Por si fuera poco lo que ya llueve sobre el Partido Republicano de EE UU, ahora un ex alto funcionario de la Casa Blanca pone en solfa la devoción evangélica (Los Angeles Times) de los inquilinos de ésta al denunciar, en un libro que aparecerá el lunes, el cínico uso que los más altos consejeros políticos de Bush han hecho de los socios religiosos de su jefe mientras privadamente les ridiculizaban.
David Kuo, que así se llama el autor de las revelaciones, que no van a hacer ningún favor a los intereses republicanos al borde de las elecciones, asegura que los hombres del presidente calificaban en privado a sus socios religiosos de “chalados” y “estúpidos” mientras en público les abrazaban y usaban sus votos para ganar las elecciones.
En su liibro ”Fe tentadora: Una historia interna de seducción política”, Kuo, que dejó la Casa Blanca en 2003 harto de la farsa, acusa al equipo político de Karl Rove -conocido como "el cerebro de Bush" y por algo será- de secuestrar la idea de las iniciativas basadas en la fe con fines de obtener réditos electorales, y ataca al presidente por no mantener sus promesas de aumentar el papel de las organizaciones religiosas en la prestación de servicios sociales.
"Lamentablemente -escribe Kuo, sin duda un hombre de fe-, la gente de asuntos políticos se quejaba muy frecuentemente y muy alto de lo catetos que eran muchos cristianos implicados políticamente, a los que a sus espaldas describían como 'ridiculos' e 'incontrolados'”.
Paul M. Weyrich, un líder religioso conservador con estrechos lazos con la Casa Blanca, se ha quejado de la avalancha de factores negativos que, en su opinion, mantienen “confundido” al voto republicano. “Si los republicanos ganan -profetizó Weyrich- se probará que Dios es republicano, puesto que será un milagro”.
Ya lo dijo en su día (S. XVIII) el lúcido Thomas Paine: “Todos los cuentos de milagros de los que están llenos el Viejo y el Nuevo Testamento sólo son adecuados para que los impostores los prediquen y los tontos los crean”.
Ignoro si Estados Unidos tiene curación. Con Bush y su cohorte no, desde luego. Y dado que, con su ayuda, el número de impostores y de tontos ha crecido notablemente en los últimos tiempos, nada inclina al optimismo.
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