La decisión de la Corte Internacional de Justicia por la que se establece que la declaración de independencia de Kosovo "no violó el derecho internacional" significa un hito histórico en la larga trayectoria de sumisión de Europa a los intereses y dictados de Estados Unidos. Ciertamente no puede violar el derecho internacional un hecho que carece de precedentes en el referido derecho y también en la historia mundial. Eso no significa, sin embargo, que la decisión -adoptada en su día en exclusiva por EE UU, con el previsible apoyo de Alemania- sea legal. Y mucho menos justa.
Seguramente no cabía esperar otra cosa, dados los antecedentes del caso, en el que la actuación parcial y brutal de la OTAN no motivó en su momento crítica alguna en la mayor parte de la comunidad internacional. Ahora, el fallo de la CIJ, que aplaude la arbitrariedad y el abuso, supone el clavo en el ataúd que culmina la humillante dependencia europea de la estrategia de Estados Unidos.
Dado que este tema ya fue extensamente tratado en "La Espiral" el 17 de febrero de 2008 bajo el título "La independencia de Kosovo, o la no independencia de la UE", sirvan estas líneas como introducción a éste, en el que se pone de manifiesto en toda su extensión la magnitud de este escándalo internacional.
El Parlamento kosovar estará a punto de declarar la independencia total del pequeño país cuando estas líneas vean la luz. Será una gran ocasión para el desbordamiento de la alegría de los albano-kosovares, un motivo de íntima satisfacción para los políticos de Washington, la hora del llanto para los serbios de Kosovo y de la ira para los serbios de Serbia. Para todos los demás, España especialmente incluida, es la ocasión idónea para preguntarse a dónde va esta Europa, fracasada en la empresa de darse una Constitución e incapaz de definir una política común. A dónde va de la mano de Estados Unidos, cuyo juego en este continente ha sido siempre dividir para imperar.
El colapso de la Unión Soviética y la consecuente liberación de los países europeos que cayeron bajo su influencia tras la segunda guerra mundial nunca ha sido visto desde Washington como una oportunidad para alentar a la Unión Europea y fortalecerla, sino para extender su propia influencia hasta las fronteras con Rusia (que sigue tácitamente declarada como país enemigo por obvias razones de interés estratégico particular) y utilizar a los países de la 'Nueva Europa' como contrapeso a lo que Rumsfeld llamó la "vieja Europa", integrada por países menos frágiles, más celosos de su independencia y con una tradición democrática que dificulta, aunque no impide, el entreguismo.
La voladura controlada de Yugoslavia ya constituyó en su día un indicio más que ferviente de lo que luego se ha hecho práctica común. Yerra quien le atribuya la más mínima espontaneidad a la declaración de independencia de Eslovenia (el territorio más alejado de Serbia) que fue el detonante de la escisión y de una de las guerras más crueles, un conflicto que todos creíamos imposible en este continente. Estados Unidos estaba detrás de aquella 'liberación', aunque púdicamente dejó (si no sugirió) que la Alemania de Kohl fuese el primer país en reconocer la independencia eslovena. La provincia serbia de Kosovo, con una mayoría de albanoparlantes musulmanes que ya habían planteado dificultades en vida de Tito, fue pronto vista por Estados Unidos como el lugar adecuado para plantar sus reales en los Balcanes, un sueño estratégico largamente acariciado, fallido en la segunda guerra mundial e imposibilitado luego por la neutralidad equidistante de Tito.
La política de intoxicación acerca de la brutalidad serbia en Kosovo, con paralela y deliberada ocultación de la violencia y la 'limpieza étnica' ejercida por el UCK contra los no albanoparlantes (serbios, gitanos y turcos, fundamentalmente), facilitó bombardeos arbitrarios y excesivos de la OTAN en supuesta defensa de la integridad de los kosovares y propició que los guerrilleros (otros les llaman terroristas) se convirtieran en el principal referente político para los albanokosovares. Hoy, su líder, Hashem Thaci, primer ministro, héroe de la independencia para unos y criminal de guerra para otros, es el gran protagonista de la declaración de independencia.
