06 septiembre, 2012

Prestidigitación en el BCE


Los mercados bursátiles de todo el mundo han acogido con euforia y subidas en las cotizaciones el anuncio del presidente del BCE, Mario Draghi, de que dicha entidad procederá a la compra "ilimitada" de deuda de España e Italia a cambio de que ambos países pidan formalmente el rescate y asuman una "condicionalidad estricta". También la prima de riesgo ha bajado hasta un nivel relativamente 'confortable' tras la noticia.

Independientemente de que nadie debería sacar conclusiones alegres y precipitadas teniendo como única referencia la reacción en unos mercados regidos por el síndrome bipolar y la volatilidad, desde el punto de vista de España quedan muchos cabos por atar y muchos datos por conocer. La "condicionalidad estricta " a la que ha aludido Draghi hace sospechar y temer que las duras y dolorosas medidas ya adoptadas por España no se juzgan suficientes, pese a los elogios generalizados que han reciibido. Y ese es un extremo que es preciso dilucidar antes de reclamar el rescate. Este país - o mejor dicho, sus ciudadanos - difícilmente puede asumir más castigo.

El círculo vicioso creado por la prioridad de pagar la deuda, reduciendo para ello los salarios, aumentando todo tipo de impuestos y cercenando prestaciones sociales de importancia primordial, no puede ni debe ser ensanchado. No se puede seguir destruyendo empleo ni restringir más el acceso a los bienes de consumo sin acentuar gravemente la recesión y crispar el clima social hasta el nivel de la exasperación. ¿Está capacitada para comprender eso una Alemania que recientemente tuvo la ocurrencia de plantear a Grecia la implantación de las seis jornadas laborales conpletas a la semana?

Pese a la carencia de detalles cruciales, que previsiblemente se prolongará durante algún tiempo, entre lo que se sabe con certeza acerca de la compra de deuda por parte del BCE hay un aspecto muy significativo y clarificador acerca de la 'filosofía' que inspira su decisión, supuestamente generosa y solidaria: el Banco Central Europeo no comprará la deuda directamente a los países emisores (mercado primario), sino al llamado 'mercado secundario', formado por quienes ya han comprado deuda soberana, en su inmensa mayoría entidades financieras.

Por supuesto, entre esas entidades predominan las de nacionalidad alemana y francesa, que detentan gran parte de la deuda soberana de España. ¿Es esta la ayuda que precisan Italia y España? Obviamente no. Lo que necesitan es que el BCE acuda al mercado primario y compre directamente la deuda, forzando así una bajada sensible de los intereses y una estabilización razonable de la prima de riesgo. La decisión adoptada no dejará de tener una repercusión positiva, pero existe un riesgo claro de que ésta sea limitada y temporal. Quienes han estado especulando con la deuda española van a recibir su premio tras la decisión de Frankfurt y eso puede ejercer un efecto balsámico y tranquilizador en los mercados, pero nada garantiza que, sin tardar mucho, ellos vuelvan a las andadas y España, a estar en apuros.

En ese caso descubriremos - tarde, como siempre - que la operación de compra de deuda del BCE no tiene otro objetivo fundamental que el de trasvasar a la entidad europea los activos de dudoso cobro que actualmente están en manos de empresas financieras privadas. El beneficio que España recibe es meramente colateral y frágil; el que obtendrán los países que tienen vara alta en el Consejo del BCE es directo y sustancial.

Pura prestidigitación. ¿Es en pago a esta broma por lo que pueden endurecerse aún más las condiciones de vida de los españoles?

Pie de foto: Mario Draghi, el 'mago'.

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