La verdad es que me apetecería más comentar los resultados de las elecciones europeas en Francia, donde el crecimiento de los verdes es teóricamente muy significativo, que las de España, pero otra vez será. Hoy toca España.
Lo cierto es que los resultados españoles no han aportado ninguna sorpresa notable ni comportan -de no mediar extrapolaciones interesadas- ningún vuelco esencial en la situación política. El PP ha ganado, como se esperaba, pero no ha alcanzado los 25 eurodiputados que Rajoy pretendía. El PSOE ha perdido, pero no tanto como se suponía. El magro guarismo de la participación (46 por 100) hace que la diferencia de 600.000 votos a favor de la derecha sea bastante relativizable, que no minimizable.
Nada indica que el voto del PSOE se haya desplazado al PP y sin embargo es evidente que, mientras la participación de los votantes de la derecha ha aumentado en varias regiones, la del PSOE ha descendido notablemente. Si la causa es la desafección o simplemente la apatía y el hastío euroescéptico queda a la libre interpretación de cada cual.
Los socialistas han recibido unos 700.000 votos menos que en 2004, lo cual no es grano de anís, y -abstención aparte- cabe preguntarse el peso que ha tenido en ese resultado lo que yo llamo "la alternativa rosa" (de Rosa Díez). En la Comunidad de Madrid el efecto parece incuestionable. En relación con 2004 los socialista han perdido allí 137.000 votos. Si tenemos en cuenta que UPyD, que no existía entonces, ha logrado algo más de 155.000 (la tercera parte del total cosechado), parece claro en qué río está pescando el partido de la ex candidata a secretaria general 'sociayoísta'.
El PSOE tiene problemas de creciente gravedad en dos importantes comunidades en las que otrora tuvo el poder: Madrid y Valencia. Año tras año pierden posiciones en ambas, en las que el PP es ya hegemónico, lo cual evidencia un déficit de eficacia como oposición ante el que no debería seguir inactivo ni aceptar juegos narcisistas como el de Bono, que en 2007 rechazó la candidatura a la Alcaldía de Madrid porque no se resignaba a ser el jefe de la oposición municipal. Sus altas aspiraciones le exigían ya reclamar la Presidencia del Congreso, ejecutivamente irrelevante pero que institucionalmente le sitúa en el tercer lugar en la precedencia del protocolo, tras el Rey y el presidente del Gobierno.
Los votos perdidos en las elecciones autonómicas y locales lo son también, generalmente, en las generales y es evidente que, más allá de la incidencia electoral de la crisis económica, el PSOE no está haciendo bien las cosas a ese nivel. Las transigencias y componendas originadas por intereses extrapolíticos, amiguismos y otras lacras acaban pagándose caras. Y a este propósito habrá que ver qué sucede a medio plazo en el PP, donde Rajoy viene resignándose a la connivencia 'entusiasta' con 'sospechosos habituales' cuyas actuaciones están en estos momentos 'sub iudice'.
El 'berlusconismo' impune funciona alegramente en Italia. En España es muy dudoso que la ciudadanía tenga tamañas tragaderas, aunque 'cosas veredes...'
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