Hashem Thaci tiene pendiente una orden de arresto de la Interpol -si aún no ha sido anulada- y es que no sólo se le atribuyen crímenes de guerra sino también el asesinato de rivales políticos kosovares entre los que destaca el de Ahmet Krasnici, calificado en su momento como "ministro de Defensa de la República de Kosovo", y líder de las FARK, organización paramilitar próxima a Ibrahim Rugova, reconocido hasta su muerte en enero de 2006 como presidente 'de facto' de Kosovo. Tanto Thaci como su grupo guerrillero, tristemente célebre por sus actividades propias del gangsterismo o la mafia, son universalmente reconocidos como una obra de los servicios de inteligencia estadounidenses.
Nadie mejor que los independentistas albano-kosovares sabe hasta qué punto deben su 'imposible' secesión a los designios estadounidenses. Probablemente no existe ni ha existido nunca un país tan pro-USA en el mundo como lo es en estos momentos Kosovo, donde las manifestaciones son salpicadas por pancartas que dan las gracias a Washington y que, en el colmo del absurdo, celebra el Día de Acción de Gracias como propio (ver foto).
En Kosovo tiene Estados Unidos -no casualmente- una de sus mayores bases en todo el mundo. Camp Bondsteel, cuartel general de la KFOR, tiene 380.000 metros cuadrados, un perímetro de 10,5 kilómetros y 250 barracones. En Noviembre de 2005, el español Alvaro Gil-Robles, comisario de la UE para los Derechos Humanos giró una visita al campamento, que calificó como "una versión de Guantánamo más pequeña". No se sabe cuales son las actividades actuales en Camp Bondsteel, pero hay constancia de que en el pasado sirvió para alojar a sospechosos detenidos no sólo en Kosovo, sino también en Turquía, Irak y Afganistán.
Respecto a la posición de la UE en el vidrioso tema de la independencia de Kosovo, merece la pena considerar el contenido de un acuerdo tejido durante las pasadas navidades, que, pese a su difusión minoritaria -o precisamente a causa de ella-, es especialmente digno de tener en cuenta. Durante una reunión mantenida en Washington entre el Departamento de Estado y el ministerio de Exteriores de Eslovenia, Estados Unidos puso los puntos sobre las íes respecto a Kosovo al primer país de la 'Nueva Europa' que ocupa la presidencia de la UE, país que (¿casualmente?) fue el primero en abandonar la federación yugoslava, como ya hemos recordado.
He aquí algunas de las "sugerencias" formuladas por el 'imperio' a su consulado esloveno en vísperas de que éste ocupase la presidencia de la UE:
- La reunión del Parlamento kosovar que apruebe la declaración de independencia debe celebrarse en domingo, lo que impedirá a Rusia pedir de inmediato una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Tendrá que esperar al lunes.
- Las quejas y propuestas de Rusia y Serbia deberán ser ignoradas por la Unión Europea, para lo cual es de crucial importancia el apoyo de la presidencia eslovena a esa inhibición, en la medida en que se sabe que hay países de la UE reticentes a esa declaración unilateral de independencia.
- Estados Unidos juzga de importanca capital convencer al mayor número posible de países del mundo de lal conveniencia de reconocer a Kosovo y para ello ha realizado un despliegue diplomático intensivo, consiguiendo el apoyo de algunos estados tibios. No habrá declaraciones públicas estadounidenses sobre el estatus futuro de Kosovo, cuya Constitución está "ayudando" a redactar, pero estará entre los primeros países en reconocer a la pequeña república.
Dentro del contexto descrito, ¿en qué lugar queda la independencia de la UE? ¿Dónde su autonomía estratégica?
Es muy simple responder: en ninguna parte. No existe. Y la independencia de Kosovo, ordenada por Estados Unidos en su propio beneficio, es un nuevo clavo en el ataúd de un sueño que nunca ha encontrado hombres a su medida.
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