En la línea de progreso sistemático que la sociedad española ha emprendido de la mano de ese caudillo bigotudo, autosatisfecho e inflexible al que el clarividente pueblo español decidió un día entregar la mayoría absoluta hay que apuntar recientes "avances" destinados a convertir esta sociedad en el mejor de los mundos.
Ayer, por ejemplo, se aprobó una radical reforma del Código Penal (ya reformado hace ocho años contra el criterio del PP) elaborada desde una filosofía exclusivamente policial y carcelaria, carente de toda consideración sociológica sobre las causas de la criminalidad o la rehabilitación del delincuente. Un Código Penal estrictamente represivo que, sin duda, dará lugar a prácticas escasamente democráticas.
Ayer también entró en vigor una ley que pretende regular el confuso magma que es Internet y entre cuyos "avances" hay que registrar la corrección de una sabia normativa anterior que prohibía el envío via email de publicidad no solicitada. Ahora, cualquiera que tenga nuestra dirección de correo electrónico, porque le hemos comprado algo o hecho alguna consulta, podrá bombardearnos impunemente, dando por sentado que sus ofertas nos interesan. Por supuesto, cualquier otro que se haya hecho con nuestros datos por medios menos convencionales podrá hacer lo mismo. Estupendo.
Pero existe un reciente "avance", quizás más inquietante y transcendental, del que el Gobierno de este país ha sido motor entusiasta: el fin de la moratoria que la UE impuso sobre la comercialización de los productos transgénicos. En mayo, España (o sea, ellos) pedía, junto a otros cinco países europeos, el fin de la moratoria. A principios de julio y casi de tapadillo la UE acordó su final y ahora (a partir de hoy mismo, si no me equivoco) esa decisión es efectiva.
La aprobación de la UE, significativamente, se producía pocos días después de la magna operación de marketing de los transgénicos que Estados Unidos escenificó en la ciudad de Sacramento ante 120 ministros de todo el planeta. Antes de esto, por cierto, Washington había denunciado ante la Organización Mundial del Comercio la moratoria europea. Si añadimos que Estados Unidos subvenciona impunemente su agricultura tendremos una idea aproximada de hasta dónde llega el chuleo yanqui y la sumisión europea. Too much, son.
Dado que el tema de los transgénicos ya ha sido tratado en dos ocasiones en LA ESPIRAL no haré más largo el comentario. He aquí los enlaces a esos artículos (en el del 3 de julio se proporcionan otros enlaces para tener una visión más completa de las implicaciones de este "avance"):
El contubernio de Sacramento (junio, 25).
La sumisión europea (julio, 3).
Como reza el dicho, no te digo que te vistas pero ahí tienes la ropa. Por mi parte, con etiquetaje o no, simplemente no trago.
Con su pan (de trigo transgénico) se lo coman.
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