Da asco considerar la evidencia de que a estas alturas de la historia, dos años después de una de las mayores tragedias que ha vivido la España contemporánea, el Partido Popular insiste en sostener, en forma de insidiosa duda sobre la autoría, la intolerable mentira con la que durante tres días de vergüenza intentaron cegar a todos los ciudadanos con el único objetivo de mantenerse en el poder. Da auténtico asco, suponiendo que esta expresión sea suficiente para calificar la totalizadora mezcla de repugnancias (moral, intelectual, política, ética y estética) que inspira la actitud de unas gentes cuya ejecutoria, anterior y posterior a los hechos, les hace incompatibles con cualquier futura tarea de gobierno. Engolfados en la mentira, siguen sosteniéndola implacablemente en un vano intento de recuperar credibilidad y negársela al actual Gobierno.
Independientemente de que el asunto esté ‘sub iudice’, sabemos ya lo suficiente acerca de los autores y de la trama. Nadie hasta ahora ha hallado un solo indicio sólido que vincule la trágica jornada del 11 de marzo de 2004 con ETA. Y mucho menos con la que entonces era la oposición, o con la de miembros de la Guardia Civil, la Policía o el CNI, como se sugiere menos abiertamente. El Partido Popular, con la impagable (¿o pagable?) ayuda del diario ‘El Mundo’ y de otras impunes vergüenzas del periodismo español, se hunde en el albañal hasta el pelo al intentar dar valor de prueba a anécdotas insignificantes, dimes y diretes de dudoso origen y especulaciones tan gratuitas como deshonestas.
Pero no es ésto lo único indecente y repugnante. Lo es más aún la utilización partidista de las víctimas del terrorismo y la discriminación entre las ‘buenas’ (las de ETA y GRAPO, o sea, la AVT) y las malas, las ‘rojas’ (las del terrorismo islámico). Eso, junto con la insistencia en las insidias sobre la autoría del 11-M, se vivió ayer una vez más en el segundo aniversario. Quienes han hecho de las mentiras sobre el terrorismo y sobre la ruptura de España la línea central de su discurso de oposición no tuvieron ningún rubor en exhibir de nuevo su indecencia ante las víctimas del terror, gran parte de las cuales, convenientemente manipuladas, siguen sus consignas y sostienen su mismo discurso, pese a saber que Aznar intentó en su día lo que hoy quiere intentar el actual gobierno.
El PP de Aznar, que no de Rajoy (patética marioneta, voz de su amo), ha roto unilateralmente el pacto antiterrorista para acusar al Gobierno de romperlo y negarle toda colaboración. Es el mismo PP de tantas otras mentiras e insidias inaceptables; el que ha envenenado y envenena sistemáticamente la vida política para atribuirle luego al Gobierno la crispación.
Es el PP al que, como a ETA, hay que decirle ¡Basta ya! Exigirle que deje de emponzoñar la convivencia entre los españoles; que asuma definitivamente su derrota; que barra de sus filas a los indecentes y a los fascistas secretos; en definitiva, que ame realmente a España, como dice amarla, y busque su bien más de lo que ama el poder y la revancha.
¡Basta ya!
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