26 noviembre, 2003

El 'Euroescándalo' y otros escándalos

"Euroescándalo", ha titulado un diario de distribución nacional más bien escandaloso. El Ecofin decidió ayer no sancionar a Francia y Alemania por superar el déficit público establecido en el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea. Ese es el "escándalo", aunque la indulgente medida se acordó mediante mayoría cualificada, es decir, democráticamente. El sedicente europeista llamado Aznar, por supuesto, se ha rasgado las vestiduras en el mismo día en que se anuncia un extraordinario crecimiento del superávit de la economía española y un inédito aumento de las miserables pensiones de viudedad. ¡Qué grandes somos!

- ¿Cuánto queda para las elecciones?

- Cuatro meses.

- Ah, ya.

España crece más porque puede. Grecia duplica ese crecimiento porque puede más. No hay como estar abajo en tiempos de vacas gordas y recibir anualmente, gratis, una fuerte inyección de euros de los que están más arriba. Ya se lo recordó Schroeder a nuestro jefe de Gobierno cuando éste cacareaba enfáticamente por todo el corral.

Por otra parte, ¿es razonable que un estado tenga superávit cuando no es precisamente una Arcadia feliz? No, en absoluto. Es más bien escandaloso si se tiene en cuenta la situación lastimosa de ciertos parámetros de bienestar social, incluidas las famélicas pensiones de viudedad.

Generar déficit público es, en ocasiones, la mejor medida para mantener unos ciertos niveles de crecimiento y un cierto grado de estabilidad social. Los planes macroeconómicos que sesudos economistas diseñan con la perspectiva de conjugar equilibrio y crecimiento están muy bien como referencia de lo deseable, pero ningún país debe ser obligado a tirar piedras sobre su propio tejado. Si esos países son, además, los ejes de tracción de la economía europea, lo que redunde en su beneficio nos beneficia también -al menos teóricamente- a nosotros, que chupamos rueda alegremente.

Se dice que ésto puede perjudicar al euro y seguramente es cierto, pero no es menos cierto que el euro está sobrevalorado y que eso no le hace ningún bien a la economía europea. Y mucho menos si gran parte de esa sobrevaloración no se basa tanto en una solidez objetiva de la moneda como en que ésta es objeto, casi desde su nacimiento, de una fuerte especulación en dólares.

Para escándalos más reales y estremecedores hay que considerar otros titulares de la prensa del día, como aquellos que hablan del recrudecimiento del SIDA y del repunte al alza del hambre en el mundo. África y Latinoamérica son nuestros escándalos globales. Allí imperan el hambre y la peste. Palestina, Irak y Afganistán son escándalos no menores. Allí se enseñorean la guerra y el abuso.

¿Qué puede ser más escandaloso que el imperio de los jinetes del Apocalipsis por la acción o la omisión de los dueños de la tierra?

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