El presidente de la Generalitat valenciana se ha especializado en una táctica de diversión que, de hecho, constituye una falta absoluta de respeto. Cuando se le pregunta por el 'caso Gürtel' se sale invariablemente por peteneras.
'El País' reproducía hace unos días un increíble diálogo que se produjo con ocasión de la declaración del político ante el juez Flors. Quiso el juez desentrañar el significado de una frase que 'el Bigotes' pronuncia en una conversación telefónica intervenida ("pues fíjate, fíjate si te debo...") y le preguntó:
- ¿Qué le debe a usted el señor Pérez?
- Todos los valencianos me deben mucho porque he sacado adelante la Comunidad Valenciana. Los valencianos me gritan "presidente, presidente" cuando me ven por la calle.
- No, señor Camps, lo que le pregunto es ¿qué le debe el señor Pérez?
- Todos reconocen mi empuje como presidente.
Es como aquello de "¿Dónde vas?" "Manzanas traigo". Una cosa que suena a Tip y Coll y que roza el desacato.
Camps ha decidido instalarse en el absurdo, hasta tal punto que a veces parece capaz de realizar insólitas incursiones en la locura, como cuando hoy se despachó contra el portavoz del PSOE en la Cámara valenciana en estos términos: "A usted le encantaría coger una camioneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta". Calvo Sotelo dixit.
Que nadie se engañe. Camps no está loco. Simplemente pierde los papeles por pura arrogancia herida, con desgarro chulesco y cínico.
Camps y su mano derecha, Costa, han situado en un listón muy alto la versión más chulesca de la derecha española. Se creen tan listos, tan guapos e impunes que se consideran capaces de lograr conciliar sus malos hábitos con la exigencia de respetabilidad pública, convencidos de que están rodeados de idiotas, lo cual, en cierta medida, a la vista de los hechos, quizás no esté muy lejos de la verdad.
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