11 noviembre, 2007

Iberoamérica ya no es lo que era


Respecto al fondo de lo tratado y sucedido en la XVII Cumbre Iberoamericana, celebrada en Santiago de Chile, nos quedaríamos, una vez más, en la superficie si nos limitásemos a la glosa regocijada del contundente “¿Por qué no te callas?” espetado por el rey de España al presidente venezolano. No obstante, antes de entrar en materia, hay que subrayar que don Juan Carlos, con el apoyo incondicional del Gobierno, está sumergido en una enérgica campaña de imagen destinada a subrayar su papel como valedor de la unidad nacional y privilegiado representante del Estado a nivel internacional.

A este respecto cabe preguntarse si sus actuaciones destinadas a ese fin son las más adecuadas; si es el Rey el más indicado para hacer su propia defensa (1-10-2007); si fue imprescindible y prudente la reciente “histórica” visita a Ceuta y Melilla, que Marruecos interpreta como una provocación gratuita, o si increpar al presidente venezolano, tuteándole en un marco lingüístico en el que el ‘usted’ es de rigor, tiene en Iberoamérica el mismo efecto divertido que en España o si, por el contrario, refuerza la visión de España como una potencia imperialista que desde hace años se ha impuesto por aquellos pagos.

Desde que en 1991 se iniciaron en Guadalajara (México) las cumbres que se vienen realizando con periodicidad anual, el marco iberoamericano ha cambiado tanto que ya no lo reconoce ni su madre (en este caso la ‘Madre Patria’). La confrontación abierta con el intervencionismo estadounidense, la despolitización de las fuerzas armadas y el aumento de los gobiernos de izquierda o de progreso en diversos países conforman una variable de importancia extraordinaria y exigen un reenfoque de la política exterior española, un distanciamiento del paternalismo vacuo e incluso cínico que se ha venido practicando desde los tiempos de Felipe González y que llegó a su cénit con las descaradas injerencias de Aznar.

Que Chávez llame ‘fascista’ a Aznar no tiene nada de sorprendente. Se lo llama mucha gente dentro y fuera de España y el presidente venezolano tiene muchas razones personales para guardarle rencor, en la medida en que le atribuye complicidad directa con el golpe de estado de abril de 2002, encabezado por el presidente de la patronal venezolana y que mantuvo al presidente legítimo de Venezuela alejado del poder durante largas y azarosas horas, hasta que los golpistas, ante la respuesta popular, llegaron a la convicción de que se arriesgaban a una guerra civil y renunciaron a su propósito.

Cuando el rey intervino ayer fue, en alguna medida, supliendo la insuficiencia de la presidenta chilena como moderadora y expresando el sentir de muchos de los asistentes. Chávez interrumpía sistemáticamente a Zapatero cuando éste le reprobaba sus alusiones a Aznar (*). Fue Zapatero y no el rey quien defendió expresamente a Aznar en tanto que presidente democráticamente elegido por los españoles. Lamentablemente, ni Aznar ni la actuación de Chávez en este caso tienen buena defensa. Tampoco, pese a todo, la intervención real fue oportuna.

Singularmente, don Juan Carlos vuelve a convertirse en protagonista cuando, ante las alusiones del presidente nicaragüense Daniel Ortega al conflictivo papel de la eléctrica española Unión Fenosa y a la actuación de la embajada española en las elecciones en Nicaragua, abandona la reunión. Sólo una imperiosa urgencia biológica justificaría ese gesto. A no ser que haya necesidad imperiosa de eludir entrar en un debate al que el rey no es ajeno.

En la nueva coyuntura iberoamericana, como decíamos, España debe reenfocar su papel paternalista. Las multinacionales españolas no constituyen precisamente una buena publicidad para la política exterior española en la zona. La práctica del capitalismo salvaje en países que afrontan graves dificultades no facilita que las políticas oficiales de cooperación, por mucha que sea su generosidad (y no lo es), sean vistas como una ayuda valiosa o una compensación suficiente.

Esta ha sido, en cierta medida, un Cumbre Iberoamericana de ruptura. Los países que podríamos denominar como ‘no alineados’ (Venezuela, Bolivia y Nicaragua especialmente) han marcado distancias respecto a los que intentan conciliar sus políticas con las estrategias económicas neoliberales que prevalecen en la globalización (con Argentina, Brasil y Chile, en vanguardia). No es probable que se rompa el diálogo porque es conveniente y fructífero para todos. A España le corresponde ahora redefinir cuidadosamente su papel en una situación en la que empieza a ser vista como antes se veía, en un papel similar, a Estados Unidos.

(*) Merece la pena subrayar la ‘interpretación’ del PP en este contexto. Mientras Aznar ha expresado su agradecimiento al Rey y –excepcionalmente- a Zapatero por una defensa que él seguramente no habría hecho en circunstancias similares, el PP alaba al Rey y califica (ayer) de ‘pusilánime’ la actitud del Gobierno y atribuye (hoy) los hechos a las ‘amistades peligrosas’ de Zapatero. Menos mal que el timón del Estado no depende de la capacidad de análisis objetivo del Partido Popular porque si no el barco de España estaría a estas alturas en el fondo de la fosa de las Marianas.

Leer online http://laspiral.blogspot.com

No hay comentarios: