Hoy no estoy de humor y me he sentido tentado de no escribir. La lumbalgia vuelve a atacarme con saña tras la leve mejoría de ayer y para colmo, al abrir el Outlook, he recibido más de 40 mensajes, de los cuales el 90 por 100 son "spam". Así que he decidido escribir precisamente sobre eso, sobre el "spam, porque, aún en el caso de que, llevado de mi mal humor, me exceda en los epítetos no creo que llegue a ser excesivo ni corro el riesgo de que me demanden los hijos de puta que se escudan en el anonimato.
¿Que qué es "spam"? Si usted hace esa pregunta es porque goza de una envidiable virginidad. Enhorabuena. "Spam", que originalmente significaba "carne de cerdo enlatada", un producto muy popular en el área anglosajona, designa ahora el envío abusivo y reiterativo de mensajes no solicitados a través de Internet. Parece ser que la aplicación de este término al ciberespacio tiene su origen en el uso repetitivo que de dicha palabra se hacía en "Monty Python's flying circus". Los cibernautas adoptaron lo que hasta entonces era un sustantivo de uso no muy frecuente y le añadieron la jerarquía de verbo de uso común, aunque mucho menos usual de lo que lo es el propio "spam".
Ciertamente no corren el mismo riesgo de ser "espameados" todos los usuarios de Internet que disponen de una dirección de correo electrónico. Si sólo utilizan este servicio a nivel privado es prácticamente imposible que se conviertan en objetivo de los buitres que prometen alargar y ensanchar penes; que ofrecen pornografía "gratis" (ahora, tal vez por saturación de una oferta menos anómala, parecen estar de moda el incesto y el bestialismo, a juzgar por la basura que yo soy invitado a probar); que pretenden que tomemos Viagra, Prozac, adelgazantes y otros fármacos peligrosos sin receta y que, rizando el rizo, intentan también vendernos CD-ROMS llenos de millones de direcciones de email de los cinco continentes para que nos sumemos a la indecente misión de invadir la intimidad de media humanidad.
Esos desalmados disponen de unos programas-robots que barren permanente la red y extraen indiscriminadamente las direcciones de correo, especialmente de las webs y de los grupos de news de Usenet. De ese modo, cualquiera que asoma la nariz al ciberespacio para hacer alguna consulta o dispone de una web personal en la que figura su email no tarda en recibir toneladas de basura de los más diversos orígenes, desde indescifrables ofertas en chino hasta la campaña de rebajas de un gran almacén norteamericano.
Hace ya tiempo que vengo recolectando entre los términos más usuales en toda esa mierda determinadas palabras clave y las he introducido como filtros en el programa de correo para que los mensajes que las contengan vayan directamente a la papelera. De este modo consigo que algo más de la mitad del "spam", no aparezca en la bandeja de entrada, pero el éxito de esta iniciativa es decreciente porque los "spammers" evolucionan y disfrazan sus mensajes bajo títulos inocuos o deforman las palabras más usuales. Y de todos modos, uno debe repasar el contenido de la papelera para cerciorarse de que no se ha colado alguno que no sea de "la guerra", cosa bastante probable si se está suscrito a alguna lista de suscripción de las que alberga, por ejemplo, Yahoo.
En fin, que no hay solución. Nuestras murallas son frágiles y el torrente de basura es cada vez mayor. Por ello deben ser otros los recursos para terminar con esta penitencia.
Uno se pregunta por qué las instituciones que están poniendo tanto empeño en combatir la piratería musical imperante dentro y fuera de Internet no actuan de modo tan contundente contra los "spammers". ¿Tal vez porque en un caso son los poderosos intereses de una minoría poderosa e influyente los afectados y en el otro sólo varias decenas de millones de usuarios privados?
No debe ser tan difícil neutralizar los centros de distribución de la mierda cibernética si realmente se quiere hacer. Además -a ver si así vendo mejor la urgencia de tomar medidas-, con frecuencia son menores los receptores de estos mensajes de contenido moral ofensivo. ¿No preocupa ésto a las respetables instituciones?
En fin, dejémoslo. Si se admite que a horas de máxima e indiscriminada audiencia se difunda por la caja idiota la bazofia amoral que nos inunda, ¿qué cabe esperar que se haga con una contaminación que se practica exclusivamente a nivel personal?
A la mierda.
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