31 agosto, 2005

Noticia de la miseria en el país de Jauja

Esta es una noticia difundida ayer por la agencia France-Presse, con origen en su delegación de Washington. Como toda información en la que cualquier adjetivación ha sido sustituida por la insuperable elocuencia de los números, el comentario huelga. A buen entendedor... Esta es la realidad socioeconómica en el país de las oportunidades, en la sociedad más opulenta del mundo. Sólo una pregunta: ¿si esto es posible en la propia metrópolis imperial qué pesadillas de inanición e injusticia no le parecerán lógicas e incluso deseables al Gobierno de EE UU en la periferia ignorada o sobreexplotada del planeta?

"La pobreza en Estados Unidos aumentó en 2004 por cuarto año consecutivo mientras que los ingresos permanecieron estables, según informó el martes la oficina del Censo.

El ente oficial informó de que el número de personas que vive por debajo de la línea de la pobreza subió el año pasado a 37 millones de personas, frente a los 35,9 millones de 2003, mientras que la tasa de pobreza subió al 12,7%, contra un 12,5% del año anterior.

El Gobierno estadounidense fijó el nivel de pobreza para una familia de cuatro personas en 2004 en un ingreso anual de 19.307 dólares; para una familia de tres miembros, en 15.067 dólares; para dos personas en 12.334 dólares, y para los individuos solos la cifra se fijó en 9.645 dólares.

El número de personas en situación de pobreza absoluta -con ingresos por debajo de la mitad del nivel de pobreza- fue de 15,6 millones, el mismo de 2003, según el informe. Esto representa un 5,4% de la población total y un 42,3% de la población pobre en 2004.

El informe indicó además que el ingreso promedio de los hogares se mantuvo sin cambios entre 2003 y 2004, en 44.389 dólares anuales. Los hogares de población negra tuvieron el ingreso promedio más bajo en 2004 (30.134 dólares). Los hogares cuyos integrantes son de origen asiático tuvieron los ingresos más altos (57.518 dólares), mientras que el nivel de los hogares de blancos fue de 48.977 dólares. El ingreso promedio para los hogares de familias de origen hispano fue de 34.241 dólares.

La tasa de pobreza cayó, en el caso de los asiáticos, al 9,8% en 2004, frente al 11,8% en 2003, mientras que se mantuvo estable para los hispanos (21,9%) y negros (24,7%) y subió en el caso de los blancos no hispanos, de un 8,2% en 2003 al 8,6% en 2004.

Un total de 13 millones de personas entre la población menor de 18 años vivía por debajo de la línea de pobreza en 2004, lo que representa un 17,8% de este segmento social, una tasa sin cambios en relación a 2003. En cambio, la cantidad de pobres aumentó en la franja de 18 a 64 años (11,3% de pobres contra 10,8% en 2003) y bajó entre las personas de más de 65 años (9,8% de pobres en esa franja, frente al 10,2% en 2003).

El noreste y el oeste del país siguieron siendo las áreas con mayores ingresos, y el sur, la región con menores ingresos. El porcentaje de población sin cobertura de seguro de salud se mantuvo estable en un 15,7% en 2004; la cantidad de personas sin cobertura aumentó en 800.000 personas hasta 45,8 millones, mientras que las personas con seguro de salud aumentaron en 2,0 millones hasta 245,3 millones".


Para leer online: www.tierradenadie.cc

30 agosto, 2005

"Por una mentira"

En apenas unos meses las cañas se han tornado lanzas para el presidente Bush. El hombre que logró salir incólume de unas elecciones que fueron de hecho un referéndum sobre la guerra de Irak no está ahí, en el poder, por su buen hacer sino gracias a una sistemática intoxicación de la opinión pública y al estado emocional creado por el ataque terrorista del 11-S, propenso al éxito de la manipulación.

Si los comicios presidenciales diagnosticaron una dramática división de la sociedad estadounidense, prácticamente al 50 por 100, la evolución de la situación en Irak no sólo ha ahondado la sima, sino que también ha aumentado las críticas a una decisión injustificable y cuestionada desde el principio. Y ahora, para colmo de males de Bush y su banda, la contestación tiene un estandarte eficaz, una víctima indignada, la madre de un soldado de 24 años que ha muerto "por una mentira".

