito relativo- de reducir la información política a su mínima expresión, de acuerdo con estudios de mercado que detectan el desinterés de los lectores hacia esta parcela informativa. Se prescinde del factor coyuntural que puede haber condicionado el resultado de las encuestas (el interés por la política decrece en situaciones de estabilidad y aumenta exponencialmente en las conflictivas). Asimismo se evita entrar en profundidad en el tipo de información política que es rechazada. Es evidente que el periodismo declarativo, literalmente servil a lo que dice uno u otro, aburre y harta a la inmensa mayoría. Es reiterativo, anodino e incluso indignante, en la medida en que los políticos se sirven de los medios como arma propagandística.

¿Subsistiría el rechazo si tales informaciones fuesen sustituidas por una buena crónica que uniera el análisis al relato de los hechos y los dichos?

Se intenta igualmente revitalizar dos géneros que durante largos años han estado casi en un total olvido: el reportaje y la entrevista. No cabe dudar de que todo lo que aumente la calidad literaria y el interés humano de los contenidos periodísticos es un paso en la buena dirección, pero en este terreno no faltan serias dificultades para alcanzar resultados satisfactorios: una de ellas es la ya referida burocratización notarial de los profesionales; la otra es el tamaño reducido de muchas redacciones. Conceder tres días a un redactor para que prepare y realice un trabajo complejo y laborioso es un 'no-no' casi seguro en términos de ‘rentabilidad’ para la prensa diaria.

Nada ha conseguido hasta ahora reactivar a los diarios. Las generaciones con edades comprendidas entre los 18 y los 40 años no se dejan seducir por los cantos de sirena de una prensa esclerótica que está haciéndose adicta a la cirugía plástica. Frente a ella, Internet alienta un fenómeno creciente de participación en la información que se ha dado en llamar ‘periodismo ciudadano’ o ‘periodismo 3.0’. Ha nacido en la red y ese es su medio natural y lógico. Su trasplante a los diarios es por un lado impracticable y por otro inverosímil. La frescura y espontaneidad de un medio de publicación libre, instantáneo e intertextual no se pueden clonar sobre el papel prensa. La alternativa democrática de la información ha nacido y está aquí para quedarse.

¿Hincará sus frágiles rodillas en tierra la prensa convencional? ¿Podrá llegar a levantar cabeza generando respuestas al vértigo acelerado de la tecnología y a la caducidad previsible de las generaciones que le son fieles?

Continuará.

09 junio, 2006

El cinismo 'popular', en evidencia

Las hemerotecas poseen la virtud de la que carece el cinismo de los que juegan con la desmemoria. Restituyen la verdad y evidencian las contradicciones rampantes y desvergonzadas de quienes emplean dos varas (o más) de medir la realidad, según se hallen en el poder o en la oposición.

Cuando el Partido Popular, tras una breve tregua pactada con el Gobierno a regañadientes de la ‘vieja guardia’ aznarista, vuelve a las andadas con afirmaciones tan groseras como que el presidente del Gobierno es rehén de ETA o que ha entregado a la banda terrorista las llaves del Estado resulta de una elocuencia insuperable revisitar el pasado.

Este viaje hay que agradecérselo a Peperufo, implacable desvelador del ‘caradurismo’ desde su blog “La sombra de Aznar”.


LOS HECHOS: NEGOCIACIÓN ‘CARA A CARA’ CON ETA EN ZURICH

En mayo de 1999, ocho meses después de que ETA declarase una tregua indefinida, el Gobierno de José María Aznar se sentó a negociar con la banda terrorista en la ciudad suiza de Zúrich. La reunión entre representantes del Ejecutivo y de ETA tuvo lugar el 19 de mayo, en un hotel de Zúrich, y en ella participaron los etarras Mikel Albizu “Mikel Antza”, entonces jefe del aparato político de la banda, y Belén González Peñalba, "Carmen". Por parte del Gobierno, Aznar envió al secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos; al secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Martí Fluxá, y a su asesor personal, Pedro Arriola. La reunión contó con un moderador, el entonces Obispo de Bilbao, Juan María Uriarte.Ambas delegaciones quedaron emplazadas a una nueva reunión sin fecha concreta, que nunca llegó a producirse.

