14 septiembre, 2006

Isabel García Marcos, 'presa política'


No salgo de mi asombro al ver a la ex teniente de alcalde de Marbella, Isabel García Marcos, reclamar para sí la condición de presa política. Lo hizo ayer, al abandonar la prisión -previo pago de 60.000 euros, como la ex alcaldesa, Marisol Yagüe- en un estado de euforia, verborrea y seguridad en sí misma sorprendente. A su lado, el ex juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez de Liaño, ahora abogado de la ‘represaliada política’, parecía disfrutar -dentro de su limitadísima expresividad- su papel de coprotagonista en una situación de tanta repercusión mediática.

Hace unos días, el ex juez, condenado por prevaricación continuada en el inolvidable ‘caso Sogecable’, separado de la carrera y posteriormente indultado (que no absuelto) por el Gobierno del PP, ya había aparecido en la ‘tele’, rodeado de micrófonos. Lo hizo para asegurar, sin ningún género de dudas, la inocencia de su defendida. Para ratificar su total seguridad afirmó que “sólo defiendo aquello en lo que creo y sigo creyendo en la inocencia de García Marcos”.

Parece ser que Gómez de Liaño ya ha juzgado y absuelto a la ex concejala socialista de Marbella. Y también parece que el ex juez prevaricador juzga y defiende, condena y absuelve en función de su particular fe (que es creer lo que no vimos) y su devoción o inquina más que por mor del rigor de sus investigaciones. Quien en su momento, entre otros excesos, llegó a retirar los pasaportes a la cúpula directiva de PRISA e ignoró reiteradamente las órdenes de la Sala de la Audiencia puede hablar de su convicción, pero no de sus pruebas.

El hecho de que la García Marcos se describa como presa política no debe ser ajeno a las obsesiones de su abogado, que también debe considerarse un represaliado político, pese a que no hay jurista que justifique su comportamiento en el caso que le hizo tristemente famoso y labró su desgracia. Hay razones para intuir que la defensa de Gómez de Liaño va a tener mucho que ver con un ataque directo al PSOE.

García Marcos, otrora conocida como el azote implacable de Jesús Gil, rompió con su partido para apoyar la moción que sacó de la Alcaldía a Julián Muñoz y favorecer el retorno del ‘núcleo duro’ del gilismo (con su fundador ya difunto) al poder municipal. Nadie lo entendió en su día y nadie lo entiende hoy, pero el juez Torres la ha tenido seis meses en prisión preventiva con los mismos cargos que al resto de los detenidos.

Nadie puede negarle la presunción de inocencia que se otorga a todo acusado que aún no ha sido condenado, pero por más que hable de herencias y de regalos de boda le va a ser muy difícil justificar la presencia de 378.000 euros en su domicilio. En su día la Junta de Andalucía le expedientó por compatibilizar la dirección de un hospital (es médico e inspectora de Sanidad) con la ‘dedicación exclusiva’ que cobraba del Ayuntamiento marbellí. Parece ser muy despistada esta mujer. Olvida durante 15 años la existencia de los bancos y también la ley de incompatibilidades.

Si ahora, en colaboración con su malhadado abogado, intenta politizar su defensa achacando las acusaciones que se le formulan a la persecución del que fue su partido, ambos estarán rizando el rizo más allá de lo razonable y verosímil y este país dará una muestra más de su exuberancia surrealista.

¿Es que no tenemos suficiente con el cuento delirante del golpe de Estado del 11-M? Por favor, que paren este tiovivo, que me mareo.

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