El Código de buenas prácticas para la banca 
ante la tragedia de los desahucios tiene todas las trazas de ser un 
brindis al sol, destinado quizás a cimentar la anunciada victoria del PP
 en las elecciones de Andalucía. La emisión de tal normativa supone que
 hay malas prácticas, prácticas injustas y lesivas. Entonces, ¿por qué 
no han empezado ya a cortarlas? ¿por qué es
 de carácter voluntario su cumplimiento?  ¿No es absurdo? 
En cualquier 
caso, la AEB (Asociación Española de Banca) ha echado sin tardanza su 
cuarto a espadas: "Las entidades bancarias están teniendo que asumir 
funciones contra la exclusión social que corresponden a las 
Administraciones Públicas", han dicho. Y aunque aseguran tener "la mejor
 disposición" subrayan que "una política eficaz para combatir la 
exclusión social debe basarse, sobre todo, en atacar sus causas y no 
solo en paliar sus efectos". 
Ahí lo han clavado, pero el dardo es de ida
 y vuelta. La situación actual no sería tan grave sin la decisiva 
participación de la banca en la creación e hipertrofia de la 'burbuja 
inmobiliaria', que ha llevado a la economía española al desastre. Sólo 
por esa simple razón el Código de buenas prácticas debería ser de 
obligado cumplimiento. La argumentación bancaria no puede ser más 
cínica.
 
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