Cindy Sheehan y un número creciente de seguidores han puesto sitio al rancho de Bush en Crawford (Texas), pueblerino refugio vacacional del presidente en la América profunda, a la que él mismo representa de modo inigualable con su cazurra santurronería y sus aires de tipo sencillo y sin doblez. Ahora Sheehan y los suyos inician una gira de tres semanas que les llevará ante la Casa Blanca y la cobertura mediática alcanzada no deja lugar a dudas sobre el hecho de que el tesón de Cindy es cualquier cosa menos inocuo.

Las encuestas ya sitúan a Bush jr. en un nivel de impopularidad sólo superado por Nixon en los tiempos más agudos del escándalo del Watergate. Consciente de su impunidad, el presidente insiste en defender la presencia militar en Irak en un contexto general de guerra contra el terrorismo, por la democracia y por la estabilidad en el oriente próximo. Reclama paciencia y sacrificio y expresa su confianza en una positiva evolución de la situación en Irak.

Él parece ser el único que confía. Lejos de tener visos de pacificación, lo que empieza a vislumbrarse en Irak es una guerra civil, que de hecho ya existe desde hace tiempo de modo más o menos larvado, y que, en lo que concierne a la comunidad suní, ha encontrado en el rechazo a la Constitución su catalizador definitivo.

Interpretan razonablemente los suníes que el planteamiento federal de la Constitución promovida por EE UU, con autonomía para kurdos y chiíes, no sólo va en perjuicio directo de su comunidad sino que además prefigura una hipotética partición del país muy conveniente para los intereses occidentales, en la medida en que son los chiíes y los kurdos los que se asientan sobre territorios petrolíferos. Entre los chiíes sólo el carismático disidente Moqtada al Sadr comparte esa interpretación y ese rechazo.

La movilización popular suní tras el fracaso del consenso constitucional no se ha hecho esperar, con retratos de Sadam Hussein incluidos, y es previsible que, simultáneamente, la insurgencia acentúe aún más su virulencia. Mientras tanto, es cada vez más evidente el cortocircuito informativo que se está practicando, aprovechando la ausencia de medios informativos occidentales sobre el terreno.

Nadie explica, por ejemplo, quienes son esas decenas de personas que aparecen periódicamente ejecutadas en grupo con total economía de medios (un tiro en la cabeza), quién les mata y por qué. Nadie habla ya del peculiar general pelirrojo Izzat Ibrahim Al Duri, al que hasta hace apenas un año se atribuía la dirección militar de la insurgencia. Ahora se pone el acento en la figura de Abu Musab Al Zarqawi, un jordano vinculado a Al Qaeda. Y la razón es obvia: subrayar la presencia de la internacional terrorista islámica en Irak es más útil para defender la ocupación de ese país.

Por supuesto, se elude escrupulosamente mencionar que dicha presencia tiene como causa precisamente la ocupación militar. También se evita, por razones obvias, hacer distinción alguna entre las acciones que corresponden a la resistencia iraquí y las atribuibles a Al Qaeda. No se considera procedente. Todo se envuelve bajo el epígrafe de “terrorismo”, de infalible eficacia emocional.

Sin embargo, resulta evidente que la insurgencia iraquí tiene una organización, una dirección y unas tácticas inequívocamente militares y, asimismo, que cuenta con unos servicios de inteligencia muy bien informados. En consecuencia, existe también una dirección política. Sólo así se explica la elección nada aleatoria de los objetivos y la contundencia de los golpes que se suceden en los más diversos lugares, pero generalmente en la zona central (suní) y muy especialmente en Bagdad.

El fracaso en el intento estadounidense de sumar a los suníes -que ya boicotearon las elecciones en su día- al consenso sobre el borrador de la Constitución configura el peor de los escenarios para los intereses y expectativas de Bush y el ‘lobby’ energético. Según el reglamento del referéndum a celebrar el 15 de octubre, si dos tercios de la población en tres provincias iraquíes votan en contra de la ‘carta magna’ ésta deberá replantearse y volver a ser consultada. Y esa posibilidad puede considerarse ya como un hecho. Los miembros de la comunidad suní se están registrando masivamente para poder votar y no es precisamente para decir “sí”.