MOCIONES EN EL CONGRESO

En 1998 y 1999, durante el Gobierno del PP, el Congreso aprobó, por unanimidad, dos mociones instando al Ejecutivo a desarrollar una nueva orientación en la política penitenciaria para propiciar el fin de la violencia:

- En la moción aprobada por unanimidad el 10-11-98, el Congreso de los Diputados instaba al Gobierno a desarrollar, mediante el más amplio diálogo con todas las fuerzas políticas, "una nueva orientación consensuada, dinámica y flexible de la política penitenciaria de la forma que mejor propicie el fin de la violencia". La moción insta también al Gobierno a que "el diálogo, el consenso y el respeto a los principios democráticos y a las legítimas opciones políticas de los ciudadanos rijan todo el proceso que debe conducir al fin de la violencia terrorista y evite actitudes de enfrentamiento entre posiciones ideológicas distintas".

- El 15-6-1999, el Pleno del Congreso aprueba unánimemente otra moción, en la que se insta al Gobierno a "culminar el cumplimiento efectivo, en el tiempo más inmediato posible, de una nueva orientación consensuada, dinámica y flexible de la política penitenciaria, acorde con el fin de la violencia".

ACERCAMIENTO DE PRESOS

Entre septiembre de 1998 y septiembre de 1999, el Gobierno del PP ordena el acercamiento de más de 120 presos de ETA a cárceles próximas al País Vasco y permite el regreso a nuestro país de más de 300 exiliados de la banda terrorista.

- Pocos días antes de la celebración de las elecciones autonómicas vascas del 25 de octubre de 1998, el Ministerio del Interior traslada a 4 presos enfermos a cárceles del País Vasco.

- En diciembre del 98, Aznar anuncia el traslado a la Península de un "grupo cualitativo" de 21 presos de ETA que cumplen condena en cárceles de Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla.

- En mayo de 1999, el Gobierno anuncia que 304 personas vinculadas a ETA pueden volver a España, entre ellos todos aquellos cuyos delitos han prescrito, incluidos algunos con delitos de sangre.

- El 25-6-99, el Gobierno anuncia un traslado de entre 4 y 6 presos etarras a las cárceles vascas.

- EL 7 de septiembre de 1999, el Ejecutivo anuncia el acercamiento de 105 presos de ETA a cárceles de Euskadi o próximas a esta comunidad, un proceso que concluyó el 24 de ese mismo mes.

EXCARCELACIÓN DE ETARRAS

-Durante el periodo de gobierno del PP se produjeron 311 excarcelaciones de etarras. De ellas, 64 correspondieron a terroristas condenados por asesinatos múltiples a penas superiores a veinte años (en algún caso superiores a doscientos y aún a trescientos años).

- Un caso especialmente significativo, es el del etarra Iñaki Bilbao, condenado a 52 años de prisión, que quedaron reducidos a 30 por efecto de la acumulación de penas, y de los que efectivamente cumplió 17. Iñaki Bilbao salió de la cárcel el 28 de septiembre de 2000, siendo Angel Acebes ministro de Justicia y Mariano Rajoy ministro del Interior. El 21 de marzo de 2002, Bilbao asesinó al concejal socialista de la localidad de Orio Juan Priede.

LAS FRASES

GENEROSIDAD:

- “Si los terroristas deciden dejar las armas sabré ser generoso” (José María Aznar, 3-3-98)

- “Estoy dispuesto a tomar todas las iniciativas que fuesen necesarias si viésemos que podía entenderse o podían darse pasos positivos para que esta situación de cese de la violencia diese lugar a un proceso definitivo de paz” (José María Aznar, 3-3-98)

- “Con la violencia no se consigue ningún tipo de ventaja política, pero estoy dispuesto a ser generoso si es necesario, a ser comprensivo, si eso ayuda al final del terrorismo, es lo que tiene que entender todo el mundo, no es un camino sencillo” (José María Aznar, 5-3-98)

- "Merecería la pena hacer el esfuerzo de la generosidad si con ello conseguimos la paz" (José María Aznar, 4-5-98)

- “El Gobierno y yo personalmente hemos procurado a lo largo de estas semanas, en declaraciones y en hechos, transmitir señales de lo que estamos dispuestos a hacer por la paz” (José María Aznar, 11-10-98)

- “Por la paz y por sus derechos no nos cerraremos, sino que, por el contrario, nos abrimos a la esperanza, al perdón y a la generosidad, y por la paz pondremos lo mejor de nuestra parte para hacerla definitiva con la ayuda y la esperanza de todos” ( José María Aznar, 5-11-98)

- “Estamos dispuestos a hacer y afrontar el esfuerzo que nos corresponde" (José María Aznar, 18-12-98)

NEGOCIACIÓN:

- “El Gobierno y yo personalmente he autorizado contactos con el entorno del Movimiento Vasco de Liberación. (...) Estoy seguro que al mantenimiento de ese principio (discreción) me van a prestar ustedes su colaboración y su comprensión entusiasta” (José María Aznar, 3-11-1998)

- “Si no se producen los contactos es porque ETA no quiere. No hay ninguna otra razón" (José María Aznar, 10-9-99)·

- "Si se trata de contrastar la voluntad de diálogo de ETA, habrá que hacerlo directamente con la organización armada" (Josep Piqué 4-11-98)

- “Los contactos los llevaremos directamente y sin intermediación" (Mariano Rajoy, 12-11-98)

PRESOS:

- "En dicho proceso (de paz), quiero decirles que el Gobierno incorporará una nueva orientación de la política penitenciaria consensuada, flexible y dinámica que acompañe los avances que se vayan produciendo en el aseguramiento de la paz” (José María Aznar, 2-10-98)

- “Ya he dicho que el Gobierno está dispuesto a acompasar la política penitenciaria a los avances que se produzcan en el proceso de paz. …”. “A veces hay una inversión de valores que parece obligarnos a los demócratas a dar pasos….”. “Lo que debemos tener son actitudes abiertas”. (José María Aznar, 11-10-98)

- “…en ese momento se darían las condiciones para que los partidos firmantes del Pacto de Ajuria Enea se pusieran a desarrollar los compromisos de ese pacto en materia de reinserción, que es otro aspecto más de la política antiterrorista” (José María Aznar, 11-10-98)

- "El Gobierno, cuando toma decisiones, hace política, no hace gestos y quien interprete en clave de gesto (el acercamiento de presos) no va por buen camino, si lo ven en clave de una política de fondo pueden acertar más” (José María Aznar,10-9-99)

- “El Gobierno ha hecho un gesto (el acercamiento de presos) conforme a la voluntad y el deseo de que llegue la paz" (Mariano Rajoy, 26-12-98)

VENCEDORES Y VENCIDOS:

- “El proceso y el procedimiento (en la lucha contra ETA) serán largos. No podrá haber nunca ni vencedores ni vencidos". (Ricardo Martí Fluxá, 28-11-97)

NAVARRA:

- Si ETA abandona las armas se podría "hablar y negociar, y ahí Navarra va a estar y será generosa". "En la medida en que se consolide la tregua y podamos hablar de abandono definitivo de la violencia, se podrá hablar de otras cuestiones como la política penitenciaria y la reinserción" (Miguel Sanz,14-10-98)

PARTICIPACIÓN DE TODAS LAS FUERZAS POLÍTICAS VASCAS:

- “…seguiré adoptando las iniciativas que considere más adecuadas para la consecución definitiva de la paz”. "Las iniciativas de pacificación y normalización del País Vasco, cualquiera que sea el ámbito en el que se planteen, exigen la participación efectiva de todos los partidos democráticos” (José María Aznar, 2-10-98)

- “El proceso de normalización corresponde, en primer término, a las instituciones y a todas las fuerzas políticas vascas sin ningún tipo de excepción” (José María Aznar,18-12-98)

- “Tomar posesión de un escaño siempre es preferible a empuñar las armas" (José María Aznar,18-12-98)

- “Considero conveniente reforzar el diálogo que ya existe con los partidos políticos para profundizar en las líneas de acuerdo iniciadas hasta ahora. Espero que a este diálogo, en una situación política normalizada, puedan incorporarse también todas las fuerzas políticas representadas en el Parlamento vasco” (José María Aznar, 18-12-98)

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07 junio, 2006

Hacia el fin de la 'Galaxia Gutenberg' (II)

La prensa contemporánea es consecuencia de la industrialización. Máquinas complejas y costosas fueron necesarias para socializar diariamente la información y sistemas de comunicación caracterizados por su rapidez la hicieron posible.

Antes de eso el periodismo tenía un sello artesano y romántico: muchas publicaciones con escasa paginación se dirigían a un público reducido y casi exclusivamente urbano con gacetillas, notas de sociedad, folletones y algún que otro artículo más caracterizado por sus pretensiones literarias, políticas e incluso filosóficas que por su valor informativo.

Personajes como Francisco Mariano Nifo, figura mítica del protoperiodismo español que creó, dirigió e incluso escribió en soledad hasta una veintena de periódicos diferentes a finales del XVIII, dejaron de ser viables. Avanzado el XIX hacía falta una considerable cantidad dinero para fundar y sostener un diario digno de tal nombre, condición que aumenta extraordinariamente en el XX. Por el camino van quedando los que no pueden competir por razones económicas y la consecuencia de ello no es sólo el fin de una cierta idea de periodismo, sino también la pérdida de un abigarrado pluralismo, que de modo simultáneo se produce también en el terreno político.

Transformados en entidades empresariales convencionales, los diarios no sólo responderán a los intereses de sus generalmente poderosos propietarios, sino que se instrumentalizarán al servicio de opciones ideológicas o partidistas mayoritarias, en una praxis que en algunos casos redunda en pura propaganda.

La extendida idea de que los periódicos mienten no es de ahora. Hubo épocas en las que la mentira era una práctica más usual y descarada. Hoy en día, cuando son tantas las fuentes, no es tan fácil dar noticias falsas o falsear descaradamente las informaciones, pero parte esencial del ‘oficio’ consiste en una manipulación basada esencialmente en subrayar, difuminar, destacar o minimizar, e incluso ocultar, según qué hechos o declaraciones. Es decir, maquillar la realidad al propio gusto y a la propia conveniencia, lo cual no deja de ser mentir, por más que se practique de un modo teóricamente sutil.

Es ahí precisamente donde nos encontramos. La credibilidad de los diarios es cuestionada de modo creciente y -no por azar- paralelo al cuestionamiento que se hace a la 'clase' política. Cuando los periodistas denuncian la falta de fiabilidad de Internet (en alusión generalmente a los blogs) parecen no ser conscientes de que la credibilidad de sus medios no es mucho mayor. El concepto empresarial se ha impuesto de modo definitivo al profesional, especialmente desde el momento en que la crecida cuenta del cambio tecnológico (de la tipografía al offset) condujo a la concentración en poderosos grupos mediáticos. La consecuencia es que todo rasgo de pluralismo ha desaparecido (incluso de las llamadas 'Tribunas Libres') y que el panorama ideológico se ha empobrecido hasta un nivel inquietante.

En los ya remotos años de la Escuela de Periodismo, un profesor afirmaba que los periódicos en el futuro (supuestamente en estos tiempos) serían más de análisis que de información, con más crónicas que noticias y más informes que informaciones. Esa sería la consecuencia lógica de la imposibilidad de competir en inmediatez informativa con la radio y la televisión. La prensa tenía a su favor no sólo poder informar con mayor extensión, sino también situar la noticia en su contexto, exponer sus antecedentes y avanzar su probables consecuencias. Tendría además la posibilidad de seleccionar aquello que fuera realmente importante y darle la extensión y el relieve adecuados a su mayor o menor incidencia publica.

Si eso era (o parecía) lo razonable hace cuatro décadas, ¿por qué no ha llegado a ponerse en práctica ni en España ni en ningún otro país? En primer lugar porque no parece existir una demanda real en ese sentido. Quienes preveían un aumento de la exigencia informativa ciudadana coherente con la universalización de la educación no podían imaginar entonces el extraordinario influjo de la televisión; su capacidad de absorber, enajenar y frivolizar. Cuando se repasa la estadística sobre el número de horas que la media de los ciudadanos pasa ante el televisor -y no precisamente para informarse, en general- la cosa está clara: la ‘caja idiota’ monopoliza una gran parte del tiempo de ocio. La necesidad de informarse es anecdótica frente a la urgencia imperiosa de evadirse.

Pero sucede que aún en el caso de que existiese (o pudiera generarse) la demanda de un cambio en los conceptos informativos de la prensa escrita el problema clave se pondría en evidencia en los propios diarios. Allí donde el adjetivo y la subjetividad que pueda generarlo han sido proscritos no resulta fácil imaginar un cambio cualitativo que empezaría necesariamente por una mayor exigencia intelectual y expresiva a redactores inmersos hasta ahora en una praxis profesional que es pariente próxima de la burocracia más rancia y estéril.

La conquista de la credibilidad es una tarea mucho más compleja y difícil de lo que parece a primera vista. No basta el propósito de decir la verdad o de tratar de acercarse a ella objetivamente, aunque eso sería un paso de gigante. Tampoco es suficiente la voluntad de superar los propios prejuicios e ignorar los ajenos. Es necesaria, como mínimo, una capacidad infrecuente de análisis y contraste, un talento innato para trabajar en equipo democráticamente y una formación intelectual muy sólida.

No se transforma de la mañana a la noche a un redactor-notario-sesgado en un redactor-investigador-objetivo. La credibilidad no puede improvisarse ni falsificarse. La honestidad y la independencia sí que pueden fingirse pero también quedan fácilmente desenmascaradas a la primera vuelta del camino.

Como consecuencia de tales dificultades los diarios no se plantean la credibilidad general, sino que buscan la de un público previamente decantado. He ahí por qué -entre otras razones- los jóvenes se les resisten. Se les habla desde un mundo viejo, con un lenguaje anodino y tendencioso y con unos planteamientos y propósitos que no comparten.

Continuará.

06 junio, 2006

Daños colaterales

Arcadi Espada, escritor e impulsor de la plataforma antinacionalista catalana ‘Ciutadans de Catalunya’, fue impunemente agredido ayer en Gerona cuando se disponía a intervenir en un acto. Energúmenos ultranacionalistas, supuestamente de izquierda, le agredieron e insultaron sin que los Mossos d’Esquadra se dignasen intervenir.

Es repugnante, pero no sorprendente. Antes de que este hecho lamentable se produjese, -hace más de un año-, un grupo de fascistas intentó atacar a Santiago Carrillo durante un acto en una librería madrileña, hiriendo a quienes trataron de evitarlo y destrozando la librería cuanto pudieron.

Hace menos tiempo aún un ministro del Gobierno (hoy ex ministro) fue insultado y agredido en una manifestación de las víctimas del terrorismo monopolizada por un partido de centro derecha que acostumbra a cosechar sin escrúpulo visible el voto de la ultraderecha, a la que dirige obvios guiños de complicidad. Los platos rotos los pagan hoy dos policías que retuvieron durante tres horas a dos de los presuntos autores, militantes del partido aludido.

Una campaña insidiosa e indecente, que llegó a alentar el boicot a los productos catalanes, se ha venido desarrollando con mal disimulada complacencia de quienes recogieron firmas para convocar un referéndum contra un Estatut que sabían que no podía prosperar, del mismo modo que sabían que tal referéndum no era viable.

Los que agitan las aguas y alimentan el odio y la irracionalidad son los mismos que ahora acusan al presidente del Gobierno de hacer la política de ETA y de entregar a la banda terrorista 'las llaves del Estado'. Con la misma indecencia atribuyen a la política de extranjería el aumento de la delincuencia. Todo es bueno para ellos si sirve para trasladar a la conciencia ciudadana la idea de un caos que sólo habita en sus deseos.

Irresponsablemente alientan los extremismos, cuyas consecuencias acaban pagando justos por pecadores. A ellos les da lo mismo. No es realmente España lo que les preocupa, pese a sus reclamos patrioteros, sino recobrar y retener el poder que perdieron precisamente por su hábito de menospreciar a los ciudadanos y pasarse por el forro elementales usos democráticos.

Si anuncian una balcanización de España y una ‘vuelta a las andadas’ y no se produce ya se encargan ellos y sus corifeos mediáticos de generar la sensación de que es un riesgo real e inminente. El coste que sufra la libertad y la seguridad de los ciudadanos constituye un daño colateral a cargar en la cuenta del enemigo político. Mientras tanto resulta ser el Gobierno quien crea desconfianza e incertidumbre.

Es pura y simplemente vomitivo.

Leer online: www.tierradenadie.org

04 junio, 2006

Hacia el fin de la 'Galaxia Gutenberg' (I)


Cada día crecen más las evidencias de que la prensa escrita, lo que desde McLuhan se conoce como ‘La Galaxia Gutenberg’, atraviesa una crisis que tiene todos los visos de no ser meramente coyuntural, contra lo que muchos preferirían creer. En mayor o menor grado, los índices de penetración de los diarios en todo el mundo desarrollado vienen acusando un descenso sistemático, lento pero no por ello menos inquietante.

Las causas de esa decadencia son objeto de estudio y debate desde hace tiempo, aunque en España -de modo coherente con su nivel de desarrollo- la inquietud es relativamente reciente. Los diarios creyeron encontrar en las propuestas de valor añadido una táctica eficaz para fidelizar al lector y mantener o aumentar los niveles de difusión de los medios. Las promociones son otro recurso destinado al mismo fin y además generan beneficios nada desdeñables. Es de temer, sin embargo, que nos hallamos en una situación que bien puede resumirse así: pan para hoy y hambre para mañana.

