05 marzo, 2007

El PP, en la calle; la democracia, en el Parlamento

Gaspar Llamazares, coordinador de Izquierda Unida y exponente habitual del menos común de los sentidos (el sentido común), parece haber perdido la paciencia y también el equilibrio. Su propuesta de llevar a la calle la respuesta al Partido Popular y a sus compañeros de viaje de la ultraderecha no parece fruto de una meditación o un análisis sereno. Más parece la consecuencia de un ‘calentón’.

Cierto que la convocatoria de una manifestación para el próximo sábado por parte del Partido Popular, anunciada hoy en protesta por la decisión de atenuar la prisión del etarra José Ignacio de Juana Chaos, es un dislate y una provocación. Cierto que el creciente protagonismo que la ultraderecha está adquiriendo en las protestas que comparten es cada vez más inquietante y provocador. ¿Qué hacen los enemigos de la democracia junto a quienes se dicen demócratas?

Si el PP pone en evidencia su falta de respeto a la mayoría social y política de los españoles es su problema; si se cisca en el imperio de la Ley y atenta contra la voluntad de paz y convivencia de los ciudadanos es su problema; si utiliza de modo permanente la mentira, la intoxicación y el alarmismo apocalíptico como arma de confontación partidista es su problema: si acepta a la ultraderecha como “compañeros de viaje” y admite que se conviertan en su “fuerza de choque” es su problema.

¿Que quieren tomar la calle permanentemente e intentan utilizar en su propio beneficio los climas emocionales y fanáticos que ellos mismos generan como si se tratase de referendos políticos válidos? Ya lo vienen haciendo desde el primer día que perdieron el poder, so capa de la AVT, de las asociaciones católicas, del Foro de Ermua, de Peones Negros o de DENAES. Ahora creen llegado el momento de rentabilizar a cara descubierta la atenuación de la prisión a De Juana Chaos, un etarra sanguinario y recalcitrante, pero que no ha recibido ningún beneficio penitenciario improcedente, por mucho que ellos manipulen.

Llamazares pide que no se caiga en las provocaciones del PP, pero se contradice cuando insta a salir a la calle para demostrar “que somos más”. No hay nada que demostrar en la calle. Nadie nos ha metido ahora en una guerra contra nuestra voluntad. Nadie nos ha mentido sobre la autoría del más grave atentado de la historia de España. Si la derecha y la ultraderecha utilizan las calles es porque están solos y consideran que su única alternativa es crear alarma y crispación para achacársela al Gobierno. No les hagamos el juego.

Con su movilización permanente y el creciente apoyo de quienes odian la democracia, están mostrando su auténtico rostro, una imagen que intimida, que amenaza la estabilidad de un sistema democrático con su falseamiento implacable de la realidad y su lenguaje impostadamente trágico; con su negativa a todo diálogo que no parta de la aceptación de lo que pretenden imponer.

Nunca han sido el centro-derecha, al que dicen representar. Ahora ni siquiera parecen una derecha democrática. Combatamos serenamente sus mentiras, desenmascarémosles de modo permanente, pero no caigamos en el juego delirante en el que ellos han caído.

Dejémosles que se cuezan en el jugo de sus contradicciones y se enreden en los lazos que han tendido. Dejémosles el éstéril 'Parlamento' de la calle, el espectáculo de su fracaso.

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