24 septiembre, 2007

137 muertos ¿por la paz?

137 miembros de las fuerzas armadas españolas han muerto en las denominadas 'misiones de paz' en el extranjero. La mayor parte de las víctimas lo fueron de accidentes, como el del Yak-42, que costó 62 vidas y puso en evidencia la falta de escrúpulos del Gobierno del PP, que recogió y repatrió sus restos de un modo absolutamente indecente e indigno.

Hoy han caído dos soldados en Afganistán y otros tres han resultado heridos de gravedad, al parecer a causa de la explosión de una mina. Son muertos a la mayor gloria de Estados Unidos, tropas que están en Afganistán como consecuencia de la pertenencia de España a la OTAN (aunque más tarde la misión fue reconvertida en la ISAF, de la ONU) y cuyo número aumentó a raíz -y en servil compensación- de la retirada de Irak ordenada por Zapatero en cumplimiento de una promesa electoral. En definitiva, son tropas de la OTAN fuera del marco geográfico ‘lógico’ de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que no lo es del norte del Golfo Pérsico.

"Mantenemos nuestro compromiso de construir civil y militarmente el país y evitar que el terrorismo lo controle", ha declarado el ministro de Defensa, José Antonio Alonso. Qué filantrópico todo.

Lo cierto es que Afganistán es un problema muy particular de Estados Unidos, que, en su día, para derrotar periféricamente a la URSS y poner fin al régimen comunista de Najibullah, armó hasta los dientes a lo mujahidin y favoreció el predominio político-religioso de los talibán, desentendiéndose tras la retirada soviética del destino del país, que nunca ha sido una entidad nacional convencional sino una anarquía de taifas controlados por los señores de la guerra.

Fue la dejación estadounidense la que favoreció que Afganistán se convirtiese en una base segura y un ideal campo de entrenamiento del islamismo más radical. El nacimiento de Al Qaeda es el fruto específico de una estrategia carente de escrúpulos y casi totalmente ayuna de reflexión, que no ha hecho otra cosa que empeorar tras la invasión de Irak.

¿Debe España pagar las consecuencias de una política que su Gobierno parece no compartir y que la mayor parte de la población rechaza? Absolutamente no. Y es hora de dejar de mentir a la opinión pública acerca de las auténticas causas de que las tropas españolas estén arriesgando vidas en Afganistán o en el sur de Líbano en misiones eufemísticamente descritas como “de paz”.

Las mentiras -todos lo sabemos- se pagan tarde o temprano, como bien pudo comprobar el Partido Popular.

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2 comentarios:

MAX Y LULA dijo...

Buf, realidad de la dura ¿eh? Yo sigo convencido de que tú tienes algo con Michael Moore :-P

José Ramón San Juan dijo...

Para empezar, no soy yanqui, no hago cine y no soy obeso (aunque al paso que voy...)
Lo que 'tengo' con Michael Moore será lo que él tiene (en común) con centenares de millones de personas en todo el mundo.