Ciertamente, no es el periodismo o la información lo que está amenazado, sino específicamente la comunicación que tiene el papel como soporte. Más allá de las nada despreciables consideraciones ecológicas, la prensa escrita afronta en estos momentos desafíos para los que se muestra incapaz de generar respuestas eficientes. El principal de ellos es el desvío de la mayor parte de los lectores de menos de cuarenta años hacia Internet y consecuentemente el envejecimiento progresivo de la clientela.

Se podrá objetar que esos lectores se dirigen a las ediciones digitales de los diarios que no compran, lo cual es en gran medida cierto, pero eso mismo revela la gravedad de la crisis. Las empresas periodísticas no han logrado aún hacer rentables sus ediciones digitales, por lo que el daño es doble. Por un lado las webs informativas hacen directamente la competencia a la versión en papel y por otra gravan sensiblemente los costes empresariales, en la medida en que hay que mantener, por reducida que sea, una redacción paralela y no rentable para la red.

Los diarios gratuitos constituyen otra desastrosa competencia generada en el propio sector, aunque no por parte de las empresas tradicionales y consolidadas. La amenaza que suponen es más visible en las grandes ciudades, donde centenares de miles de personas se trasladan en los transportes públicos e invaden las calles, constituyéndose en un mercado fácilmente accesible. En las capitales de provincias el riesgo para los medios es menor e incluso irrelevante, al menos por ahora. En cualquier caso, los gratuitos demuestran que lo que está en cuestión no es tanto la captación de clientes como la de publicidad.

Es la publicidad lo que explica la subsistencia de los diarios, tanto de los gratuitos como de los que no lo son. La rentabilidad es casi impensable sin el ingreso que se obtiene mediante la inserción de anuncios y éstos se logran o no en función de la difusión del medio. La gratuidad constituye una competencia en gran medida desleal, pero difícilmente cuestionable desde la libertad de mercado asumida hoy en todo el mundo. Alguien ha calificado a los gratuitos como ‘un disparo en el pie’ que se hace la propia prensa. Un tiro desafortunado y muy doloroso, como confirma el hecho de que los grupos de prensa tradicionales han tomado posiciones en ese territorio o estudian tal posibilidad.

El principal problema de cara a un futuro que puede ser inminente viene dado por el carácter limitado del mercado publicitario. Las cuentas de las principales empresas, nacionales o multinacionales, no crecen en la misma medida que la oferta mediática ni parece razonable que lo hagan a corto plazo. Los estudios de mercado que realizan siguen dando una alta fiabilidad a la eficacia del anuncio en prensa diaria, pero cada día son mayores los matices a introducir al considerar la de un anuncio concreto en un medio o en otro, escrito o no.

Por el momento predomina el criterio conservador y continuista, pero probablemente no está lejano el día en que Internet suponga una dura competencia, en la medida en que permite contextualizar los mensajes publicitarios, aumentando su visibilidad y efectividad, y además facilita al teórico destinatario aumentar al instante la información, mediante un simple clic, y acercarse más de ese modo a la condición de comprador, precisamente lo que busca el anunciante. En la medida en que la bolsa publicitaria es limitada la amenaza para la supervivencia de ciertos medios resulta evidente.

La prensa escrita recibió un providencial balón de oxígeno para su supervivencia económica a través del progreso de la informática. Ello facilitó la reducción de la plantilla en los talleres y transformó a las redacciones en virtual ‘factotum’, posibilitando una rentabilidad que hace tres décadas estaba seriamente amenazada. Ahora, sin embargo, la cuestión es dilucidar si no va a ser también la tecnología la que precipite el fin de la ‘galaxia’ cuando se acerca a sus seis siglos de existencia.

Hay una revolución en curso. Si la que inició la rudimentaria imprenta basada en el tipo móvil promovió la difusión de la cultura y de las ideas, cambiando esencialmente la imagen del mundo y del propio ser humano, la que anuncia la era digital no va a ser menos transcendente.

Pero antes de celebrar las exequias, seguramente precipitadas, de la ‘Galaxia Gutenberg’ es preciso examinar los cómos y porqués de la crisis actual y las perspectivas de futuro en la medida en que puedan ser previsibles.

Continuará.