16 diciembre, 2006

Amistades peligrosas (Francia en jirones III)




Para que ame a mi tierra que me den el exilio.

Johnny Hallyday en “L’Envie”,
canción de Jean-Jacques Goldman

Johnny Hallyday (Jean-Philippe Smet para el registro civil), cantante incomprensiblemente idolatrado en Francia por multitudes de toda edad, anunció el pasado jueves la decisión de establecer su residencia en Gstaad (Suiza) para eludir la presión del fisco francés. Ya había amenazado no hace mucho con volver a sus orígenes (Bélgica), pero no parece que la política fiscal de Bruselas pueda competir con la suiza.

Hoy, dos días después del anuncio, Le Monde 'manda' en su portada con el siguiente titular: “El caso Hallyday reabre el debate sobre el gravamen del patrimonio”. Luego, al leer la información, uno descubre que de lo que menos se ocupa es del debate fiscal en cuestión. El asunto es estrictamente político y toca muy directamente a uno de los candidatos a la presidencia de la república teóricamente más prometedores: Nicolas Sarkozy.

Dentro del etiquetaje político que se realiza en Francia -siempre que es posible- de todos los que están relacionados con las artes, las letras y los medios, Hallyday está conceptuado inequívocamente como de derecha. El apoyo que dio en su día a Chirac y el que prestó más recientemente a Sarkozy así lo avalan. Y ese es un problema nada irrelevante. Además de la expectación que despierta por ser un ídolo de las masas, sus afinidades políticas convierten el suyo en un caso crucial, delicado.

Mientras Chirac, hábilmente, discriminaba en su reacción entre el artista (admirado) y el lamentable “comportamiento del ciudadano” Smet, Villepin señalaba que la decisión del cantante no estaba justificada por “la situación fiscal de nuestro país”, lo cual parece más objetivo.

Sarkozy, el principal afectado por la huida de la 'estrela', asegura sin balbucear que el caso Hallyday demuestra que “hay un problema en Francia”. Estupendo diagnóstico. Lo que se ha de hacer para resolver tal problema es otra cosa. Una precampaña electoral no es el momento ideal para anunciar exenciones o privilegios para los privilegiados y el ambicioso y oportunista ‘Sarkó’ lo sabe muy bien.

Pero el problema para el pequeño 'Nicolá' no se limita al egoísta exilio fiscal de su ‘amigo’ Jean Philippe-Johnny. Al menos éste ha evitado el pecado de otro de sus ‘admiradores, el rapero Doc Gyneco, condenado a pagar 700.000 euros por defraudar a la Hacienda pública gala.

Y aún queda otro simpatizante de nota, al que ‘Le Monde’, que debe ser cualquier cosa menos sarkozista, retrata en su edición de hoy de cuerpo entero y con el culo al aire. Se trata del ‘animador’ televisivo Pascal Sevran (que aparece en la foto recibiendo una afectuosa cachetada del presidenciable).

Sevran, escritor reciclado a popular presentador de espacios musicales en la televisión, publica cada año su diario, dando cuenta de su ‘apasionante vida’ y de sus elucubraciones sobre lo divino y lo humano. En el ejemplar correspondiente a 2005, publicado en enero de este año, se permite una reflexión sobre la etiología del hambre en Nigeria que seguramente se resistiría a firmar el más apasionado y políticamente incorrecto seguidor de Le Pen.

Esta es la ‘perla’, tomada de Le Monde:

"Los culpables son fácilmente identificables, firman su crímenes copulando a triscapellejo. La muerte está en la punta de su polla. Pueden seguir ya que esto les divierte. Nadie se atreverá nunca a reprochárselo, aunque también es un crimen contra la humanidad: hacer niños, el único crimen impune. "

Por si alguien cree que Sevran escribe en estado de ebriedad y que lo reproducido es un accidente, esto es lo que respondió sobre el tema cuando se le planteó en una entrevista: “Sí, habría que esterilizar a la mitad del planeta”.

Son los riesgos de plantearse una política casi exclusivamente mediática, un populismo que queda bien en los medios y un carisma que se cree conseguir por delegación de figuras populares, de ídolos com pies de barro.

Dicen que la política hace extraños compañeros de cama, aludiendo con ello a las exigencias del posibilismo y el consenso. También escenifica amistades peligrosas, incoherentes socios de ocasión, fraternales puñaladas por la espalda cuando el ‘marketing' mediático se impone sobre cualquier otra consideración.

Hallyday, Gyneco y Sevran atestiguan -es de suponer que involuntariamente- la inadecuación de Sarkozy para la alta responsabilidad a la que aspira.

Con esos ‘amigos’ no precisa de enemigos. Pero los tiene. Y yo juraría que Le Monde no es el menor de ellos.





En el vídeo Johnny Hallyday canta "La Paix" ("La Paz"), pero no para pedir tal beatífico estado para toda la humanidad -eso faltaría- sino para él y sólo para él. Esto es lo que dice la primera estrofa:

Cuántas risas y llantos
Cuántas chicas en mi cama
Cuántas faltas y errores
Cuánto he pagado yo el precio
Cuánto dinero he ganado
Cuántos amigos he perdido
Cuánto para mi vida privada
Cuántas veces he querido

Que me dejen en paz (seis veces)

No menciona al fisco, pero seguro que pensaba en él.

Leer online: http://laspiral.blogspot.com



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