11 febrero, 2010

De la 'ruina' española y sus causantes (IV)

Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001: "Europa 
debería quemar a los especuladores".

El huracán del ataque al eruro se ha desvanecido tan rápidamente como creció, pero nadie podrá decir que no ha tenido consecuencias dignas de consideración. La Unión Monetaria ha recibido el golpe más contundente de su historia en el peor momento imaginable y los países que la integran se han comprometido de urgencia a contribuir al salvamento de Grecia. El Gobierno español se verá seguramente forzado a adoptar medidas impopulares que no entraban en sus cálculos y lo mismo tendrán que hacer los demás países de la UE más golpeados por la crisis. Así las cosas, ha llegado el momento de preguntarse por el origen y las motivaciones del curioso fenómeno de la especulación agresiva sobre los CDS de la deuda española.

Establecido el hecho de que la situación de España dista mucho de parecerse a la de Grecia, especialmente en el terreno de la deuda, sobre cuya fiabilidad se especulaba, es lógico preguntarse por qué "se temía", irracionalmente, un efecto dominó sobre España, con una relación Deuda/PIB del 55 por 100, y no, por ejemplo, sobre Italia, que, con el 116 por 100 (más del doble) tiene uno de los índices más inquietantes de la Eurozona. ¿Misterio? Eso podría parecer, pero ¿es casual que los ataques especulativos se dirijan contra las economías de tres países gobernados por la izquierda? ¿Lo es también que elijan como objetivo principal al país que está ejerciendo la presidencia de turno de la Comunidad?

Entre los analistas predominan los que limitan el objetivo del ataque al euro a un propósito meramente especulativo: pura rutina de los inescrupulosos 'hedge funds'. Los más interpretativos creen que el mercado decidió 'poner a prueba' la fortaleza del euro mediante esa operación. Demasiado inocuo, si se tienen en cuenta, por un lado, los magros beneficios económicos que habría reportado el ataque en el caso de prosperar y, por otro, el carácter ilusorio de la expectativa de que tal ataque fuera ignorado por los países de la eurozona.

Si nos retrotraemos un poco en el tiempo, encontraremos que los 'hedge funds', especialmente los ajenos a la UE -los más poderosos y virulentos-, se mostraron muy inquietos y beligerantes contra la propuesta legislativa de la presidencia española para regular las industrias, al interpretar como proteccionismo económico lesivo para sus intereses una revisión del texto inicial, redactado bajo la presidencia sueca, que haría depender de puntuales y "adecuados acuerdos de cooperación" el acceso de los 'hedge funds' extracomunitarios a los clientes potenciales de la UE. Ahora preguntémonos de dónde procedió el ataque de los 'hedge funds' y podremos establecer una relación causa-efecto que relativiza, si no elimina, el diagnóstico de 'paranoia' que recibieron las declaraciones de José Blanco, que, por cierto. no han sido las únicas en achacar intenciones ocultas a la singular operación especulativa.

Tanto los 'hedge funds' internacionales como el resto del sector financiero ven con diverso grado de preocupación  los propósitos comunitarios de aumentar el control y la vigilancia sobre los mercados y califican las medidas que están estudiando los parlamentarios europeos de 'proteccionistas'. ¿Se puede llamar proteccionismo al propósito de adoptar las precauciones necesarias para evitar que, nuevamente, una minoría de desalmados codiciosos provoque una crisis desastrosa, similar a la que ahora sufre la economía mundial?

En el lenguaje ultraliberal sí. Los buitres financieros, crecidos por haber salido casi indemnes del batacazo financiero que provocaron y por la relativa indefensión en que se encuentran los países que intentan pagar los platos rotos por ellos, no dejan de ejercer toda la presión de que son capaces -que es mucha y muy poderosa- para que la llamada 'industria de servicios financieros' siga funcionando con la misma autonomía e irresponsabilidad que antes de la crisis.

En Estados Unidos lo están haciendo mediante el uso de 'lobbies', largamente entrenados y arraigados en el sistema político, que inmovilizan y frustran las reformas anunciadas por Obama. En Europa el 'lobbysmo', engendro de naturaleza claramente antidemocrática, carece -afortunadamente- de poder y tradición. Para obtener los mismos resultados es preciso recurrir a otros procedimientos, además de la utilización de la prensa servil a sus intereses, como Financial Times. El ataque al euro, más allá de lo que concluyen los análisis melífluos tiene todas las trazas de haber sido una advertencia o -más claramente- una amenaza ante las medidas que se proyectan.

Si es así -y no caben apenas dudas al respecto-, razón de más para acelerar las reformas y cortar las uñas a esos tigres de papel con intenciones de lobo y maneras de gángster. Su peligrosidad está fuera de toda duda. Quien se engaña al respecto es porque quiere o porque le pagan por mostrarse convencido de una bondad e inocuidad inexistentes.

(Continuará)

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