Eso significará prolongar indefinidamente la presencia militar estadounidense, una radicalización extrema de la violencia y una impopularidad aún mayor de Bush y de su guerra “por una mentira” a nivel doméstico. El riesgo de que tenga que asistir a una movilización clamorosa, de niveles próximos a los que motivaron la retirada de Vietnam, es ahora mismo una hipótesis altamente probable.

¿Y todo por una mentira? En resumen: sí. Los otros porqués de la guerra, conocidos por todos, aún siendo indecentes no son tan movilizadores. Nadie debería sobrevivir políticamente a una mentira en una auténtica democracia.

En España el PP no lo logró tras atribuir interesadamente a ETA el ataque terrorista del 11-M. En EE UU y Reino Unido Bush y Blair han salido indemnes, pero todo indica que el tiempo histórico no corre a su favor. A ellos, en su último mandato, no parece inquietarles. Esperan beneficiarse de una tradición de impunidad con la que habría que terminar para que las apuestas personales por aventuras falsarias y depredadoras como la guerra de Irak resulten imposibles en el futuro.

Existe algo que se llama responsabilidad criminal y nadie que incurra en ella debería disfrutar de inmunidad.

25 agosto, 2005

La gran jeremiada

La operación de desalojo de los asentamientos judíos en Gaza, más allá de cualquier otro significado que se le quiera dar, ha sido una hábil y muy bien publicitada campaña de imagen por parte de Israel. Tras meses de especulaciones sobre lo que sucedería cuando se pusiera en práctica y un pormenorizado relato de lo que iba ocurriendo a medida que se acercaba la fecha, la evacuación, allí donde ha sido forzosa, se ha desarrollado parsimoniosamente, sin pegar un tiro, sin los suicidios ‘estilo Massada’ que alguien llegó a creer posibles y con las dosis justas de llanto, histeria y rasgar de vestiduras.

Ha sido una gran jeremiada, cuya paternidad se ha atribuido en exclusiva Ariel Sharon, el más sanguinario de los militares israelíes -ahora y siempre político- y uno de los menos ambiguos entre los sionistas. Son legión quienes juzgan que el desalojo de Gaza constituye una inequívoca muestra de buena voluntad. Eso es lo que transmiten los ‘media’ de consumo mayoritario (“mainstream”, que se dice) en los cinco continentes. Eso es lo que quiere hacer creer Israel, que en teoría estaría dando pasos firmes hacia el cumplimiento de la celebérrima ‘hoja de ruta’, que es papel mojado desde su alumbramiento.

Lo cierto es que “ceder” Gaza es sacrificar circunstancialmente un peón no esencial dentro de la larga y gran partida de ajedrez que Israel viene manteniendo incluso desde antes de su irregular nacimiento, aprobado por una ONU que aún no contaba entre sus miembros con los países más afectados por tal acuerdo ni con aquellos otros –los que se denominaron no alineados- que se habrían opuesto por obvias razones. La franja está totalmente aislada del resto de lo que se supone que será el estado palestino y en consecuencia es perfectamente controlable, especialmente si se cuenta –como es el caso- con la colaboración de Egipto.

Es Cisjordania y no Gaza la prioridad por excelencia de la política israelí. Es allí donde los asentamientos judíos salpican todo el territorio palestino y donde se han elevado y seguirán contruyéndose altos muros de hormigón que separan a la población entre sí y de sus tierras de cultivo. Es allí donde Israel desafía de modo más abierto y arrogante a la comunidad internacional. La contemplación del mapa del llamado “West Bank” con las zonas de muro ya construidas y las previstas no deja lugar a dudas acerca de los propósitos reales de Israel. Por un lado se anexiona ‘de facto’ territorios que no son suyos; por otro, forma ‘ghettos’ que a su vez encierran los propios ‘ghettos’ que son las colonias judías. En resumen, está extendiendo su territorio a costa del palestino y creando dentro de Cisjordania franjas o enclaves que prácticamente imposibilitan el funcionamiento autónomo de un hipotético estado palestino.

Mientras se desarrollaba la gran jeremiada de Gaza, Israel expropiaba terrenos palestinos al este de Jerusalén con el objetivo de anexionarse una extensa superficie que incluye Maale Adumim, uno de los mayores asentamientos judíos, dejando en su interior a miles de palestinos y sentando un principio de indiscutibilidad inaceptable respecto al destino definitivo de la ciudad, que Israel se apropió durante la guerra de los seis días y declaró capital política frente al criterio del resto del mundo. Es decir que, aunque en el caso de Gaza Sharon se cubra con la piel del cordero, lo que le mueve en realidad son la razones del lobo, que, como muestra la fábula de Esopo, resultan insostenibles.

En este contexto es toda una ironía el aplauso que la ONU ha dado a la “madurez” mostrada por el gobierno de Israel y casi ridículo su recordatorio de que “queda mucho por hacer”. Lo cierto es que en las condiciones actuales y teniendo en cuenta los planes respecto a Cisjordania, que Sharon considera irrenunciables, creer que se avanza hacia la paz es una alucinación pasajera, como indica el hecho de que la pasada madrugada los soldados israelíes mataron a cinco palestinos en el campo de refugiados de Tulkarem, tres de ellos adolescentes.

En esta cuestión, como en casi todo, sólo se engaña quien quiere. Y engañarse deliberadamente, como hace la inmensa mayor parte de la comunidad internacional en lo que concierne al contencioso palestino, es incurrir en una gravísima responsabilidad.

Que nadie sueñe con la más remota posibilidad de pacificación en la postura de la totalidad del mundo árabe-islámico mientras sangre a borbotones la herida de un pueblo que suma a todos los traumas sufridos desde 1948 el hecho de que cuatro millones y medio de los suyos están en el exilio y sin posibilidad de retorno por la oposición de Israel.

21 agosto, 2005

Verdades, mentiras, cinismo y desvergüenza

Dado que aún no he tenido tiempo de actualizar los enlaces de los Archivos, creo oportuno reproducir textualmente aquí algo de lo publicado en La Espiral acerca del envío de tropas españolas a Afganistán a modo de introducción a un tema que está de dolorosa actualidad:

... El aplauso que esta decisión de Rodríguez Zapatero (retirar las tropas de Irak)merece podría quedar minimizado si se cumple la anunciada e injustificable compensación -destinada a templar gaitas con el gran "boss"- de aumentar la presencia militar española en Afganistán. Tampoco allí se nos ha perdido nada y es otro pozo envenenado del que sólo pueden surgir pesadillas. (19 de Abril de 2004)

... Pero no puedo terminar estas líneas sin lamentar que el Gobierno español del “cambio” esté dispuesto a ampliar la participación militar española en Afganistán, por muy ridícula numéricamente que pueda ser. El hecho de que en esa actuación esté implicada la OTAN no sólo no legitima tal decisión sino que pone simultáneamente en cuestión nuestra participación y la de la OTAN.

¿Qué hace la Organización del Tratado del Atlántico Norte en el Golfo Pérsico, tan lejos de su marco geográfico natural de actuación? Es más: ¿Qué sentido tiene la subsistencia de esa institución defensiva cuando ha desaparecido el peligro (soviético) frente al que nació?

Tal vez ha llegado el momento de que España se replantee su pertenencia a un tratado que no es otra cosa que la expresión del poder y de los intereses de Estados Unidos, ajenos e incluso contrarios a los de la Unión Europea en general y a los de nuestro país en particular. Rectificaría de ese modo el error que el propio PSOE, regresado al poder mediante este Gobierno, cometió al impulsar la permanencia en el mismo mediante un referéndum que significó, durante la campaña previa, la mayor operación de intoxicación de la opinión pública de la historia. Eso sí que sería un cambio. (9 de mayo 2004)

Sólo la ignorancia o la mala fe puede argumentar ahora que no sabe por qué se aumentó la presencia militar española en Afganistán, preguntar qué hacen las tropas allí o sugerir que realizan “misiones de guerra” o que se sitúan bajo un “alto riesgo”. Y eso es precisamente lo que está haciendo el PP.

Creo recordar que cuando Bono aún no había tomado posesión de su cargo como ministro de Defensa ya adelantó que se aumentaría el contingente español en Afganistán, precisamente en compensación por el repliegue de Irak, promesa electoral de ineludible cumplimiento. También creo recordar que, ante la retirada de Irak, los ‘populares’ pusieron el grito en el cielo y lo denunciaron como una imprudencia temeraria que nos malquistaría con Estados Unidos.

En mi recuerdo también está que el PP votó positivamente el envío de más efectivos a Afganistán, ‘vendido’ ante el Congreso por el propio Zapatero gracias a la insistencia del partido de Aznar en que fuera él quien diese la cara, como ahora vuelven a pedir, porque es Zapatero y no otro su ‘bestia negra’ a batir (o a abatir). Votar en contra o abstenerse no sólo hubiera sido una escandalosa contradicción, como lo fue la postura de la Alianza Popular de Fraga ante el referéndum sobre la OTAN, sino algo imposible de explicar a los ‘íntimos’ amigos de Aznar y Rato en Washington. Demasiado arriesgado e incoherente. En aquella sesión Rajoy sólo se permitió deslizar el sarcasmo de apuntar que el presidente presentó el asunto como si se tratase de “misiones caritativas”.

Que todos sabían y saben de qué se trataba queda claro cuando se juzga la postura de Izquierda Unida, que fue entonces de rechazo, como lo es ahora, pese a ser socio del Gobierno, y que se argumenta hoy del mismo modo que en su día: lo que las tropas españolas hacen en Afganistán es servir a la estrategia de Estados Unidos. Concretamente, un conglomerado militar italohispano ha permitido a Estados Unidos sacar a sus tropas de la región occidental de Afganistán, lindante con la frontera de Irán y regida hasta no hace mucho por Ismail Khan, uno de los más hábiles, ambiciosos e incombustibles ‘señores de la guerra’ afganos, defenestrado el año pasado por Karzai, el presidente-títere.

¿No era Afganistán un paseo por el campo?, parece preguntar cínicamente ahora el PP. Saben muy bien que no, que esa región tiene un potencial claro de alto riesgo y que, en caso de ataque contrario, se transforma inevitablemente en una misión de guerra. Lo mismo puede ocurrir en Haití, por cierto, aunque ahora mismo es algo más improbable que en Afganistán.

En cualquier caso, siempre serán más justificables las misiones en Afganistán o Haití -obedientes ambas a los intereses del ‘amigo americano’- que la que, por decisión personal y exclusiva del ‘caudillo’ Aznar, convirtió a España en un estado depredador y condujo a los soldados españoles a una guerra injusta e injustificable, basada en gigantescas mentiras. Una guerra que -por cierto- prosigue tras haber sido 'ganada' y estalla virulentamente cada día en cualquier rincón con un saldo mortífero hasta ahora incontenible.

El ejército español no debería estar en ninguno de esos escenarios, como no debió estar en Bosnia, intervención que algunos consideran menos discutible. Yo no, pero no es el momento de argumentarlo. Quien no está capacitado en absoluto para cuestionar la presencia militar española en Afganistán ni su alcance es el Partido Popular, pero no cabe esperar otra cosa de quienes vienen realizando una tarea de oposición netamente destructiva y, en el fondo, incoherente hasta lo absurdo.

¿Un ejemplo? ‘Caso Roquetas’: han sido capaces de sostener una cosa (lentitud, ocultación, complicidad del Gobierno) y su contraria (la acusación de deteriorar la imagen de la Guardia Civil, de ponerla a los pies de los caballos). Y no se les cae la cara de vergüenza porque no la tienen. La vergüenza, quiero decir. Cara les sobra, como les espetó gestualmente Pérez Rubalcaba en otras recientes circunstancias trágicas en que la estilizada gaviota se trasmutó en el grosero buitre que es desde que perdió el mar de poder que soñó infinitamente suyo.

