07 enero, 2007

Tras el fin de la tregua: 4.- El Cortejo

Entre los aspectos más sorprendentes de la situación creada por el atentado de Barajas del pasado 30 de diciembre -aparte de la ruptura de la tregua sin previo aviso que el propio atentado significó- se halla el aparente desconcierto de Batasuna. Ni siquiera el Gobierno parece más desconcertado que la propia coalición abertzale por el ‘inesperado’ y brutal ataque.

Especialmente patético aparece el portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegui, que se apresura a comparecer públicamente para negar que el proceso esté roto, al menos hasta que ETA así lo afirme en un comunicado. Todo sugiere que 'El Cortejo' de 'El Criminal' no está mínimamente bien informado de lo que pasa en el seno de la banda. Y resulta evidente que -contra lo que suele afirmarse- Batasuna carece de peso político en las decisiones de 'El Criminal'.

ETA manda, Batasuna (antes Euskal Herritarrok, antes Herri Batasuna) obedece. Así ha sido desde el principio (1978). Hace años, muchos años, alguien me hizo el relato de lo que a él, a su vez, le habían relatado sobre el desarrollo de una asamblea en la que los diversos grupos (grupúsculos, para ser exactos) de la izquierda radical vasca de los últimos años 70 debatían las condiciones para la acción conjunta. “Entonces -me contó- llegaron los de la pistola, la pusieron sobre la mesa, dijeron lo que había que hacer y se acabó el debate”.

Ese es el problema. Los de la pistola, que no son precisamente los más capacitados para hacer análisis políticos -como se ha comprobado a lo largo de toda su historia-, no sólo actúan con total independencia del criterio y los intereses de quienes constituyen su apoyatura política, sino que les dictan lo que hay que hacer o no como consecuencia de una dinámica interna de la banda que sólo podemos imaginar en términos más próximos a los de la mafia que a los de un sedicente grupo político.

Nadie sabe qué ha pasado realmente para que ETA decidiera atentar. Lo que se cree saber sugiere que ha habido un brusco golpe de timón en la banda, coincidente con la reducción del protagonismo de 'Josu Ternera' en el diálogo. Tras la reunión mantenida a mediados del pasado mes nada indicaba que se fuera a romper la tregua. Y menos, contra su costumbre, sin previo aviso. El hecho de que hubiera un compromiso para mantener un nuevo encuentro este mes abonaba la idea de que, pese a los notorios desencuentros que sin duda surgieron, el diálogo iba a continuar.

Hay razones para la sorpresa y el desconcierto del Gobierno, pero Batasuna suma a la sorpresa y el desconcierto la humillación y el ridículo. A ello han de añadir que si alguna posibilidad existía de que pudiera presentarse a las próximas elecciones sus presuntos socios las han echado a perder sin apenas pensarlo. Las estadísticas han puesto en evidencia que Batasuna crece electoralmente cuando ETA deja de matar, pero eso a la banda le importa un bledo.

Resulta evidente que antes de que ETA negocie con el Gobierno y Batasuna con los partidos vascos sería preciso que ambos negociasen entre sí y superasen -si fuera posible, que no lo parece- la relación amo-esclavo que hasta ahora les une. La otra opción es que aquellos que en Batasuna están hartos de la supremacía de ‘los de la pistola’ les pongan en la cara el arma del abandono político, el “ahí os quedáis”. Sin ese apoyo ETA no existe.

Ambas cosas parecen inviables en la medida en que Batasuna es una coalición de pequeños partidos que en solitario perderían fuerza y votos y en la medida en que siguen sujetos al compromiso fundacional en el apoyo a la violencia hasta la superación del ‘conflicto’. ¿Y cual es, según ellos el conflicto? Esencialmente la no admisión del derecho de autodeterminación por parte del Estado.

¿Puede superarse el conflicto exclusivamente por la vía de la acción política? Muy difícilmente sin una previa reforma de la Constitución, para la que es muy dudoso que alguna vez exista consenso. ¿Lo puede conseguir el terrorismo apoyado políticamente por Batasuna? Absolutamente no, en ningún caso.

El auténtico conflicto es precisamente la lucha armada. ETA habla de alternativas democráticas, pero nadie cree que tenga el más mínimo respeto por la democracia. Si lo tuviera se autodisolvería y defendería democráticamente los derechos ‘democráticos’ que desde hace casi medio siglo dice estar sosteniendo en nombre de todos los vascos (¡) con el argumento irracional, irresponsable y contraproducente de la violencia.

La solución, quién sabe cuando.

Mañana: y 5.- El Respetable

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