03 marzo, 2007

¡Alta traición!, grita el acólito

Tras la ‘evangélica’ exposición que monseñor Cañizares hizo ayer acerca de por qué el etarra De Juana Chaos no es merecedor no sólo de un trato humanitario sino también del beneficio de la más mínima caridad cristiana, un acólito fervoroso, envalentonado con el precedente cardenalicio, ha creído conveniente ir más lejos en las consideraciones y el diagnóstico y exhibe, entusiasta, su deplorable deposición en el diario ABC.

Juan Manuel de Prada, escritor ultracatólico (¿o ultra católico?) que ha puesto por escrito en evidencia sobrada sus criterios medievales acerca de lo divino y de lo humano, califica de alta traición (¡!) la decisión de atenuar la prisión de De Juana Chaos. Y lo hace, supuestamente, con el apoyo de una sentencia del Tribunal Constitucional, la 120/1990 (lean la sentencia íntegra, si tienen tiempo y humor), que tiene tanto que ver con el fondo del caso De Juana como el culo con las témporas.

El Gobierno se ha atenido estrictamente a las leyes y ha obrado con la discrecionalidad que las leyes le otorgan. Punto. Como toda decisión gubernamental (de este Ejecutivo y de cualquier otro) es opinable. Es evidente que muchos no están de acuerdo, pero también es evidente que son los mismos que prefieren ignorar que el asesino de 25 personas cumplió su condena de acuerdo con una normativa nada tibia, por cuanto tenía su origen en el franquismo. Si quieren la legalización de la pena de muerte, que lo digan con claridad.

Ignoro si al pícnico e infumable escribano (de legibilidad ni hablamos) le carga la cassette el ala más asilvestrada de la Conferencia Episcopal o si simplemente sufría una sobredosis de incienso cuando escribió su arenga de cruzado. Lo que sé es que mientras no explique lo que quiere decir -y me temo que no va a hacerlo- me parecen muy graves las frases con las que concluye su artículo:

“Llamemos a las cosas por su nombre: esto es alta traición. Cabría preguntarse si un gobierno que humilla el honor de un Estado no merece algún tipo de castigo. En épocas menos confusas esta pregunta habría obtenido una respuesta inmediata y severísima”.

Palabras tan grandilocuentes como irresponsables, propias de un escritor banal, ansioso del halago y las palmaditas de los suyos, de un botarate.

A la derecha, católica o no, se le está yendo la olla por el ansia de recuperar el poder. Marchan sin escrúpulo hombro con hombro con la ultraderecha, con la testa acariciada por enseñas franquistas, y secuestran el himno nacional, como si fuera exclusivamente suyo. Lo quieran o no, se confunden con quienes rechazan esta democracia en todos sus aspectos y les prestan argumentos a quienes odian toda libertad que no sea la suya para dictar su voluntad.

Quien siembra vientos recoge tempestades. ¿Saben exactamente lo que están haciendo en los útimos tres años? ¿Han calculado serenamente las consecuencias? Lo dudo. En caso contrario sentirían el miedo que algunos empezamos a experimentar ante la inflación de mentiras y el cultivo del odio que están alimentando.

El embudo

Leer online: http:laspiral.blogspot.com

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