La que concluirá el próximo viernes se ha convertido, por mor de la estrategia irresponsable del PP, en la campaña electoral más hedionda, absurda e intolerable de la historia. Es un insulto y una falta de respeto a la ciudadanía y a su inteligencia el permanente desvío torticero del tema real de la campaña (el Parlamento Europeo, Europa en definitiva) hacia cuestiones domésticas casi anecdóticas, como el brote de gripe A en Hoyo de Manzanares, que según el PP se habría ocultado, o el uso por Zapatero de un Falcon del ejército del Aire para asistir a los mítines, hecho supuestamente inédito que no lo es en absoluto.
El empeño del PP en convertir las elecciones europeas en una primera vuelta virtual de las generales (para las que quedan todavía ¡casi tres años!) ha vuelto a sacar la mentira, la manipulación y la intoxicación a las tribunas, en la confianza de que la repetición obsesiva dé verosimilitud a lo que carece de ella. Lamentablemente, de ese modo 'obliga' al PSOE a entrar en el juego del "y tú más", con lo que se acaba por conformar un panorama lamentable, que hastía e indigna a muchos ciudadanos y muestra a la clase política como un grupo de privilegiados que pasa la mayor parte del tiempo disputando y apostrofándose en un tono que dista mucho de la seriedad que debería tener una confrontación política normal, especialmente en la situación de grave crisis económica que sufre el país y que afecta muy especialmente las capas sociales tradicionalmente más maltratadas.
La obsesión de Rajoy y sus fieles (si es que sus adláteres merecen tal nombre, lo que sin duda se verá en su momento) por afianzar un liderazgo que está cogido con alfileres -algunos tan frágiles como la facción levantina-, muestra que no ha aprendido nada de la lección contundente que supuso la derrota del 14-M de 2004. No ha asumido que la mentira no paga, ni en el Gobierno ni en la oposición; que la gente no es idiota; que si en su día, pese a su insistencia, no creyeron en la autoría etarra de los atentados, del mismo modo no creen ahora que Zapatero sea el autor de la crisis, que además es global; que quien miente con tanta soltura y muestra tal irresponsabilidad genera desconfianza en los ciudadanos y que esa desconfianza es electoralmente movilizadora (en contra).
Tras asegurar ayer José Blanco (que, al parecer, todavía cree ser secretario de Organización del PSOE) que el ex presidente Aznar cuenta con 51 escoltas, el propio aludido ha calificado tal revelación (al parecer inexacta) como una "imprudencia temeraria" y todo el Partido Popular ha puesto el grito en el cielo, como si se hubiera revelado un alto secreto de Estado. Quizás las declaraciones más elocuentes y paradójicas son las que ha formulado la secretaria general, Dolores Cospedal, que califica el hecho como una "mezquindad" y cree detectar "un tremendo nerviosismo del PSOE porque uno hace estas cosas cuando está desesperado, si no tanta irresponsabilidad no se comprende". Es obvio que Cospedal sabe mucho de nerviosismo e irresponsabilidad. Con frecuencia le toca salir a la palestra, con su actitud inexpresiva -que tal vez ella cree solemne o simplemente seria y veraz-, a tratar de evidenciar inútilmente la supuesta falta de nerviosismo y de irresponsabilidad de su partido.
Lo cierto es que el nerviosismo se ha apoderado aún más del PP tras difundirse el frenazo que ha experimentado el desempleo. Rajoy incluso se quedó mudo y no comentó el dato. Luego, junto a todo el partido, ha aventurado que es un dato coyuntural, transitorio; que se llegará a los cinco millones de parados que ellos habían pronosticado... Y lo terrible es darse cuenta de que, por estrictas razones partidistas, están deseando que el paro aumente.
Eso sí que es una vergüenza sin paliativos. Eso es la irresponsabilidad y la falta de escrúpulos más intolerables a las que nos haya sido dado asistir en 31 años de democracia. Y da auténtico asco.
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