Cuando todavía no ha comenzado el curso político ya se ha abierto la precampaña de las generales de 2008. No para el PP, por supuesto; no para Rajoy, que está permanentemente en campaña o precampaña a lo largo de toda la legislatura. Pero curiosamente, cuando el líder conservador se había tomado unos días de pausa en su sistemático y reiterativo discurso fue Zapatero, el pasado día 14 en Jerez, quien dio el banderazo de salida con un mitin mitinero en el que advirtió a los ‘populares’ que se fueran preparando para el 2012 y aseguró que le iba a hacer “más ilusión ganar la segunda vez que la primera”. Sobrado él.
Días mas tarde, el domingo pasado, Rajoy consideró conveniente echar su cuarto a espadas y aseguró que su partido obtendría mejores resultados que cuando, en 1996, ganó sus primeras elecciones. ¿Y Rato, qué va a pasar con Rato? Esa es la pregunta del millón de dólares a la que el deteriorado líder del PP tiene que enfrentarse desde que el ex vicepresidente del Gobierno anunció su renuncia a la presidencia del FMI y su retorno a España por razones familiares.
Parece ser que Rajoy -a juzgar por sus respuestas- sabe tanto de los propósitos de Rato como cualquier otro español que lea los periódicos. Y lo que es evidente es que la pregunta no le hace la menor gracia. Lógico, porque inevitablemente la interpreta como una interpelación tal que “¿por qué no renuncia usted, cuyo índice de popularidad roza el punto de congelación de toda esperanza, y deja que Rato se ponga al frente cuando todavía hay tiempo?”
Van dados quienes alienten tales esperanzas. Si como muestra sirve un botón, considérese el modo alevoso en que el prognato Acebes se ha ‘cepillado’ al sufrido e incordiante Piqué, que en su momento había tenido la osadía de pedir su defenestración y la de Zaplana en tanto que rastros y reliquias de la mala vida pasada.
Pero hay otro botón de muestra más reciente y no menos elocuente acerca de los vientos que surcan el núcleo duro del PP. El mismo día que Rajoy salía a la palestra para relatar su sueño de ganar las elecciones, Ruiz-Gallardón lograba provocar un nuevo sarpullido alérgico entre sus compañeros y sin embargo enemigos reiterando su aspiración a ser diputado. Como hubiera dicho su jefe y padre espiritual, Acebes y Zaplana saltaron y soltaron aquel inolvidable “ahora no toca” que, junto al “cero patatero”, hicieron famoso al patrón de la FAES.
Por su parte, Esperanza Aguirre, coriacea e implacable rival personal del alcalde de Madrid, creyó oportuno matizar agudamente que en el Congreso están representados los ciudadanos, no las ciudades. Buena oportunidad para que Rajoy hubiera vuelto a mascullar aquello de ‘¡vaya tropa!’.
Pero Rajoy anda aparentemente muy absorto en sus ensoñaciones ‘sarkozystas’. Su afirmación de que un futuro gobierno del PP incluiría a gente nacionalista y de izquierda es elocuente e impagable en este sentido. Este hombre es un humorista.
El problema es que la política española no es ‘Paramount Comedy’. No todavía.
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1 comentario:
¡Prognato acebes! Ja, ja... muy buena descripción... La verdad es que Rajoy pasa de dar asco a dar pena :-( Salud camarada :-)
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