18 octubre, 2007

'El País': El enemigo en casa

Soy suscriptor de la versión digital de ‘El País’ desde hace años. Lo sigo siendo fundamentalmente por disponer de acceso a su archivo y porque ello implica también el abono a ‘Le Monde’, entre otras cosas. De cualquier modo, hace unos días he revisado la fecha en que vence mi suscripción. Lo hice para plantearme con tiempo si la voy a renovar o no. Tengo todavía, según descubrí, cinco meses para pensarlo y lo voy a hacer muy seriamente.

Comparto -cada vez con más gente, por lo que se ve- la perplejidad y la preocupación por la deriva que el diario ha emprendido prácticamente desde el día en que se incorporó a la dirección Javier Moreno, un químico que se hizo converso periodista a los treinta años a través del 'master' del propio diario y que, aparentemente, tiene toda la confianza de la empresa desde sus primeros pasos. No así la de la redacción.

‘El País’
cuenta -y ello le honra, en la medida en que es una garantía para sus trabajadores y para sus lectores- con un Estatuto de la Redacción que le da derecho a ésta a pronunciarse sobre diversos aspectos del funcionamiento del periódico. Uno de esos aspectos, aunque carece de carácter vinculante, permite que el Consejo de Redacción se pronuncie sobre la idoneidad de los nombramientos. En su día, cuando Javier Moreno fue nombrado director adjunto, fue rechazado por la mayoría de sus compañeros. Posteriormente, cuando el fallecido Jesús de Polanco, en una de sus últimas decisiones (marzo de 2006), decidió nombrarle director el voto de la redacción se tornó positivo, con casi un 60% de sufragios a favor, lo cual tampoco denota precisamente entusiasmo.

Tal vez, a nivel empresarial, PRISA tiene clara la clase de transición que pretende hacer. Seguramente acierta pensando que dicha transición debe ser pilotada por un hombre joven, o al menos por alguien con capacidad de conectar con las generaciones jóvenes, a las que, por determinismo demográfico, el periódico debe dirigirse con especial cuidado. Otra cosa -nada irrelevante- es que sea precisamente Javier Moreno el hombre adecuado para esa delicada operación de ‘aggiornamento’.

El último encontronazo de Moreno con la redacción ha sido de una contundencia inédita y más que elocuente acerca de la tensión extrema que se está viviendo en la sede de Miguel Yuste 40 ante un golpe de timón que tiene todas las características de lo errático, de la ausencia de reflexión profunda y suficiente; de la inmadurez, en definitiva.

El pasado día 10, con motivo del 40 aniversario del asesinato (que no ejecución) de Ernesto Guevara de la Serna, el ‘Che’, ‘El País’ publicaba bajo el título ‘Caudillo Guevara’ el editorial más zafio e impresentable de toda su historia. La figura del guerrillero no sólo aparecía como una justificación de las dictaduras militares en el subcontinente americano sino que además era equiparada al terrorismo etarra o yihadista. Ese fue el detonante para la redacción. Nada menos que 230 de los 250 redactores exigieron, con el Estatuto de la Redacción en la mano, su derecho a replicar a ese texto superficial y demagógico.

Alguien como Moreno, nacido en 1963, puede ignorar lo que pasaba en el mundo en los años 60 y 70 del siglo pasado, cuál era la dinámica y la dialéctica en una circunstancia histórica de permanente tensión entre una fatal dicotomía: la de un imperialismo opresor y sin escrúpulos, que prefería una dictadura a una democracia allí donde tal democracia podía serle desfavorable (véase Chile como paradigma), y un marxismo revolucionario que sólo creía en las armas como instrumento de liberación. Y lo creía por experiencia, desgraciadamente.

Sí, una persona de 43 años puede ignorar esa época histórica y juzgar ese tiempo y a sus personajes de modo superficial. Un periodista, no. Cualquiera que sea su edad, no. Y si es el director del diario de mayor difusión en España y uno de los más respetados en el mundo, muchísimo menos. Ese editorial es, desde cualquier punto de vista, una demostración casi insuperable de ligereza e incompetencia.

A nadie puede sorprender que el director de ‘Público’, competencia directa de ‘El País’ y con magníficas perspectivas de progreso visto lo visto, reprodujese en su blog el referido editorial y, con la única apostilla del título (“El Che, quién te ha visto y quién te ve”), lo contrastase con otro publicado hace diez años. La lectura sucesiva de ambos hace ocioso todo comentario. Como poco, se diría que ‘El País’ tiene al enemigo en casa.

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- Los dos editoriales reproducidos en el blog de Nacho Escolar.

Finalmente, parece que le mediación del consejero delegado, Juan Luis Cebrián, logró impedir el propósito de los redactores de publicar un ‘contraeditorial’ y todo se ha quedado en un nota escueta, comedida y aséptica, publicada en la edición de hoy, a la que el Consejo de Redacción rechaza hacer ningún comentario suplementario.

Este es el texto:

"La Redacción de EL PAÍS quiere mostrar su disconformidad con el editorial titulado Caudillo Guevara, publicado el pasado día 10 de octubre. Más de dos tercios de los redactores (250) consideran que el texto publicado no abordaba en su totalidad la figura de un personaje como el Che Guevara que, con sus luces y sus sombras, es lo suficientemente compleja para haberla tratado como si no hubiera una escala de grises.

El Estatuto de la Redacción contempla la posibilidad de discrepar de un editorial siempre que se logren reunir las firmas necesarias, que cifra en un mínimo de dos tercios de los redactores. En ejercicio de este mecanismo de transparencia y democracia interna, único en la prensa española, se ha habilitado este espacio para dejar testimonio de nuestra discrepancia".

Leer online http://laspiral.blogspot.com


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