22 mayo, 2005

Turismo y terrorismo

Si es usted un político y solicita un visado para viajar a Cuba y entrevistarse con la oposición tiene un 99,9 por 100 de posibilidades de que se lo nieguen. Muy cortésmente, eso sí, porque los diplomáticos son muy corteses independientemente del régimen al que representen. Sin embargo, si usted es un político que viaja a Cuba por motivos políticos y reclama un inocuo visado de turista se lo concederán sin rechistar, pero usted se convierte a partir de ese momento en un mentiroso con motivaciones inconfesables, que, en la medida que lo son, invitan a las autoridades cubanas a devolverle a su lugar de origen. En el mejor de los casos es usted un provocador. Y además, un boicoteador de la política exterior de su propio país. El incidente diplomático es tan inevitable como gratuito.

Ya van dos. Parece que el Partido Popular ha decidido manifestar de modo muy especial su interés por la oposición cubana en coincidencia con la pérdida de La Moncloa. Destruir el clima de conciliación y de aliento a la transición pacífica que el Gobierno español intenta promover parece ser el objetivo. Primero fue el diputado Jorge Moragas, en octubre de 2004, y ahora, dos ex senadoras en atuendo “casual”. Ambas pretendían participar en un congreso de organizaciones anticastristas cuya celebración, sorprendentemente, el régimen cubano ha autorizado.

Tal vez las turistas accidentales y accidentadas del PP intentaban contrarrestar la imagen -significativamente poco difundida- del abrazo y la cordialidad de su fundador y vitalicio presidente de Galicia (al menos hasta el 19 de junio), Manuel Fraga, con el hermano de Fidel Castro, Raúl, ministro de Defensa y sucesor programado del dictador. Vano intento. Fraga cree en Fraga y obedece a Fraga, mientras el PP cree en ‘La Sombra’ y ‘La Sombra’ obedece a Bush. Querían los de Génova que Fraga minimizase el 'efecto foto' reclamando a Raúl Castro la liberación de los presos políticos cubanos. Pero el viejo líder, fiel a su galleguidad sobrevenida, sólo pidió un favor sentimental: la reunificación de un matrimonio de origen gallego. Con suerte, la petición será satisfecha a tiempo para que la foto del abrazo de la pareja actúe como cartel electoral.

¡No saben nada estos gallegos! El propio Fidel Castro, de nunca desmentida progenie galaica, al permitir el congreso de la oposición en el que pretendían ‘hacer turismo’ las ex senadoras ‘populares’, ha matado varios pájaros de un tiro:

- Hace visualizable, incluso más allá de lo verosímil, la fortaleza de su régimen y su confianza en sí mismo y en su pueblo. ¿Se imaginan a Franco tolerando algo semejante?
- Satisface formalmente las presiones exteriores para flexibilizar su actitud y tolerar la libertad de expresión y la actuación impune de la oposición.
- Pone en evidencia la división, el “antipatriotismo” y la esterilidad del microcosmos opositor, evidenciada hasta la saciedad en el referido congreso.

La Asamblea para Promover la Sociedad Civil, que he venido llamando impropiamente congreso, ha sido una caótica jaula de grillos en la que se dieron mueras a Castro y vivas a Bush, del que se difundió un mensaje grabado en el que definía la libertad como “un regalo de Dios Todopoderoso”; se apoyó el embargo como instrumento de presión -pese a que hace víctima directa de graves carencias al propio pueblo cubano-, e incluso se planteó la futura revancha respecto a la empresas extranjeras radicadas en la isla, en la medida en que son calificadas como “colaboradoras con el régimen”.

Si se considera que lo que durante dos días ha tenido expresión en esa asamblea es la voz de la oposición interior al castrismo, cabe concluir que el sistema, nacido en 1959, puede tener todavía larga vida, incluso tras la desaparición física de su líder. A partir de la fragmentación (360 organizaciones), la división y el delirio no va a resultar nada fácil construir una alternativa democrática ni favorecer una transición pacífica y constructiva.

Mientras tanto, hay una pelota envenenada en el tejado de la política estadounidense. La detención por residencia ilegal de Luis Posada Carriles, exiliado cubano entrenado por la CIA y presunto autor de varios atentados con consecuencias mortales dentro y fuera de la isla, es una prueba de fuego para la coherencia antiterrorista de la política de Bush. Aunque no les guste admitirlo, Posada es un terrorista de los suyos; un mercenario de la CIA definido no sólo por su anticastrismo visceral, sino por su entrega a “la causa” allí donde estuviera, como evidencia su colaboración con la ‘Contra’ nicaragüense.

Venezuela reclama su entrega, dado que Posada escapó de una cárcel del país, en el que habría planificado el atentado contra un aparato de Cubana de Aviación que causó 73 muertes. El atentado en un hotel de Cuba que costó la vida a un turista italiano también le hace acreedor a la atención prioritaria de jurisdicciones que no son la estadounidense, ante la cual sólo tiene el leve delito de entrada ilegal.

Las declaraciones de Posada Carriles al New York Times, poco antes de ser detenido, revelando que el anterior líder de la Fundación Nacional Cubano Americana, Mas Canosa, ya fallecido, financió sus actividades, son un torpedo demoledor en la línea de flotación de una organización del exilio que se postula como buque insignia de la flota 'democrática' destinada a 'liberar' a Cuba. Las tramas terroristas parecen no ser cosa exclusiva del extremismo islámico o de izquierda ni encontrar refugio y sostén sólo fuera de Estados Unidos y podría ocurrir que una organización muy respetada en el país que gusta de describirse como la cuna de la democracia, y especialmente grata al Partido Republicano, no sea ni tan respetable ni tan democrática.

También podría ocurrir que mientras la dictatorial Cuba tolera una reunión de la oposición, los democráticos y antiterroristas Estados Unidos protejan a un peligroso terrorista -y se beneficien de su silencio- porque actuó contra sus enemigos.

Qué mal rollo, ¿no?

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