17 mayo, 2007

Sarkozy ya tiene palacio


El pequeño príncipe húngaro Nicolas Sarkozy ha cumplido su sueño: ya habita el Palacio del Elíseo. Desde ayer se desplaza por las salas y pasillos que, durante la V República, habitaron antes que él De Gaulle, Pompidou, Giscard, Mitterrand y Chirac (sólo un presidente de izquierda, aunque –eso sí- durante catorce años).

Tal vez para irse aclimatando al lujo palaciego, el nuevo presidente pasó la noche de su victoria en el lujosísimo hotel parisino Fouquet’s (1900 euros diarios por habitación individual), del que salió entre aplausos del personal para tomar un jet privado y embarcarse en el yate “Paloma”, de 60 metros de eslora, igualmente privado. Jet y barco son propiedad del potentado Vincent Bolloré y según dijo Sarkozy no le han costado un euro al erario francés. Y digo yo que será por el momento. Probablemente, la estancia en el Fouquet’s, propiedad del Grupo Barriére (hoteles y casinos), también ha sido gratis. El superjefe del emporio, Lucien Barriére, seguramente considera descortés cobrarle al presidente de la República. Los magnates conocen muchas formas de cobrar los favores a los politicos.

Sarkozy, en cualquier caso, no ha perdido el tiempo. Apenas investido, ha rendido homenaje a los caídos franceses y ha viajado al país que fue la causa de su victimación: Alemania. El relanzamiento de Europa (a saber lo que eso significa en el lenguaje de Sarkozy) es el objetivo. El eje París-Berlín-Londres debe ser activado y coordinado a ese fin, según le pétit Nicolas.

Esta misma mañana ha nombrado primer ministro al previsto François Fillon, otro ‘aparatchik’, como él mismo, que ha rendido sucesivamente pleitesía a todo aquel destinado a las alturas hasta apostar definitivamente por el caballo ganador. Fillon, que previsiblemente anunciará mañana la composición de su Ejecutivo, se dice más interesado en ‘lo social’ que el presidente. Falta hará.

La composición de ese Gobierno, que en medios de la UMP se cree conocer casi íntegramente, ha defraudado esperanzas y ambiciones de muchos conmilitones que esperaban del nuevo presidente un premio sustancioso a su apoyo incondicional. Sarkozy no sólo antepone -eso dice- la eficacia a la fidelidad sino que además está comprometido con dos novedades políticas: la paridad (igual número de hombres que de mujeres, ‘á la Zapateró’) y la ‘apertura’, incluyendo a miembros del partido de Bayrou y del de Royal.

No son previsibles efectos secundarios inmediatos de tales decisiones porque las elecciones legislativas están a la vuelta de la esquina (10 y 17 de junio) y este Gobierno provisional busca más un efecto propagandístico que otra cosa. Será después del verano, con un Ejecutivo que deberá ser reflejo del resultado de las urnas, cuando se podrá medir el alcance de la política que Sarkozy se propone implementar.

Hay no sólo curiosidad, sino también no poca inquietud por la política económica y social de un hombre al que siempre se ha criticado su debilidad y afinidad por la restringida nómina de los más ricos de Francia, con los que mantiene lazos de amistad que se juzgan demasiado estrechos. Seguramente no es casual que la mayoría de esos poderosos amigos, aparte de sus negocios estrictamente económicos, hayan mostrado un gran interés por el control de los media.

El ya aludido Bolloré está relacionado con la prensa gratuita, la producción televisiva y la publicidad. Martin Bouygues, que actuó como testigo en su segunda boda, con el canal televisivo TF1. Arnaud Lagardère, con peso notable en Le Monde, está también en Paris-Match, Elle y Le Journal du Dimanche. Édouard de Rothschild, por paradójico que parezca, tiene la mayoría de control de Libération. Marcel Dassault controla Le Figaro y el semanario Valeurs Actuelles.

Socialistas y centristas han denunciado reiteradamente el gran poder mediático que Sarkozy tiene, al menos virtualmente, a su servicio. En su momento, el debate televisivo que Royal y Bayrou iban a realizar en el Canal Plus francés se vio frustrado por objeciones de última hora sobre corrección política planteadas por dicha cadena y debió trasladarse a un modesto canal por cable.

Quien no vea al peligro que Sarkozy puede llegar a tener en un futuro es que no tiene imaginación. Francia tiene ahora un presidente que carece de complejos o prejuicios; alguien dispuesto a asumir y exhibir sin pudor un estilo de vida que afrenta a millones de franceses y capaz de prometer -su campaña ha sido un ejemplo- cualquier cosa con la casi total seguridad de que nadie le va a echar en cara su incumplimiento con contundencia mediática suficiente.

Es demasiado pronto para afirmar nada con seguridad, pero no parece improbable que la Francia de Sarkozy acabe resultando una mezcla deprimente de la Italia de Berlusconi y los Estados Unidos de Bush.

Leer online: http://laspiral.blogspot.com

No hay comentarios: