Cinco años después de la invasión de Irak, fecha de inicio de una tragedia que aún hoy causa dolor y vergüenza a todo bien nacido, se nos derrumba encima una sucesión de valoraciones positivas protagonizadas precisamente por los autores intelectuales del crimen.
Adelantándose mayestáticamente a todos, el empecinado ex presidente Aznar reivindicó el mayor de sus errores, asegurando que el balance es "muy positivo" y que volvería a hacerse la malhadada foto de las Azores.
Cada uno es cada uno y Aznar está en su derecho a seguir exhibiendo las virtudes teologales (según su particular concepción) que le han convertido en un paradigma de lo indeseable: el servilismo incondicional a Estados Unidos, la obstinación obcecada como filosofía y la mentira como instrumento político prioritario.
Por su parte, Bush, que, con el 26% de apoyo popular, no está en condiciones de presumir de nada, ha evocado la decisión que adoptó hace cinco años en complicidad con el presidente del Gobierno español y el primer ministro británico en términos de misión necesaria y exitosa. Y, por supuesto, ha hablado de victoria.
El vicepresidente Cheney y el candidato republicano McCain se han desplazado a Irak en estas fechas para entonar su particular 'todo va bien en el mejor de los mundos', una mentira venial si se consideran las originales. Las mentiras sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak o sobre el amparo del régimen de Sadam Hussein a Al Qaeda sólo son evocadas por quienes se opusieron a aquella invasión indecente.
Lógicamente, organismos internacionales neutrales, como Cruz Roja o Amnistía no comparten en absoluto el diagnóstico de los tramposos. Cinco años después de la invasión 'liberadora', Irak está políticamente dividido y larvadamente sumido en una guerra civil; la situación socioeconómica es insoportable; las infraestructuras han vuelto a mediados del siglo pasado y el futuro promete cualquier cosa menos la paz.
Nadie sabe mejor que los iraquíes hasta qué punto son remotas, cinco años después, las esperanzas de paz, democracia y bienestar que la invasión alentó en casi todos ellos. Ayer, un redactor del blog 'Inside Iraq', realizado por miembros de la plantilla iraquí del grupo de comunicación estadounidense McClatchy, dejaba claro el estado de ánimo que prevalece entre sus compatriotas (los que no se han expatriado). Tras evocar todas las expectativas generadas y defraudadas, concluía con un viejo dicho de la tierra: "El diablo que conoces es mejor que el que no conoces".
¿Se puede decir más claro?
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