13 junio, 2006

Acebes (por una vez) tiene razón


Nunca estaré más de acuerdo que hoy mismo con el ex ministro del Interior Ángel Acebes. El prognato expendedor de títulos de ‘miserable’; el que no descartó, ni descarta ni descartará la participación de ETA en los atentados del 11-M porque sería tanto como admitir que hizo lo inadmisible (mentir); el que no se para en barras al equiparar la política del Gobierno con la de la banda terrorista; el ‘popular’ más querido y jaleado por la extrema derecha ha dicho hoy, al fin, algo razonable.

Lo he visto y oído en la televisión, con estos ojos y estos oídos a los que ya no sorprende nada, ni siquiera la improbable honradez de alguien, no la de Acebes precisamente.

El inefable secretario general del Partido Popular ha querido ‘interpretar’, llevando el agua a su molino, los incidentes que abochornaron a Rajoy en Granollers. Y lo ha hecho con una frase que, como implacable ‘boomerang’, se vuelve a toda velocidad contra el emisor y lo que representa.

“Quien siembra vientos al final recoge tempestades”, ha afirmado el pétreo líder.

Nada más cierto. Ellos y no el Gobierno son los autores de la crispación y en gran medida son y serán sus destinatarios. Ya desde su segunda legislatura en el poder, con mayoría absoluta, dejaron bien clara su capacidad para ignorar, despreciar y humillar a todo el resto del espectro político. A ellos cabe atribuirles la radicalización de los nacionalismos vasco y catalán, a cuyos representantes más moderados menospreciaron incluso a nivel protocolario.

Pero fue tras perder las elecciones cuando se destaparon y descararon como lo que son, ejerciendo la oposición más indecente que haya conocido la democracia española. Mentiras, intoxicaciones, alarmismos gratuitos, instrumentalización inescrupulosa de las víctimas del terrorismo y todo tipo o variedad de juego sucio y desleal y/o de provocación política han figurado en su repertorio de marrullerías.

A nadie debe sorprenderle, si se sitúa en un extremo, que se le ataque desde el extremo opuesto. Prentender ignorar que la crispación que se crea es una irresponsabilidad de ida y vuelta es simplemente estúpido.

Efectivamente, como bien dijo Acebes, quien siembra vientos recoge tempestades. Pero no sólo al final, como él afirma sin precisar a qué referencia temporal alude.

Dado que (aún, pese a quien pese) estamos en una democracia más o menos verosímil sólo cabe esperar que en la fecha puntual de las elecciones el Partido Popular coseche lo que ha sembrado: una tempestad de rechazo a su estrategia irresponsable y, pese a lo que afirman, antipatriótica; a una política irracional, sectaria y antidemocrática capaz de resucitar a los fantasmas del odio y de la confrontación que tantos creíamos superados.

Así sea.

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