05 julio, 2005

La 'picadura' de Piqué


Que en el seno del PP hay mar de fondo ya no lo duda nadie, en especial tras la derrota de Galicia, pese a la presencia intensiva de un hiperlocuaz e hiperactivo Rajoy en la campaña y de la marea de manifestaciones que el partido agitó febrilmente durante las fechas previas a la jornada electoral. El reciente debate sobre la libertad de voto en el seno del grupo parlamentario popular y la insumisión de Celia Villalobos no son meras anécdotas circunstanciales, sino el síntoma inequívoco de una inquietud que ha venido creciendo en el partido a medida que la dirección se afirmaba y persistía en una línea de oposición al Gobierno que muchos juzgan errónea y contraproducente.

Josep Piqué, cuya lealtad no debería ser puesta en duda -aunque se pone-, es uno de los contestadores más caracterizados del rumbo permanente de colisión que ha adoptado el partido tras su nunca digerida derrota del 14-M. Y no es extraño porque es Piqué uno de los que en mayor medida está constatando los efectos devastadores de la política que ha arbitrado el 'cuadrunvirato' integrado por Rajoy, Acebes, Zaplana y La Sombra que mueve los hijos y es, desde la FAES, el auténtico autor intelectual del estropicio.

He viajado a Cataluña en tres ocasiones, con estancias de varios días, desde julio de 2004 y he podido observar una creciente beligerancia contra el Partido Popular. El rechazo radical a lo que el PP representa no es patrimonio exclusivo de los nacionalistas o de la izquierda. Gente que ha votado tradicionalmente al partido a lo largo de los años disiente profundamente de la línea que éste ha adoptado respecto a Cataluña a partir de su gobierno en mayoría absoluta durante la era Aznar.

No es difícil concluir que el crecimiento de ERC y del PSC no es tanto consecuencia del descrédito de CiU, que también, sino de la negativa de Aznar a toda negociación e incluso al mero diálogo con el nacionalismo moderado desde el momento en que no precisó para nada de su apoyo parlamentario. La insistencia del PP, una vez perdido el gobierno, en una postura que desde Cataluña es vista como inquietante ultranacionalismo español amenaza con relegar al PP catalán a la irrelevancia política. El votante del PP en Cataluña no tiene nada que ver con el de Castilla y León, por poner un ejemplo, y que la dirección política parezca incapaz de considerar tales matices y actuar en consecuencia ha llevado a Piqué a poner el dedo en la llaga en el momento menos inoportuno, cuando su opinión no podía tener ninguna incidencia en el resultado de los comicios gallegos.

El líder del PP catalán ha señalado por sus nombres a Acebes y a Zaplana como personajes destinados a desaparecer del primer plano del partido por sus “conexiones con el pasado”. El hecho de que no incluya entre los ‘desaparecibles’ a Rajoy, cuya relación con ese pasado es tan obvia como su responsabilidad en el presente, sin duda obedece a motivaciones posibilistas. Piqué confía en el supuesto carácter centrista del actual presidente del PP y también cree que es el único capaz de dar el golpe de timón que él considera necesario. Todo, incluida la respuesta dada por Rajoy, inclina a pensar que el catalán se equivoca al excluirle. El gallego es rehén del resto del cuadrunvirato. Cada vez que ha lanzado mensajes destinados a revisar políticas y actitudes ha tenido que envainársela en apenas 24 horas. Es un presidente que no preside. Obedece.

Esa es la situación. Y no está nada fácil para quienes intenten cambiar la actual línea política del PP sin romperlo. El movimiento redireccionador debería actuar discretamente desde dentro y crecer con prudencia y sutileza hasta afirmarse. Marginar de toda decisión e influencia a La Sombra parece ahora mismo imposible. Al menos en teoría, lo dejó todo atado y bien atado para gobernar el partido sin aparecer y es previsible que, aún a riesgo de romper su propia obra, daría una dura batalla a los revisionistas de la política que él considera “la única posible”. La modestia y la generosidad son conceptos que no figuran en su diccionario.

N. B.: Para no reiterar consideraciones y argumentos acerca de la “larga travesía del desierto” que en su día auguré al PP, remito a quienes lean esto en línea -y tengan suficiente tiempo e interés- a Archivos. Concretamente a los artículos publicados en las siguientes
fechas: 2004: 18 de marzo, 4 de mayo, 4 de octubre y 10 de noviembre. 2005: 23 y 27 de enero, 1 y 7 de abril y 13, 15 y 18 de mayo.

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