22 marzo, 2006

Hora de esperanza y de responsabilidad

El alto el fuego permanente declarado por ETA es una gran noticia, pero, como en su momento dijo el presidente del Gobierno, sólo constituye el inicio del principio del fin del terror, el primer paso en un camino que el propio Rodríguez Zapatero prevé largo, duro y difícil.

El comunicado de la banda terrorista es elocuente acerca de su posición. ETA no dice lo que espera del Gobierno o de los partidos, sino lo que ‘deben’ hacer y a dónde 'debe' llevar inexcusablemente el proceso que se abre a partir del día 24. No hay admisión alguna de debilidad ni signo verosímil de rectificación acerca de la legitimidad de su lucha. El anuncio llega a continuación de una secuela de atentados mediante los cuales la organización ha tratado de mostrar una fortaleza en la que nadie cree ya.

ETA y el entorno político que le sirve de apoyo son, en su mayoría, conscientes de que el terrorismo ha dejado definitivamente de ser un instrumento útil y/o justificable. Los tiempos cambian, las sociedades evolucionan. Una generación sucede a otra y lo que ayer valió para algunos resulta indefendible ya para cualquiera. Lejos de avanzar un solo paso, Euskalherria se ha visto gravemente deteriorada por la acción de los violentos. El terrorismo ha sido una peste, tanto para el País Vasco como para el resto del Estado, y ha perjudicado sistemáticamente en las urnas a su brazo político.

Las evidencias acerca de la necesidad de cerrar un ciclo que debió concluir con la aprobación de la Constitución y el retorno de la autonomía a Euskadi no pueden seguir siendo ignoradas. La brutal irracionalidad de los ‘años de plomo’ y el empecinamiento que ha caracterizado a ETA hasta no hace mucho han sido el origen de su derrota, porque es a una derrota a lo que estamos asistiendo. La violencia no es una opción y por lo tanto ni ETA tiene razón de ser ni toda la sangre, el dolor y el miedo que ha generado tienen sentido alguno. Su derrota nace de su error.

Nunca lo admitirán abiertamente, pero es así. Están derrotados y delegan en la vía política la acción reivindicativa, conscientes de que no existe otro camino. Aspiran, ellos y Batasuna, a lograr conquistas políticas a cambio de la paz cuyo horizonte asumen, pero ni los unos ni los otros pueden albergar grandes esperanzas en ese terreno. La Constitución es el límite y en ella no figura el derecho de autodeterminación, horizonte utópico de todos los partidos nacionalistas. Ni se espera que lo haga nunca.

La fórmula ‘paz por presos’ es el techo al que ETA puede aspirar razonablemente. Todo lo demás está fuera de lugar, lo demande Ibarretxe o lo demanden Otegi o ‘Txeroki’. La organización terrorista quiere poner fin a su trayectoria apuntándose alguna victoria política, por pequeña que sea, pero por muy largas y tensas que sean la negociaciones en la mesa política o en la mesa militar, a lo más que pueden aspirar es a una reforma, necesariamente consensuada en el Congreso, del Estatuto de Gernika.

El irredentismo de los radicales abertzales es el peor de los riesgos en el camino que ahora se inicia, pero del lado del Estado existe un riesgo no menor y es la falta de colaboración -hasta ahora evidente y fundada en insidias- del primer partido de la oposición. El Gobierno debe poder contar con el apoyo del PP en el tránsito hacia la pacificación. Les compete a Rajoy y a su partido una grave responsabilidad. Y por ahora no hay signos fiables de que vayan a estar a la altura. Lo que hoy ha dicho el líder popular, aunque algunos crean apreciar un ligero cambio de matiz, no es especialmente alentador en ese sentido.

Serán los hechos a partir de ahora los que nos mostrarán si el PP asume la corresponsabilidad que implica ostentar la representación de la segunda mayoría política del país o sigue jugando a destruir por motivos de rentabilidad partidista, muy hipotética en este caso.

Una vez que ETA ha declarado un alto el fuego permanente está fuera de lugar seguir intoxicando a los ciudadanos sobre hipotéticas concesiones. Es el momento de demostrar que se está, responsablemente, con lo que todos los españoles y todos los vascos desean: el fin del terrorismo, la paz. Con todas las cautelas precisas, pero con determinación y con buena fe.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

El Mundo newspaper claimed that Tony Blair has an active role in peace