12 mayo, 2006

El juez, el histrión, el circo...


"Miguel Hidalgo
, el juez que condenó a penas de entre tres y cinco años de prisión a tres policías por el caso Bono, perteneció a la Brigada Político Social (BPS) de la Policía en los últimos años del franquismo, es decir formó parte del aparato de represión de rojos, masones y separatistas montado por el dictador. Según ha podido saber elplural.com, Hidalgo coincidió allí con Rodolfo Ruiz, el comisario ahora condenado por él a cinco años por detención ilegal, falsedad en documento público y coacciones por el arresto de dos militantes del PP."

"Entre las misiones de Hidalgo, figuró además ejercer de infiltrado de la BPS, en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Allí actuaba como espía para el aparato represor del Régimen."

"El juez Hidalgo, que en esta ocasión ha actuado con gran contundencia, no siempre obró de la misma manera en juicios por detenciones de la policía. En 2004 absolvió a tres agentes de la Policía Nacional que habían sido denunciados por un sindicalista de UGT que había sido arrestado durante una huelga en el año 2000."

"El sindicalista sufrió lesiones de las que tardó en recuperarse tres meses. Sin embargo, el tribunal presidido por Hidalgo consideró que los agentes no tuvieron intención de causarle este daño y llegó a la conclusión de que los hechos no tenían relevancia penal."
(Reproducido de elplural.com)
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No apostillaré nada y tampoco voy a glosar la desproporcionada contundencia de una condena que ha dejado a todo el mundo boquiabierto, incluido el propio PP. Es de esperar que el Tribunal Supremo ponga las cosas y al propio juez Hidalgo en su sitio.

Lo que me interesa tratar aquí es la manera en que el PP está intentando sacar partido de un asunto que es escandaloso desde el principio. Escandalosa fue la instrumentación partidista de las víctimas del terrorismo que se plasmó en la manifestación origen de los hechos. Escandaloso que el ministro de Defensa fuera agredido de palabra y obra y no pudiera participar en la marcha, que el PP había decidido monopolizar.

Ayer, de nuevo, fue escandaloso y lamentable lo sucedido en el Congreso y en la Asamblea de Madrid, donde el PP mostró una vez más, pero de modo más grave que nunca hasta ahora, su desprecio a las instituciones democráticas, convirtiendo ambas cámaras representativas en sendos circos.

El popular histrión Martínez Pujalte agotó la bien probada paciencia del presidente de la Cámara para alcanzar el baldón histórico de ser el primer parlamentario expulsado de un Pleno. Los hechos los conocen todos, así que no insistiré en su impropiedad, estúpida desfachatez y propósito provocador. Ni él ni su partido parecen tener sentido de la medida y la resistencia del provocador a cumplir la orden de Marín, apoyada por el portavoz del partido, Eduardo Zaplana, sólo fue superada en su repugnante carácter por sus ridículas y burlescas reverencias al acatar finalmente la orden.

El ‘numerito’ de la Cámara regional fue otra exhibición altamente impúdica, con el agravante incluido de la exhibición de esposas, que no fueron utilizadas en la detención a la que se aludía y por cuyo origen cabe preguntarse con inquietud. ¿Pertenecen al instrumental sado-maso de sus señorías?

Lo sucedido es una vergüenza que, aunque protagonizada por una minoría de personas, nos salpica a todos. Y más tras saber que la dirección del Partido Popular ha respaldado hoy el choteo. El problema no es que lo respalde, sino que es mucho más que probable que en su seno naciera la idea y el modo de instrumentalizarla. Algún Goebbels de tercera permanece en la sombra mientras los augustos reciben las bofetadas.

Tal vez temieran que la crisis catalana y la estafa filatélica eclipsasen los ecos de su utilización escandalosa del escandaloso caso. Lograron evitarlo. La pregunta es si el precio de la vergüenza y el descrédito -llueve sobre mojado- compensa un ´éxito' tan miserable y patético.

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