30 julio, 2007

El cine y la vida en Bergman



A los 89 años recién cumplidos ha muerto el cineasta sueco Ingmar Bergman (14/7/1918) en la isla de Faarö, a la que se había retirado hace años. Con él desaparece el director de cine que en mayor grado y con mayor rigor intelectual y artístico ha utilizado el séptimo arte como instrumento de exploración de la condición humana y de formulación de todas las cuestiones esenciales que nos inquietan y angustian.

La poderosa influencia del teatro de Ibsen y Strindberg constituye el punto de arranque de una vocación que, sin dejar de tener como referente primario el teatro, alcanzó en el cine sus cimas más altas. Excelente director de actores (y en especial de actrices), Bergman ha hecho un abultado puñado de buenas películas que son inconfundiblemente suyas. Tal vez sólo Fellini, alguien que desde latitudes y vivencias mediterráneas se le parece, ha llevado tan lejos y tan alto el cine de autor.

La muerte de Bergman me sorprende con un reto incumplido. Hace meses me planteé revisar y cubrir las lagunas que tengo de su cine y del de Truffaut. La tarea fue fácil con el autor de “Los cuatrocientos golpes”, no así con el director sueco. Ni siquiera durante mis vacaciones, que ya terminan, he tenido la disposición de ánimo precisa para acercarme a sus perturbadoras historias. El suyo no es un cine de evasión. No hay concesiones a lo espectacular ni a lo amable. Sus filmes son interrogantes que nos interrogan, que nos llevan a preguntarnos precisamente por todo aquello que esta sociedad hedonista y autocomplaciente se esfuerza en eludir.

En mi lista de revisiones están Persona, Como en un espejo, De la vida de las marionetas, El huevo de la serpiente, El séptimo sello, El silencio, Gritos y susurros, Secretos de un matrimonio, Fresas salvajes, Pasión, Sonrisas de una noche de verano, Una lección de amor y Un verano con Mónica. Tal vez ha llegado el momento de afrontarlas como homenaje a quien se convirtió en una de las referencias ineludibles de la cinematografía mundial circulando por el camino más difícil.

En el vídeo, con música de Vangelis, algunas escenas de Persona, una angustiosa interpelación sobre la identidad.

3 comentarios:

MAX Y LULA dijo...

Una buena combinación Bergman y Vangelis :-)

José Ramón San Juan dijo...

Aparentemente, el montaje y la decisión de poner la música de Vangelis se deben a quien subió el video a Youtube, un estudiante de cine de 22 años, devoto de Rohmer (y aparentemente también de Bergman) sobre el que hay más información aquí: http://danipuntocom.linkara.com.
Gracias por el comentario. Ya veo que tu galería de rarezas humanas sigue avanzando. Por cierto, el post sobre el inquietante Skinner me ha llevado a pensar en Wilhelm Reich. No sé si sabes algo de él, pero yo lo veo como un candiato claro a tu 'galería'.

Anónimo dijo...

Anotado queda :-) Un abrazo.