Arcadi Espada, escritor e impulsor de la plataforma antinacionalista catalana ‘Ciutadans de Catalunya’, fue impunemente agredido ayer en Gerona cuando se disponía a intervenir en un acto. Energúmenos ultranacionalistas, supuestamente de izquierda, le agredieron e insultaron sin que los Mossos d’Esquadra se dignasen intervenir.
Es repugnante, pero no sorprendente. Antes de que este hecho lamentable se produjese, -hace más de un año-, un grupo de fascistas intentó atacar a Santiago Carrillo durante un acto en una librería madrileña, hiriendo a quienes trataron de evitarlo y destrozando la librería cuanto pudieron.
Hace menos tiempo aún un ministro del Gobierno (hoy ex ministro) fue insultado y agredido en una manifestación de las víctimas del terrorismo monopolizada por un partido de centro derecha que acostumbra a cosechar sin escrúpulo visible el voto de la ultraderecha, a la que dirige obvios guiños de complicidad. Los platos rotos los pagan hoy dos policías que retuvieron durante tres horas a dos de los presuntos autores, militantes del partido aludido.
Una campaña insidiosa e indecente, que llegó a alentar el boicot a los productos catalanes, se ha venido desarrollando con mal disimulada complacencia de quienes recogieron firmas para convocar un referéndum contra un Estatut que sabían que no podía prosperar, del mismo modo que sabían que tal referéndum no era viable.
Los que agitan las aguas y alimentan el odio y la irracionalidad son los mismos que ahora acusan al presidente del Gobierno de hacer la política de ETA y de entregar a la banda terrorista 'las llaves del Estado'. Con la misma indecencia atribuyen a la política de extranjería el aumento de la delincuencia. Todo es bueno para ellos si sirve para trasladar a la conciencia ciudadana la idea de un caos que sólo habita en sus deseos.
Irresponsablemente alientan los extremismos, cuyas consecuencias acaban pagando justos por pecadores. A ellos les da lo mismo. No es realmente España lo que les preocupa, pese a sus reclamos patrioteros, sino recobrar y retener el poder que perdieron precisamente por su hábito de menospreciar a los ciudadanos y pasarse por el forro elementales usos democráticos.
Si anuncian una balcanización de España y una ‘vuelta a las andadas’ y no se produce ya se encargan ellos y sus corifeos mediáticos de generar la sensación de que es un riesgo real e inminente. El coste que sufra la libertad y la seguridad de los ciudadanos constituye un daño colateral a cargar en la cuenta del enemigo político. Mientras tanto resulta ser el Gobierno quien crea desconfianza e incertidumbre.
Es pura y simplemente vomitivo.
Leer online: www.tierradenadie.org
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