23 abril, 2007

Todos hablan de Bayrou

Las sorpresas de la primera ronda de las elecciones presidenciales francesas no conciernen a la identidad de los candidatos -cantados- que participarán en la segunda ronda. Invariablemente, todas las encuestas han situado en cabeza a Sarkozy y Royal. Sorprendente, en primer lugar, ha sido la alta participación, cercana al 85%, inédita en la V República y reveladora de la pasión con la que los franceses viven estos momentos históricos, que intuyen de cambio.

La victoria de Sarkozy, con algo más del 5% más de votos que Royal, no le garantiza nada. El resultado de la segunda vuelta ya no dependerá tanto de los votos propios como de los ajenos y el líder de la centrista UDF, François Bayrou, se ha convertido en la llave que abre las puertas del Eliseo. Todos hablan ahora, sobre todo, de Bayrou

Esa ha sido otra de las sorpresas de estas elecciones. Las encuestas previas se han mostrado bastante erráticas respecto al destino de Bayrou, llegando a igualarle con Ségolène Royal en algunos momentos para bajarle, en la fase final de la campaña hasta la altura de Le Pen, que protagoniza la tercera y última sorpresa con su descenso, el cual no cabe explicar de otro modo que como consecuencia del ‘robo’ de votos por parte de un Sarkozy que no ha tenido escrúpulos en adoptar algunos de los tópicos gratos al ultraderechista y a su clientela.

Ya antes de que se iniciase la campaña electoral de modo oficial, Bayrou propuso un acuerdo a Royal, que ésta rechazó. A favor del mismo, sin embargo, estaba el ex primer ministro socialista Michel Rocard. Ahora el PSF está pendiente de las palabras y los gestos de Bayrou, que tiene dos opciones: recomendar el voto a una opción concreta o dejar en plena libertad a quienes le han votado a él para apoyar a otro candidato o abstenerse.

Para que no haya error sobre las expectativas reales de Royal, ayer mismo ésta propuso a Bayrou un "diálogo abierto y público" sobre los "valores" para buscar "convergencias". El centrista no puede eludir una respuesta, aunque la apuesta es arriesgada, tanto si accede como si no. El cortejado líder de la UDF se ha situado ya en la perspectiva de las elecciones legislativas y ha de esforzarse no sólo en no deteriorar su capital político actual, sino en confirmarlo y ampliarlo.

No hay afinidad ninguna entre la UDF y la UMP de Sarkozy. El partido centrista creado por Giscard D’Estaing, ha hecho una laboriosa y exitosa travesía del desierto desde ‘la muerte del padre’ y durante ella Bayrou ha realizado una redefinición total del vago centrismo derechista que les vinculó al RPR post-gaullista hasta hacerles casi desaparecer.

Bayrou rompió las amarras con la derecha y también con la dependencia de la línea democristiana. La consecuencia más visible fue su salida del Partido Popular Europeo y la fundación del Partido Demócrata Europeo, junto al italiano Francesco Rutelli y con Romano Prodi como presidente de honor.

La crítica que Bayrou hace en su obra “Au nom du tiers état” (En nombre del tercer estado) (*) de la degeneración de la V República es demoledora. El cuadro desolador que presenta muestra a un poder político esclerótico en estrecha complicidad con los poderes financiero y mediático en el propósito común de manipular a los ciudadanos y desentenderse de sus intereses una vez celebradas las elecciones. Bayrou, en definitiva, no es un conservador y su visión de los problemas reales de Francia y de su democracia no está muy alejada de la de Royal.

Ayer, cinco institutos de opinión franceses se apresuraron a dar por hecha la victoria de Sarkozy en la segunda vuelta. Yo, personalmente, no lo veo tan claro. Como en la primera vuelta, la incertidumbre sigue presidiendo el panorama. El triunfante candidato de la UMP cuenta con la incondicionalidad de muchos, pero también con el rechazo radical de casi todos los restantes. La palabra ‘sarkofobia’ es un neologismo de moda en Francia.

Si para muchos Sarkozy significa seguridad, para otros implica riesgos indeseables, entre ellos el de que gobierne a beneficio de los ricos que forman parte de su entorno habitual o que redefina la política internacional con un alineamiento incondicional con Estados Unidos. Ambas y otras muchas posibilidades más inquietan a los franceses ante un personaje extremadamente ambicioso y sinuoso, que contradice sus palabras con sus hechos e incluso con otras palabras, según las 'exigencias' de la situación.

(*) Se denominaba 'tercer estado' durante el antiguo régimen (monárquico) al tercio de la Cámara integrado por ciudadanos comunes. Los otros dos estados representaban al clero y a la nobleza.

Leer online: http://laspiral.blogspot.com


No hay comentarios: