La propuesta del ayuntamiento de Vic para negar (ilegalmente) el derecho de los inmigrantes ilegales a ser empadronados nos ha deparado una nueva oportunidad de asistir a la indecencia oportunista del PP en su propósito de "cazar" votos. Aunque, como de costumbre, Rajoy intentó navegar en la cuestión con las ambigüedades tendenciosas que le caracterizan, algunos líderes y liderillos de su partido creyeron llegado el momento de asomar la oreja de sus autenticas pulsiones y creencias.
El "no cabemos todos" de Alicia Sánchez Camacho, presidenta del PP catalán, podría ser el eslogan de algún grupúsculo de la más rancia ultraderecha filonazi, pero ha sido emitido por una alta representante de un partido sedicente democrático, teóricamente respetuoso de los derechos humanos y de las libertades individuales y aspirante a gobernar a (y para) todos los ciudadanos.
A posteriori Rajoy intentó matizar sus argumentos de un modo torpe y contradictorio, sugiriendo que los inmigrantes deberían conformarse con el derecho a la sanidad y la educación, que no dependerían de que estén empadronados. Es torpe porque lo que se proponían quienes intentaban negar el derecho al empadronamiento es evitar que los ilegales puedan demostrar su arraigo -cosa que seguirían pudiendo hacer con su 'solución'- y contradictorio hasta el absurdo porque el derecho y el deber de empadronamiento fue establecido por el Ministerio de Administraciones Públicas en 1997, cuando lo dirigía el propio Rajoy. ¡Qué cabeza la de este hombre!
Vic ha tenido que envainarse su propósito y -retrospectivamente- Torrejón deberá hacer lo mismo, le guste o no a Esperanza Aguirre. La decisión del ayuntamiento madrileño había pasado desapercibida en su día, lo que no deja de ser chusco. Aparentemente, cuando las decisiones incorrectas se toman en Cataluña el eco mediático está más garantizado que en cualquier otro lugar.
El resto de los partidos dejaron claro el pasado jueves, en la reunión de la Diputación Permanente del Congreso, lo que piensan del oportunismo desgarrado del PP, haciendo descarrilar su propósito de pedir cuentas al Gobierno sobre la política de inmigración, que "ante los últimos acontecimientos", pretenden que sea reformada. Paradójicamente, el PP no planteó las objeciones que ahora formula el año pasado, durante el proceso de reforma de la Ley de Extranjería.
En definitiva, el Partido Popular ha quedado de nuevo con el culo al aire a causa de su ansiedad por recolectar votos por cualquier medio, incluso haciendo el juego a la extrema derecha y contradiciéndose flagrantemente. Cabe preguntarse qué le falta más, si escrúpulos, memoria o coherencia. Lo que está claro es que carecen -por lo menos- de esas tres cosas.
Foto: Alicia Sánchez Camacho
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