18 agosto, 2005

Una lastimera explicación

Bienvenido sea quien haya llegado hasta aquí. El rediseño de este blog no ha sido voluntario sino impuesto por las circunstancias, las mismas que han forzado al traslado de La Espiral a Blogspot, que, al menos por el momento, parece que funciona adecuadamente, al contrario que en anteriores intentos. Como saben los lectores veteranos, ésto era hasta ayer una sección de la web Tierra de Nadie, alojada en Eresmas.netWanadoo, lagarto lagarto!). Las deficiencias del servicio, que motivaban su frecuente inaccesibilidad o extremada lentitud, obligaron no hace mucho a su traslado a Ono.

A partir de esa decisión uno confiaba ingenuamente en que el problema terminase, pero he aquí que la inefable Ono (la misma que pretende cobrar por un servicio antispam ineficiente y que debería ser gratuito) tiene para alojar las webs un ahorrativo sistema de caché que hace invisible toda actualización, salvo que el visitante, que necesariamente debe estar advertido, refresque reiteradamente la página y si hay suertecilla... ¡Qué banda!

Llueve sobre mojado (y perdonad si os doy la tabarra con mis frustraciones y cabreos, pero tal vez alguien saque provechosa enseñanza de mi experiencia, nunca se sabe). La primera edición de la web Tierra de Nadie estaba alojada en Xoom.com, empresa estadounidense que fue absorbida por NBCI (la poderosa NBC más la no menos poderosa General Electric). El nuevo amo decidió cargarse las webs gratuitas de Xoom ‘manu militari’, casi sin tiempo para que salvasen los muebles quienes no habían hecho un prudente ‘backup’. Mi primer intento de blog, titulado “Desde Tierra de Nadie” pereció de este modo en julio de 2001, año de odioso recuerdo para mi por múltiples motivos.

Para un tipo que había empezado digamos que en la telemática en los años 90, cuando aún no se barruntaba internet, las delicias de la red dejaron rápidamente de serlo. En Fidonet, la modesta retícula de nodos, controlado cada uno de ellos por un entusiasta sysop (system operator), las cosas eran más simples, aunque también bastante caras porque funcionaba por vía telefónica convencional de modem a modem, lo cual quiere decir que si no había un nodo en tu ciudad -como fue mi caso durante casi todo el tiempo- el coste de cada comunicación era el de una conferencia interurbana.

Pese a todo, tardé un tiempo prudencial en entrar en internet cuando finalmente apareció en España, dados los precios desproporcionados que establecieron los proveedores de servicio. Cuando lo hice fue en RedesTB, que luego se llamó Retemail, para pasar en poco tiempo a convertirse en Iddeo y no mucho más tarde en Eresmas, finalmente absorbido por Wanadoo. Una pesadilla.

Decidí hace ya unos años registrar el dominio tierradenadie.org , de modo que la web estuviera a salvo de toda emergencia por mucho que tuviera que mudar de dirección. Hace poco, tras mi mudanza decepcionante a Ono, hice lo mismo con este blog, accesible a través de tierradenadie.cc , aparte de su dirección real http://laspiral.blogspot.com/ .

Los archivos previos de La Espiral, correspondientes al periodo comprendido entre junio de 2003 y agosto de 2005, a los que aludiré con frecuencia para evitar repetirme, son accesibles desde el enlace situado en primer lugar en la sección correspondiente, a la derecha de esta página. Los artículos, así como el resto del contenido de la web alojada en http://idd02iss.eresmas.net (localizable todavía en muchos motores de búsqueda como acceso a Tierra de Nadie) ya no se actualizan. La web de Eresmas desaparecerá a partir de septiembre y la que ahora responde a la dirección http://www.tierradenadie.org/ tiene los días contados en Ono si no quitan su lamentable caché.

Disculpen vuesas mercedes si no escribo más a menudo. Estoy demasiado ocupado en maldecir.

16 agosto, 2005

Qué poco dura la alegría...

Asegura el saber popular que la alegría es efímera en la casa del pobre. Y así parece ser en lo que respecta a Luiz Inacio da Silva -Lula, para el mundo-, presidente de Brasil, que, por causa de las prácticas corruptas de su partido, hoy se halla contra las cuerdas. Y eso en el mejor de los casos, pues no son pocos los que le describen sobre la lona, noqueado, políticamente cadáver.

