04 agosto, 2009

Irresponsabilidad televisiva



La proliferación de contenidos televisivos inadecuados en el horario protegido (de 8 a 9 de la mañana y de 5 a 8 de la tarde) ha sido denunciada en innumerables ocasiones desde muy diversas instancias. La existencia del Código de Autorregulación de Contenidos, lejos de conseguir progresos dignos de mención en el terreno de la protección a la infancia, parece estar siendo tomado a chacota por los programadores. ¿Autorregulación? Barra libre más bien.

TAC (Telespectadores Asociados de Cataluña) dio a conocer ayer un contundente informe que señala la gravedad de la situación y la impunidad de los 'autorregulados'. El 73% de los contenidos emitidos dentro del horario protegido son inadecuados para la infancia, lo que supone un aumento del 10% respecto al año pasado. Y para general escándalo en TVE-1, cadena pública que debería dar ejemplo, la indiferencia respecto a la protección de la audiencia infantil se eleva al 100%, como en Antena 3 y Telecinco.

Entre las 'joyas' seleccionadas por el informe se encuentran "Doña Bárbara" y "España directo", de TVE; "El diario" y "Tal cual verano", de Antena 3 y "Sé lo que hicisteis", de La Sexta, y "Sálvame", de Telecinco. Este último merece especial rechazo por su exhibición de "conductas asociales, burla, crueldad, sexismo y menosprecio" así como referencias sexuales implícitas y explícitas. Su último récord se saldó con una pelea entre bastidores tras la confrontación verbal que recoge el vídeo publicado arriba.

El Código de Autorregulación de Contenidos Televisivos e Infancia fue suscrito, en diciembre de 2004, por Antena 3, Sogecable, Tele 5 y TVE con el objetivo de mejorar la eficacia en la protección de los menores como espectadores televisivos. Casi cinco años más tarde resulta incuestionable que la autorregulación (como en el caso del capital) no funciona. Lo que funciona es el ánimo de lucro y la falta de escrúpulos en la lucha por acaparar las audiencias. En consecuencia, tal vez ha llegado el momento de que las instituciones competentes acentúen su vigilancia y apliquen sanciones severas.

No deja de ser una paradoja hiriente que, mientras se impone en los canales generalistas una cínica e irresponsable permisividad, la sociedad y la propia televisión alienten el debate sobre la rebaja de la edad penal de los menores a la vista de algunos traumáticos sucesos recientes. ¿Cuánta parte de culpa tiene la TV -junto con la creciente desestructuración familiar en la sociedad española- de que tales hechos se produzcan?

No vale inhibirse ante lo que sucede y pretender responder a las consecuencias de tal inhibición con medidas represivas contra quienes son las primeras víctimas del inperio del cinismo. Así sólo se logra agravar y perennizar los problemas que se dice querer combatir.

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