25 julio, 2009

Obama, ante el racismo policial, invita a cerveza

Barack Hussein Obama tiene una enorme ventaja psicológica respecto a sus conciudadanos afroamericanos. Sus ancestros no fueron nunca esclavos; nunca tuvieron que viajar en la parte trasera de un autobús ni sufrieron acoso o discriminación por razón de su raza. Obama no sufre ningún complejo ni es asediado por rencor alguno. Estudió en la Universidad de Columbia y en la Escuela de Leyes de Harvard, cuya prestigiosa revista dirigió, siendo el primer afroamericano en hacerlo. Nació y se crió en el entorno multirracial de Hawai, hijo de un acomodado estudiante kenyano de la etnia Luo y de una madre de raza blanca, oriunda de Kansas y de origen inglés.

Independientemente de su indiscutible inteligencia, trabajo y habilidad, parece innegable que su destino no hubiera sido el mismo si hubiera nacido en el barrio neoyorkino de Harlem o en cualquier lugar del profundo Sur. Es un privilegiado y lo sabe, del mismo modo que sabe que la lacra del racismo está lejos de extinguirse en el país de los derechos y las oportunidades y conoce las enormes deficultades que existen para erradicar los prejuicios.

Para Obama fue una dura prueba enterarse de las circunstancias de la detención de su amigo Henry Louis Gates, profesor de Harvard y respetada personalidad de la comunidad afroamericana, con frecuentes apariciones en la televisión, incluidos los programas de la superpopular Oprah Winfrey. El presidente calificó como "estúpida" la actuación policial, aunque rectificó más tarde, sin especial énfasis, ante la reacción policial a tal calificativo, que, a la vista del desarrollo de los hechos, parece incluso suave.

El profesor Gates regresaba de un viaje al extranjero y encontró dificultades para entrar en su casa porque la puerta estaba atorada, por lo que reclamó la ayuda del taxista. La escena, vista por una vecina de raza blanca que llamó a la Policía, fue descrita aproximadamente así: dos negros con mochilas están tratando de forzar la entrada a una casa. El sargento Crowley y otro policía acudieron a la llamada, encontrando ya a Gates en el interior de su casa. Crowley le instó a salir al porche para identificarse, a lo que Gates respondió negativamente: "¿Por qué? ¿Porque soy un hombre negro en América?"

Gates acabó identificándose adecuadamente en el interior de su casa y exigió al sargento que hiciera lo mismo, a lo que éste -según Gates- se negó (el policía lo desmiente). El profesor, muy excitado, realizó una llamada telefónica a un destinatario desconocido en la que dijo estar siendo acosado por un policía racista.

Crowley aparentemente opta por retirarse pero es entonces cuando Gates sale finalmente al porche, donde se había congregado ya bastante gente, para denunciar su racismo y exigirle a gritos que se identifique. Entonces, Crowley le anuncia que está detenido y le esposa, bajo la acusación de alterar el orden público. Toda una demostración de 'buena fe' y buena práctica policial.

Ahora Obama pretende reunir al policía "estúpido" y "racista" y al ofendido profesor a tomar una cerveza en la Casa Blanca y hacerse una foto de reconciliación. Dudo que Gates, especialista en historia y antropología africana y afroamericana que ha calificado su dramática experiencia como una muestra del "acoso racial que sufren los negros en Estados Unidos" por parte de la Policía, se avenga al apaño, pero en cualquier caso es evidente que una cerveza y una foto insincera no curan a una sociedad enferma.

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