Tardíamente Lula ha dado la cara ante el pueblo brasileño para asegurar su inocencia y pedir perdón por las acciones de José Dirceu, quien hasta poco más de un mes antes había sido su ‘mano derecha’. El presidente aseguró desconocer la ‘compra’ de parlamentarios -con fondos públicos- practicada por su partido y expresó su esperanza de seguir contando con la confianza de los ciudadanos. Fue patético.

Tras varios intentos fallidos, Lula había llegado a la presidencia precisamente bajo el estandarte de la honestidad, artículo de primera necesidad en un país que, pese a su extraordinario potencial, nunca ha levantado cabeza. La democracia restaurada después de 21 años de brutal dictadura militar no sólo no había sabido responder a las expectativas que generó en la sociedad sino que había sumergido a ésta en la desesperanza y en una creciente indignación, especialmente a casi el 20 por 100 de la población, que se encuentra en el umbral de la pobreza o por debajo de él. La corrupción y el enriquecimiento personal como meta de una clase política envilecida completaban un panorama propenso a la explosión social y carente de esperanzas verosímiles de recuperación.

En ese contexto Lula y su Partido de los Trabajadores acabaron apareciendo, tras casi veinte años de experiencia ‘democrática’, como la gran esperanza, la única opción creíble. Para ello, el líder sindical, que había sido -o parecido- coherente y carismático a lo largo de toda su trayectoria, hubo de hacer algo más que meras correcciones cosméticas a su apariencia y discurso precedentes. Y lo hizo hasta tal punto que suscitó no sólo el apoyo de la mayor parte del pueblo brasileño, sino también el del capital nacional y multinacional, para general sorpresa y suspicacia.

Tal vez Lula se metió en unos zapatos y un traje demasiado grandes para él. Quizás intentó jugar a aprendiz de brujo con fuerzas y designios que desconocía y que le han superado. Posiblemente se contaminó de la doctrina que sostiene que el fin justifica los medios, fuente de males por excelencia. El caso, en definitiva, es que resulta muy difícil creerle cuando asegura ignorar todo lo que ocurría en el despacho de al lado. Y lo peor es que quienes se arriesgan a aceptar su versión acaban preguntándose en qué manos está Brasil, ya que si su presidente ignora lo que hacen sus gentes de confianza parece evidente que no es él quien manda en el país y que su política, sus promesas, son papel mojado.

Ahora se puede especular sobre la supervivencia política de Lula: si va a poder y saber gestionar la crisis y rentabilizar el deteriorado crédito popular que le quede; si va a ser sometido a un proceso judicial o asumir las exigencias de la oposición, que parece inclinarse por dejarle llegar ‘vivo’ hasta el final del mandato a condición de que no vuelva a presentarse. Él es un luchador y no es fácil imaginarle renunciando, asumiendo su derrota. A no ser que...

A no ser que le tengan agarrado por salva sea la parte. La reciente revelación de que el brillante director de la campaña que ayudó a llevar a Lula a la presidencia cobró sus honorarios de 3,3 millones de euros en el paraíso fiscal de las Bahamas podría no ser la última bomba de relojería que estalle bajo el sitial presidencial. Casi cada día se producen nuevas revelaciones que muestran que Dirceu y su entorno eran una auténtica cloaca.

Todo indica que el breve sueño posibilista que Lula alentó en Brasil ha concluido. Seguramente no podremos llegar a saber si era viable o no en el largo plazo necesario para que alcanzase sus objetivos. La política realizada hasta ahora había motivado el desencanto de la izquierda, pero cosechó el aplauso de los intereses financieros. La deuda exterior, superior a los 200.000 millones de dólares, era y sigue siendo una pesada losa que dificulta la dinamización y el saneamiento económico del país. Todo, en resumen, estaba y está por hacer.

Retomando el principio de este artículo para concluir, la efímera alegría no sólo ha sucumbido en la casa de Lula, a quien difícilmente se puede identificar con la pobreza a estas alturas de su biografía. Su muerte (la de la alegría) es llorada allí donde llegó a brillar por poco tiempo la ilusión, entre los desheredados que creyeron hallarse, merced a la esperanza que Lula alumbró, en el principio del fin de su desgracia.

