Rajoy se fue el día de San Valentín a Barcelona para declarar su amor a Piqué y recolectar firmas contra el Estatut. Todo trascurría felizmente hasta la hora de la comida. El presidente del PP y su séquito se trasladaron al Círculo Ecuestre, que es bastante más que un club de aficionados a la hípica, pues allí se dan cita los que van 'a caballo' en la sociedad catalana, la ´crème de la crème’, el cogollo ‘high class’ del conservadurismo. Teóricamente, territorio amigo. Pero el menú que el presidente del Círculo les tenía preparado era un descomunal y ominoso sapo. Como cualquier carpintero podrá confirmar, no hay peor cuña que la de la misma madera.
"Aunque a su partido le puede reportar votos, ¿podemos vivir los dos años que quedan de legislatura en este estado constante de crispación?” Esa es la crucial pregunta que, a cara de perro, le planteó el anfitrión, Manuel Carreras Fisas, a su sorprendido huésped. En sintonía con Piqué, Carreras (y se supone que aquellos a quienes preside) considera que el texto, maldito para la dirección del PP, tiene aspectos "perfectamente asumibles". Y taza y media de caldo por si te atragantas: "No nos gusta ver a tu partido en posiciones extremas. Todos los extremos hacen daño". Y de postre...: "estamos sufriendo la fractura entre Cataluña y el resto de España".
Superando su perplejidad, el “asqueroso” (Artur Mas dixit) invitado admitió que el PP puede haber cometido algún error, pero que “todos los partidos tenemos parte de responsabilidad en la crispación". Eludió, por supuesto, cualquier disquisición acerca de quién empezó y quién tiene la culpa de la mayor parte de la crispación, pero prometió “cuidar las formas” sin renunciar a la crítica de fondo en lo que respecta al Estatuto catalán. Me temo que sus cuestionadores no quedaron muy convencidos, conscientes de que Rajoy es especialista en cambiar digo por Diego en menos de 24 horas. Fiabilidad, que se dice.
Ignoro si Rajoy durmió tranquilo anoche (es muy capaz), pero si el menú de la comida en el Círculo Ecuestre fue sapo, el de la comida de hoy ha sido más de lo mismo por partida triple:
1) El Colegio de Economistas de Cataluña ha suscrito la crítica del Círculo Ecuestre porque "para la economía, lo que interesa es la tranquilidad, la estabilidad”.
2) La patronal Pimec es del mismo parecer y se duele de la campaña de publicidad radiofónica que el PP está haciendo en Andalucía. Señala que allí se ha incrementado el número de autopistas y que éstas carecen de peaje, privilegio raro en Cataluña.
3) El portavoz del PP en Lloret de Mar, Joaquim Teixidor, ha pedido la dimisión de Acebes y Zaplana (o sea, el plan Piqué) por “hacer el ridículo” ayer en Barcelona recogiendo firmas contra el Estatut. Su expulsión fulminante ya ha sido anunciada. Cómo no.
Se me dirá que una golondrina no hace verano, pero esta limitada ‘rebelión a bordo’ nacida en Cataluña tiene todas las trazas de que podría amplificarse sin tardar mucho. Hay mar de fondo en los medios financieros, ante la gratuita agitación generada por el PP (y no sólo en relación con el Estatut), e inquietud en las filas del partido ante las dudosas perspectivas de réditos electorales que se deducen de la implacable ‘línea Aznar’, que el triunvirato integrado por Rajoy, Acebes y Zaplana sigue como un solo hombre.
Empieza a cundir el temor a que la ‘nave ebria’ del PP pueda correr la misma suerte que aquel viejo petrolero de triste memoria y desvencijadas cuadernas cuyo paradójico nombre era ‘Prestige’ (prestigio). Antes ‘Bounty’ (recompensa) que ‘Prestige’ empiezan a pensar muchos.
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