Desde que, en la mañana del pasado día 11, conocí los pormenores de la acción terrorista contra los trenes de cercanías de Madrid tuve para mi que aquella bestialidad no era obra de ETA. Nada cuadraba con la forma de actuar de la banda terrorista y la desproporción que caracterizaba a los atentados, su sincronización maníaca, así como el tipo de víctimas elegidas, superaba con mucho la irracionalidad e inconsecuencia que cabe esperar de ella. Si ETA era la autora, aquello era su entierro definitivo.
Lo peor para poder fundamentar esta convicción interna, al menos durante buena parte de la jornada de autos, era que, según el vehemente ministro del Interior, la autoría de ETA era la única verosímil. Poco importaba que Otegui, secundado por Permach y Barrena (o sea, Batasuna; o sea -según Garzón-, ETA) hubiera rechazado contundentemente la acción terrorista y asegurado que ni siquiera como hipótesis se podía plantear que fuera obra de la organización terrorista vasca.
La insistencia de Acebes me desazonó profundamente. Y no porque para mi fuera un problema asumir un salto cualitativo suicida en los planteamientos tácticos de ETA. Quienes me conocen saben de mi profunda repugnancia hacia esa banda y que nada me alegraría más que su suicidio y la definitiva desaparición de su estrategia distorsionadora de la realidad política.
Lo que me preocupaba de la hipótesis ETA –que insisto en descartar- era lo que los atentados del jueves pasado tienen en común con el exceso de los “años de plomo” (70 y 80) en Italia. Concretamente, recordé la masacre de la estación de Bolonia. Allí, en la sala de espera de segunda clase, el 2 de agosto de 1980, un explosivo aparentemente colocado por un oscuro grupo neofascista, los Núcleos Armados Revolucionarios (NAR), causó 85 muertos y 200 heridos. Dos personas fueron juzgadas y condenadas por ese y otros hechos y, aunque admitieron ser autores de diversas acciones armadas, ambos negaron su participación en el bestial atentado, que a estas alturas sigue siendo un misterio.
Tampoco fueron nunca aclarados los cómos y porqués del secuestro y asesinato de Aldo Moro, líder democristiano partidario de suscribir un pacto de Gobierno con el PCI, uniendo de este modo las dos principales fuerzas políticas italianas de la época para superar la crisis permanente de su sistema político, en el que los gobiernos se formaban y se rompían en cuestión de días en medio de una grave crisis económica.
En aquellos tiempos se sospechaba, pero ahora se sabe, que tanto las tramas terroristas negras como las rojas estaban infiltradas y eran manipuladas por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, en connivencia con los italianos, y que el objetivo, en primera instancia, era impedir el acceso al gobierno de los comunistas, que en 1976 habían alcanzado nada menos que un 35 por 100 de los votos. También se supo más tarde de la red Gladio, de la logia Propaganda 2, de las conexiones entre mafia-partidos-Vaticano... Y así se ha llegado a Berlusconia.
Como nadie ignora, los rumores acerca de la infiltración de ETA han venido proliferando en los últimos tiempos, en la misma medida que lo han hecho sus aparentes muestras de ineficacia e incompetencia. Se cree incluso que la regeneración de los cuadros de la banda que se habría realizado durante la tregua estaba motivada -como la tregua misma- por las sospechas que la organización tenía de estar seriamente infiltrada. Y probablemente incurrieron en un error aún más grande al renovar sus comandos y su supuesta gente de confianza con elementos provenientes de la “kale borroka”, que en su propio carácter irregular, espontaneista y semifestivo constituía una ocasión “de libro” para penetrarla.
Si ETA fuera la autora de la masacre de Madrid podría resultar verosímil no sólo que está infiltrada, sino que lo está hasta el nivel de su dirección y que algún poder oscuro trata de instrumentalizarla para evitar que España sea gobernada por una amalgama de izquierda y nacionalistas, con inclusión de los “comunistas” de IU (que no todos los son, como saben incluso Aznar y Rajoy, aunque gusten de decir lo contrario) con la consecuencia, a nivel internacional, de la ruptura del “lazo amoroso” con Estados Unidos que ha tejido nuestro, hasta mañana, “gran timonel”.
Pero es el caso que la estrategia de la tensión hace tiempo que concluyó, incluso en Italia; la amenaza comunista se ha esfumado y un Gobierno español resultante de la alianza entre la izquierda y los nacionalistas no supone riesgo alguno para ningún sagrado interés político, económico o estratégico porque si lo supusiera se rompería sin tardar mucho. Por lo tanto, la hipótesis de que ETA esté siendo instrumentalizada o la de que haya cambiado radicalmente de táctica con desconocimiento de su brazo político (Batasuna) me parece totalmente descabellada. Tanto o más absurda que la que cierto “prestigioso analista” ha difundido desde “Il corriere della sera” acerca de la colaboración entre ETA y Al Qaeda, originada supuestamente a partir de la excursión revolucionaria que 80 (¡) brigadistas etarras habrían realizado al Irak invadido, donde habrían participado en el asesinato de los agentes del CNI. ¿Analista o novelista?
¿Por qué, sin embargo, es verosímil que los atentados sean obra del fundamentalismo islámico?
- Porque España ha sido directa y especialmente amenazada a causa de la protagonística participación que Aznar tuvo en la decisión de invadir Irak.
- Porque ya sufrió un significativo ataque el año pasado en Casablanca, donde la Casa de España sufrió el más virulento de los atentados simultáneos realizados en la ciudad marroquí, que causaron 45 muertos, cuatro de ellos españoles.
- Porque la forma coordinada y sincronizada de los atentados es un sello distintivo de las operaciones del conglomerado Al Qaeda. Así actuó en Nueva York, en Arabia Saudí, en Turquía, en Casablanca y en... Madrid.
- Porque un grupo islámico ha asumido la autoría y ETA la ha rechazado, pese a las interesadas reticencias que se quieran poner a ambos hechos.
- Porque el explosivo utilizado (goma dos) fue abandonado hace una década por ETA y la preparación de las bombas no tiene ninguna similitud con lo usual en la banda.
- Porque la indiferencia del terrorismo islámico al carácter de las víctimas o a los posibles daños colaterales de sus acciones es legendaria.
- Porque ya ha sido documentado que Al Qaeda considera España como una base bastante segura, en la que Mohamed Atta realizó importantes contactos inmediatamente previos al secuestro de los cuatro aviones de pasajeros que protagonizaron la aciaga jornada del 11-S.
Ante todo esto, ¿por qué el Gobierno sigue dando prioridad a la hipótesis ETA? Todos lo sabemos. Se trata de llegar a la jornada electoral con la teoría que favorece sus intereses electorales. La otra, en cambio, los perjudicaría seriamente porque para todos está claro que no seríamos objetivo del terrorismo islámico si el Gobierno del PP no hubiera tomado injustificables decisiones unilaterales, basadas además en mentiras, con desprecio del Parlamento y de la ciudadanía.
Esta es su última indecencia. Esperemos que lo sea. Debería serlo.
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