No es Lula quien da pena a fin de cuentas. Es Brasil.

06 agosto, 2005

Las llaves del infierno



“Dios mío, ¿qué hemos hecho?”, exclamó el capitán Robert Lewis, copiloto del "Enola Gay”, sobrecogido tras arrojar la bomba atómica sobre Hiroshima.

Repaso hoy, 60 años después de aquel terrible día, los principales ‘media’ estadounidenses a través de internet y no parece que quede rastro alguno de la conmoción moral del capitán Lewis. La referencia a aquel crimen contra la humanidad se limita -cuando existe- a la noticia sobre los actos conmemorativos realizados en Hiroshima. Sólo la CNN hace del holocausto nuclear el tema de portada -pronto sustituido por el 'Discovery'- y reproduce terribles imágenes, pero deja en manos de los visitantes a su web -mediante una encuesta- el juicio sobre la decisión de utilizar la bomba atómica. En el momento en que yo consulté la encuesta el 58% de los voluntarios opinantes daba su aprobación a la acción de Truman. ¿Puede consolar a alguien que el 42% opine lo contrario?

“Seguro que se intentará pasar de puntillas sobre la barbarie nuclear que condujo a Japón a la rendición incondicional”, escribía aquí mismo el pasado 10 de mayo, cuando glosaba los significativos ‘olvidos’ y subrayados mediáticos de hechos históricos muy reveladores en la evocación que entonces se realizaba del fin de la segunda guerra mundial en Europa. Así ha sido. Y para colmo de males, lo que no es silencio o leve alusión es intento de justificación de lo intolerable.

Se nos vende -y son muchos los que compran sin pensarlo dos veces- que el horror de Hiroshima y Nagasaki fue necesario para ahorrar cientos de miles de vidas que se habrían perdido en una hipotética invasión de Japón, pero lo cierto es que el imperio del sol naciente ya estaba virtualmente derrotado. Destruido y hambriento, buscaba una rendición ‘honrosa’ en diálogo con los aliados. Para su desgracia, había otra guerra en curso -no declarada ni abierta- entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que había extendido su poder en Europa casi hasta el Mar del Norte y a quien Washington veía como una amenaza a combatir ya desde su nacimiento.

No estaba entre los planes de EE UU admitir a la URSS como interlocutor en el Pacífico. Por el contrario, lo que pretendía era dirigirle, mediante el arma atómica, una severa advertencia, declarar su ‘indiscutible’ supremacía mundial. Y además, vengar con creces el sorpresivo ataque japonés a Pearl Harbour.

El horror, en definitiva, fue desatado tras una serie de fríos cálculos de los que estaba excluida de antemano toda consideración moral sobre la vida de centenares de miles de civiles. Harry S. Truman, su gobierno, el estado mayor y los responsables de la construcción de la bomba deberían haber sido sometidos a un tribunal como el que en Nurenberg juzgó a los secuaces de Hitler. Pero la historia la escriben los vencedores y el juicio histórico también lo imponen ellos.

De cualquier modo, ni todo el silencio ni todas las manipulaciones del mundo lograrán impedir que el 6 y el 9 de agosto de 1945 queden marcados a fuego para siempre en el ADN histórico de la humanidad como dos fechas terriblemente traumáticas en las que el mal del que es capaz la especie mostró su rostro más feroz y desesperanzador. Quien siembra vientos recoge tempestades, se dice, pero ¿qué genera quien siembra directamente tempestades? La imagen del Apocalipsis, sin duda.

El nuevo desorden mundial y todas sus amenazas son la consecuencia última de dos días de agosto de 1945 en los que la sedicente civilización cristiana perdió el poco respecto que le quedaba por el hombre. Nadie ignora quién inició la pesadilla. Los mismos que hoy la prolongan exhibiendo como pretexto el mal que atribuyen a otros y que no es sino respuesta al que ellos mismos propagan. Ahora, mientras exigen a terceros que cesen sus inquietantes investigaciones nucleares -que han tolerado en otros casos- no se plantean en absoluto la posibilidad de un desarme nuclear generalizado. Lo único que les gustaría es tener las llaves del infierno en exclusiva.

Demasiado tarde.