15 septiembre, 2008

Masacre en la jungla financiera

Este lunes, 15 de septiembre, seguramente quedará en la historia como una de las fechas más negras en los anales del capitalismo. Desde que el sol se ha levantado sobre el planeta las bolsas de todo el mundo están experimentado caídas considerables que seguramente sólo van a ser un síntoma indicativo de lo que sucederá cuando abran los mercados en Estados Unidos. El Banco Central Europeo (BCE) ha considerado necesario anunciar una inyección de liquidez de 30.000 millones de euros para minimizar los daños, mientras en España la Bolsa de Madrid caía hasta el borde de los 11 puntos poco después de su apertura en una clara evidencia del miedo y la incertidumbre que caracterizan esta jornada caótica.

Ayer, domingo, fue en realidad la jornada clave cuyas consecuencias conoceremos en toda su extensión hoy al anochecer. No fue precisamente un día de ocio para los más importantes financieros de Estados Unidos, convocados de urgencia por la Reserva Federal. La bancarrota de Lehman Brothers, cuarto banco de negocios de Estados Unidos y veterana institución financiera estrechamente vinculada al desarrollo del capitalismo estadounidense, encendía todas las alarmas. La compra de Merrill Lynch -otro emblema del sistema financiero de EE UU- por el Bank of America confirmaba la gravedad de una situación que ha tardado todo un año, desde el petardazo de las hipotecas 'subprime', en comenzar a mostrar su virulencia profunda y extensa.

Algo cambió, precisamente ayer, en el tratamiento que la Reserva Federal ha venido haciendo de las entidades 'enfermas', y ese algo aumenta aún más la inquietud en los mercados. Después del precedente de tres intervenciones generosamente paternalistas en Bear Stearns (virtualmente regalada a JP Morgan por 236 millones de dólares, con un descuento del 93% de su valor en bolsa a cargo de la Reserva Federal) y de la inyección (que no nacionalización) de 200.000 millones de dólares en FNMA (Fanny Mae, familiarmente) y FHLMC (Freddie Mac) se acabó lo que se daba. El Tesoro estadounidense ha decidido que cada palo aguante su vela.

Alan Greenspan, carismático ex responsable de la Reserva Federal, admitía ayer que no tenía noticia de "nada parecido" a lo que está sucediendo y que, en todo caso, el Estado no puede tender una "red de seguridad" bajo el conjunto de sistema. Su sibilino augurio -rechazó hablar de casos concretos- rehusó todo optimismo al asegurar que siempre hay ganadores y perdedores y que, dada la inédita interconexión del sistema "a escala internacional", la estabilización de los mercados deberá pasar por "una serie de acontecimientos en el mundo entero".

Estamos todavía, según todos los síntomas, lejos del ansiado fondo del pozo de esta crisis global. El problema no es sólo el estado real de las finanzas de una u otra entidad financiera -generalmente oculto bajo una opacidad inquietante- sino la confianza de los accionistas. Aún con alternativas y sustos que al buen entendedor le han estado lanzando mensajes de prudencia a lo largo de las dos últimas décadas, los inversores y brokers han asistido generalmente a un aumento sistemático de sus beneficios. La orgía irresponsable de la avaricia especuladora ha acabado encontrándose, como ocurrió en el caso de los 'bonos basura', con un montón de papel sin valor o con síntomas evidentes de ir a perderlo. Y el pánico ha prevalecido.

Ha sido el pánico, efectivamente, el responsable último de la declaración de bancarrota de Lehman Brothers, una compañía con activos importantes que, tras una caída del 80% del valor de sus acciones como balance de la semana pasada, no ha visto otra alternativa para intentar "salvar los muebles". Pero el pánico, aunque llegue a ser irracional, no es gratuito. Nace de la desconfianza y esa desconfianza no carece de fundamentos. El largo año trascurrido desde el gigantesco fiasco de las 'subprime', cuyas consecuencias han estado sumergidas hasta los desenlaces traumáticos de las últimas semanas, ha desatado la paranoia. Todo el sistema financiero estadounidense ha caído bajo sospecha y así se conforma el peor de los escenarios. Los mentideros económicos anuncian ya los tres batacazos próximos: Wachovia, Washington Mutuals y la aseguradora AIG, candidatos firmes a terminar esta aciaga jornada en K.O.

Estamos ante las consecuencias últimas del éxito universal de la prédica 'libertaria' de la Escuela de Chicago, defensora a ultranza del 'laissez faire, laissez passer'. Milton Friedman, mascarón de proa de la 'filosofía' que postula la sabiduría del mercado y exige la inhibición del Estado en la actividad económica, llegó a atribuir el "crack" de 1929 a la política de la Reserva Federal durante los años 20. ¿A quién le echarán la culpa ahora los que defienden la ausencia de policía en la jungla del egoísmo?

Pie de foto: El Nobel Milton Friedman, junto a su seguidor Ronald Reagan.

La crisis, en La Espiral"

Crisis hipotecaria: Las consecuencias, los responsables

'Es la economía, estúpido', pero... (I)

'Es la economía, estúpido', pero... ( y II)

Vacas flacas (I)

Vacas flacas (II)

Vacas flacas (y III)




No hay comentarios: