Por una lado denuncian al ministro de Interior y/o al de Justicia como responsables de la filtración a la prensa acerca de las dádivas a la alcaldesa de Valencia, que, aseguran, conocía la Policía y estaban olvidadas. Todo ello, claro, dentro de una campaña calculada para dañar al partido. Por otro, insisten en la tesis de que todos los políticos reciben regalos, especialmente por Navidad.
Barberá, por su parte, ya no niega expresamente que recibiera los bolsos de Vuitton de parte de 'El Bigotes'; se limita a afirmar que lo que tenga que decir lo dirá ante el juez.
A nivel político el PP expresa su cabreo rectificando su posicionamiento sobre la financiación autonómica, en la que se abstuvieron inicialmente para anunciar a poco que votarán em contra en el trámite parlamentario. Al hacerlo se le concede una significativa victoria política a Esperanza Aguirre sobre Rajoy, una victoria que es cualquier cosa menos anodina.
La visita de Moratinos a Gibraltar, dentro de las reuniones periódicas del foro de diálogo a tres bandas establecido, ha sido ocasión para que a los 'populares' se les hinchase una vez más la vena patriótica de la crítica. Ha debido ser decepcionante para su estrategia que el ministro de Exteriores haya aprovechado su estancia en 'La Roca' para insistir en que España no renuncia a la soberanía sobre el enclave estratégico, pero el ruido ya estaba organizado y mientras hay ruido hay alegría en la calle Génova.
Sin embargo, no veo el modo de que monten una táctica de diversión suficientemente eficaz como para que la gente ignore que, según recientes revelaciones, el probo Bárcenas compartía con el jefe de la trama del 'caso Gürtel' una cuenta en un paraíso fiscal dedicada a procesar el dinero de un proyecto inmobibliario de lujo dirigido por un ex socio del yerno de Aznar.
¿Y los 90.000 euros en dinero negro ganados por el ex secretario particular de Aznar en un decir amén gracias a su colaboración con Correa?
¡Más madera, es la guerra!
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